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El brillo en el espejo

19 de marzo 2005, columna del ciclo en revista "El Sábado"

17 de Agosto de 2005 | 09:58 |
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Las personas requieren los aplausos y la aprobación de quienes dicen quererlas. Necesitan sentirse exitosas frente a los ojos del ser amado, por lo que convierten la mirada de éste en un importante espejo que refleja cómo son, cuánto valen y cuánto gustan.

Por eso si usted se la pasa corrigiendo a su media naranja o diciéndole constantemente lo que le conviene hacer o lo que hace mal, o destacándole sus carencias y debilidades, o siente el deber de enumerarle una y otra vez sus defectos, deténgase.

Su relación corre peligro. No olvide la gran responsabilidad que le cabe en la autoestima de su enamorado (a). Tenga presente que las exigencias desmedidas, las quejas continuas y las críticas constantes de quienes amamos amenazan profundamente el equilibrio psicológico y la seguridad en uno mismo. Y que se termina odiando al que se transforma en vocero de las propias miserias y lo hace a uno sentirse permanentemente en falta y miserable.

Las relaciones amorosas pueden truncarse cuando uno de los amantes se interpone constantemente con el ego del otro. En la creencia de que se está ayudando al consorte a enfrentar sus problemas, se lo puede estar desnudando con juicios implacables y supuestas verdades.

Las palabras mordaces, aunque sean certeras, pueden ser un golpe mortal al corazón de la autoestima. Es difícil quererse a sí mismo si quien supuestamente nos ama verbaliza pocas cosas buenas de nosotros o nos hace sentir incapaces a través de sus quejas e insatisfacciones.

En aras de la franqueza y la buena comunicación, la interacción no puede convertirse en un conjunto de descalificaciones y atribuciones que terminan cuestionando al otro como persona, a su inteligencia para relacionarse, a su destreza para encarnar lo femenino o lo masculino, al valor que tiene su existencia o su capacidad para enfrentar el mundo.

Si la autoestima de la persona en la pareja pasa a ser menor que la que tiene fuera de ésta, inconscientemente se puede estar pavimentando el camino para la infidelidad o el abandono.

Cuando no se sienten apreciados en lo que valen, los amantes están más disponibles para descubrir en otros ojos el reflejo de aspectos de sí mismos que su pareja no ve. Se vuelven más vulnerables a erotizarse con quien los confirma, los incentiva o aprecia mejor sus habilidades.

Instintiva y paulatinamente comienzan a alejarse de la pareja, ya sea orientándose hacia una relación amorosa que los haga sentirse más atractivos y capaces de dar placer y felicidad, o hacia un contexto laboral o amistoso apartado donde sus virtudes sean más visibles y reconocidas.

Tienden a interponerse al ego de su media naranja los exigentes, los quejosos, los perfeccionistas, los insatisfechos crónicos, los indiferentes, los ausentes, los sabelotodos, los críticos, los que tienden a dictar cátedra, los descalificadores y los que siempre creen tener la última palabra. El fracaso para encontrar en el ser amado la valoración que se precisa para establecer una autoimagen satisfactoria lleva a una gran frustración.

Por eso usted no puede pretender que lo sigan queriendo si se encarga más de reflejar lo negativo que lo positivo, o si proyecta una imagen deteriorada, carente o inútil de quien dice querer. No sólo logrará que su consorte se sienta inseguro y devaluado, sino que además difícilmente creerá que usted lo quiere.

Entienda que el amor por usted no puede ser incompatible con el amor por sí mismo. Difícilmente va a retener a quien se sienta inservible, inútil o devaluado. Ése es un precio que a la larga nadie quiere ni puede pagar. La relación amorosa transforma la mirada de los amantes en un retrato y a las personas no les gusta verse feas, deficientes, incapaces u opacas. Por eso tenga cuidado. No vaya a arruinar con sus ojos el brillo de su amado en el espejo.






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