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Cómo no quedarse en la “zona confortable”

08 de Junio de 2005 | 12:27 |
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De adolescente el tenis era su principal ocupación, a la par con los estudios. Estaba muy bien rankeada y como pensaba en una carrera profesional, a los 18 años, no dudó un minuto en abandonar sus estudios de periodismo en la Universidad Católica para viajar a Estados Unidos y continuar allá con las dos cosas.

En Texas terminó su carrera universitaria y como la mayoría de los jóvenes americanos, se empleó part time para poder financiar sus gastos. Así ingresó al departamento de reservas telefónicas de American Airlines y se dio cuenta que en ese mundo podría cumplir su sueño de viajar, una de las razones por las cuales había entrado a periodismo.

De vuelta en Chile, ingresó a Eastern; partió chequeando pasajeros en el counter, pasó al departamento de equipajes, luego ventas y de ahí a supervisora de reservas hasta que le ofrecieron la gerencia de área. Cuando esta línea se fue del país, se le abrieron las puertas de American donde escaló hasta la gerencia general, cargo que ocupa hace doce años.

En el 2003 terminó un MBA en la Universidad de Miami, lo que le implicó viajar a clases por un período de semanas y regresar al país por otras tantas antes de volver a tomar el avión. Para no quedar rezagada dentro de un curso de puros ingenieros comerciales, en Chile estudiaba con profesor particular.

-Eres una self made woman, ¿crees que lo podrías haber hecho en una empresa chilena?
“A lo mejor hubiera sido mucho más difícil, aunque hay algunas excepciones. Hoy veo algunas que sí te ayudan, pero cuando yo partí, por ningún motivo, ninguna hubiese financiado tus estudios…”

-O te hubieran dado un trabajo sin un cartón.
“Sí. Yo tenía un cartón de periodista, pero no de administración. Lo bueno de Estados Unidos es que uno puede estudiar psicología, historia o filosofía y puedes llegar a ser gerente de una compañía. Lo importante para ellos es que hayas pasado por la universidad, conozcas desafíos y te sigas perfeccionando. A mí ayudaron en poder hacer el MBA”.

-Las empresas reflejan la mentalidad de una sociedad.
“Sí y en Chile las cosas han ido cambiando. Lo veo ahora, donde hay algunas que financian los post grados de sus ejecutivos porque quieren ser competitivos y no quedarse atrás en el proceso de globalización. No se pueden dejar estar”.

-Ok, pero todavía no veo una empresa chilena donde se pueda hacer carrera desde abajo sin tener un cartón.
“Absolutamente de acuerdo contigo”.

Pamela Camus predica en contra de la actitud de algunos que se contentan con el mínimo. Hace mención a lo que los gringos denominan “quedarse en la zona confortable”, es decir, acomodarse en un puesto donde nadie te molesta y no tienes desafíos.

“Uno siempre tiene que estar haciendo cosas nuevas, haciéndose reingeniería”, dice convencida.

-¿Los americanos dan más alas?
“Sí, te dan más responsabilidad, te hacen sentir que uno es la dueña del negocio y según eso, debes resolver y tomar decisiones”.

-¿En qué más se diferencian las empresas americanas de las chilenas?
“En que no hay discriminación, no les importa si eres hombre o mujer, de qué color eres. Es por ley y cuando postulas a una pega no tienes que poner tu edad, decir si eres soltero o casado, ni siquiera tienes que mandar una foto”.

-¿Y en oportunidades?
“Puedes estar un día en un cargo y al día siguiente en otra área totalmente distinta. A mí me han ofrecido irme como expatriada a otros países, pero yo estoy contenta con lo que hago y tengo otras prioridades. En este instante no sería feliz al irme fuera de Chile”.

Los viajes y su trabajo la convirtieron en una mujer de mundo. Aún así, no reniega de algunas de sus raíces más tradicionales. Reconoce que es muy distinto ser mujer en Estados Unidos que en Chile, pero “yo prefiero serlo acá” acota.

-¿A ver?
“Esto no lo cambio (dice entre risas). En Chile tengo una mezcla perfecta; me consideran como par a nivel intelectual, pero a la vez, me hacen sentir mujer, se preocupan de detalles. En EE.UU. la igualdad es total, en cambio, acá te tratan como una flor, sin caer en la siutiquería. Te invitan a comer y te pagan la cuenta, allá vas mitad, mitad y no tiene que ver con tener que pagarla”.

-¿Igualarse con los hombres se extremó?
“Sí, por eso insisto, soy cien por ciento femenina. Me preocupo de mi casa, de mi pareja”.

-No te hubiese acomodado ser ejecutiva allá.
“No me hubiera dado cuenta, quizás habría asimilado el modelo”.

-¿A lo mejor ellos añoran la ejecutiva femenina?
“Creo que sí, supongo que a los hombres les gustaría tener un par mujer que no se mueva con patrones masculinos. Se fueron al otro extremo, fue el costo que pagaron para tener igualdad. Ahora les debe ser re difícil volver atrás, no se cómo lo van a hacer”.
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