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“La doble jornada tiene que ser para los dos”

21 de Noviembre de 2005 | 12:03 |
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Los orígenes de Magdalena Aninat no están en el la psicología laboral. Su especialización fue la clínica y de hecho, por años mantuvo una consulta y su primer trabajo fue en el Hospital Psiquiátrico.

Sin embargo, comenzó a entrevistar personas en lo que se denomina proceso de selección de personal y de a poco, aterrizó en el campo laboral. A los 28 años, ingresó a Bancard donde –con una interrupción de 1 año y medio en el banco Sudamericano- hizo carrera hasta llegar a la subgerencia de recursos humanos. Ahí trabajó codo a codo con el empresario Sebastián Piñera.

-¿Cómo fue trabajar con él? Dicen que es demandante.
“Fue una tremenda escuela de aprendizaje. Tiene una manera de trabajar súper exigente, pero, sin embargo, te valora y da mucha autonomía. Su gran ventaja es que logra equipos de trabajos espectaculares, en Bancard estábamos dispuestos a dejar las pestañas por la pega. Piñera acepta que uno se equivoque y el que sea tan acelerado, desarrolla tu capacidad de síntesis”.

-Estresante.
“Estresante el trato, porque te obliga a estar atento. Con él no puedes bajar la guardia”.

De Bancard saltó, en 1993, a la gerencia de recursos humanos de Provida, cargo que ocupó hasta el 2003 cuando la empresa se integró a la multinacional BBVA y se hizo cargo de la gerencia de desarrollo.

Consciente de las dificultades que tienen las mujeres para ingresar al mundo laboral, Tita rescata su experiencia personal como ejemplo de que las cosas pueden ser distintas. El gerente de Provida en esos años, Albert Cussen, la contrató sabiendo que esperaba a su segundo hijo; de hecho firmó con ocho meses de embarazo por lo que no asumió formalmente su cargo hasta después del post natal.

-Sólo un 38% de las chilenas está el mundo laboral. ¿Cuáles son las cortapisas más importantes?
“Cuando uno se introduce en este debate descubre dos posiciones. Una que sustenta que todas las cortapisas están, básicamente, generadas por las propias mujeres; que no tenemos capacidad, que no nos atrevemos, que nos autolimitamos. Otra, ve las cortapisas en el sistema; no tenemos leyes que nos cuiden, no hay con quien dejar los hijos.
“Creo que no es ni lo uno ni lo otro, o probablemente las dos cosas. Creo que hay un tema que, por lo menos yo no tengo resuelto y por más que investigo, otros tampoco, cual es la condición de ser mujer y ser madre”.

-¿Hay discriminación por ser mujer?
“Sería mentira decir que no hay discriminación, la he sentido y no es fácil. Además, las mujeres tenemos una visión del trabajo distinta, no es lo mismo ser mujer que hombre, porque nosotras somos mucho más apegadas a crear ambientes, nos preocupa la parte afectiva y emocional, sin con eso ser histéricas o descontroladas. Los hombres tienen una motivación de logros y de centrarse más en la tarea, y las empresas pareciera que privilegian eso, es un mundo más masculino”.

-Tú ocupas un alto cargo ¿te exigen tener una mirada masculina?
“Todo depende de uno, si me hubiera masculinizado a lo mejor las cosas me habrían salido más fácil, pero me resisto a eso. Sigo manteniendo la mirada de mujer y ahí está la diferencia, y lo masculino se da en el nivel de exigencia que me impongo que tampoco es exclusivo de ellos.
“Si hay detalles, en todo caso, que muestran lo anterior, como cuando una se maquilla o cambia el peinado; todos hacen un comentario. Al hombre nunca le dicen algo sobre el corte de pelo o el terno que se pusieron. O sea, pareciera que siempre es válido comentar eso por sólo el hecho de ser mujer y eso marca una diferencia. Pero una tiene que aprender a administrar el tema; yo no me voy a ir al extremo de dejar de arreglarme para que lo dejen de decir”.

-¿La mujer se va a liberar de la doble jornada?
“Creo que el desafío es que el hombre sea dueño de casa. Es cierto que la mujer se conecta en forma más estrecha con el hijo en su primer año de vida por haberlo parido, pero después, el vínculo con el padre y la madre no tiene por que ser distinto. El tema es como se desarrollan hombres-madres y mujeres-padres, en el entendido de que ambos roles son distintos. La doble jornada tiene que ser para los dos”.

-¿Y se da eso?
“Más en las generaciones nuevas, porque los hombres ya establecen un vínculo distinto con el sólo hecho de entrar al parto. Pero, mira, en las reuniones de colegios uno ve cada vez más hombres.
“No sé si los hombres se han dado cuenta de la importancia que ellos juegan en el desarrollo intelectual de los niños. Las mujeres dicen mucho en el desarrollo afectivo, pero ellos deberían hacer las tareas con sus hijos y así lo indican los estudios; quienes son gravitantes en el rendimiento escolar de los niños son los padres, así la madre sea físico nuclear”.

-¿Cuánto ha afectado a la mujer la legislación sobre licencias maternales?
“Probablemente muchas me van a matar, pero creo que todas aquellas leyes que protegen a la mujer ayudan a discriminarla. No tengo la solución a ello, pero el pre y post natal, a la larga resultan una cortapisa, si bien son una defensa de la maternidad.
“Cuando postulas a un trabajo te preguntan si vas a tener más hijos, cuestión que a los hombres nunca le consultan. Y la razón es que por casi cuatro meses y medio la mujer se ausenta de su puesto y eso es una limitación objetiva para una empresa. Muchas veces, en igualdad de condiciones, las empresas optan por el hombre”.

-Las mujeres lo están pagando, pero ¿con creces por el abuso que algunas hacen?
“Claramente. Las mujeres que no hemos abusado del sistema probablemente estamos pagando el costo por aquellas que si lo han hecho. Pero más allá de hacer un juicio de por qué lo hacen, hay que reconocer que el sistema permite el abuso y sobre todo, que el sistema no acoge al hijo recién nacido; muchas mujeres no tienen con quien dejarlo para su cuidado.
“Este es otro tema de sociedad; cuánto las mujeres se sienten apoyadas en la maternidad”.


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