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En el nombre del padre

Toda una sociedad o mejor dicho, una verdadera alianza estratégica entre un hombre y una mujer es formar una familia.

06 de Julio de 2005 | 18:24 |
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Matar dos pájaros de un tiro. Esa podría haber sido la consigna que la Fundación Chile Unido y el Grupo Security debieron usar al convocar al seminario “Ni mujer de hierro, ni hombre de algodón” cuyo objetivo era debatir sobre la conciliación posible entre familia y trabajo.

Dos pájaros de un tiro, porque cualquier hombre de negocios que escuchó la charla del inversionista americano Tom Hirschfeld sobre la familia y sus características, repasó además, las herramientas de negocios que son útiles para manejar una empresa.

Destacado hombre de negocios e inversiones financieras, Hirschfeld escribió junto a su espoa el best sellers “Papá empresario: cómo un buen hombre de negocios puede ser un gran padre y viceversa” y según su visión, la alianza estratégica más importante que un ser humano puede establecer a lo largo de su vida es la familia.

Sin reconocerse un experto en temas de familia ni de mujer, Hirschfeld aseguró que tanto el rol de empresario como el rol de padre requieren las mismas habilidades: empatía, saber escuchar, saber negociar y muchos veces ellos se aprenden en el hogar y se llevan a la empresa.

Aclaró que la familia, al igual que todo “joint venture” o alianza estratégica entre dos empresas o personas, requiere de ciertas condiciones previas. Así, antes de asociarse se debe tener un profundo conocimiento mutuo; aportar en forma equitativa a la sociedad y establecer un mecanismo de resolución de controversias.

Hirschfeld dijo que aún las mejores empresas no van a entrar a un joint venture hasta que ambas partes se hayan estudiado detenidamente y ese conocimiento debe continuar en forma permanente porque a medida que se avanza, las partes van cambiando. En el caso de una pareja, eso pasa cuando se convierten en padres.

Para tener éxito en una alianza estratégica se requiere de una planificación, es más, a juicio del empresario, aquellas empresas que no se preparan, se preparan para el fracaso. Y por eso, se deben discutir temas prácticas y emocionales.

Tal como en un joint venture, la pareja o padres deben tener una responsabilidad igualitaria y fue categórico en indicar que si un padre quiere tener influencia en sus hijos debe tener responsabilidades. Postuló como errado creer que quien aporta mayor patrimonio o dinero tiene más derechos para imponerse.

Hirschfeld insistió en que se padre y madre es un trabajo arduo, que requiere de consensos y por eso, no es justo que uno de ellos monopolice las decisiones. ”Entre mayor trabajo pongamos en el proyecto mayor va a ser la propiedad que tendremos sobre él” , dijo.

Solución de controversias

Al respecto, señaló que las mujeres tienden a asumir la mayor responsabilidad porque sienten que la sociedad se los exige, con ello se tornan obsesivas y los hombres se sienten aliviados. Pero advirtió que los hijos necesitan de ambos padres y finalmente, si la madre asume toda la responsabilidad terminará quemándose, resentidas.

Los resultados de una madre resentidas es que finalmente, programa todo sin consultar y no entrega información clave a su pareja. “Hacer que un padre se sienta un visitante va en el sentido contrario y menos lo hará comprometerse”, aseguró.

Sobre la necesidad de discutir los temas, Hirschfeld sostuvo que la pareja debe conversar las cosas en forma explícita porque así se evitan interpretaciones erradas tales como creen que el hombre es indiferente a ciertas cosas, cuando la verdad es que es distraído.

También planteó que se debe negociar la forma cómo cada uno va a aportar a la sociedad. “La división del trabajo debe ser revisada permanentemente porque a medidas que los hijos crecen, cambian las necesidades”, aclaró. Y en este proceso, se debe tener claro cuales son las competencias de cada uno, porque claramente el hombre será eficiente en algunas áreas y la mujer en otras.

“Una de las cosas más importantes es cuidar al otro, porque el otro no es un oponente, es parte del equipo”, indicó.

Tom Hirschfeld apuntó además a los mecanismos de solución de controversias que debe utilizar una pareja; indicó que de nada sirve que uno siempre esté en desacuerdo o que siempre estén los dos de acuerdo. “Eso es inútil”, dijo.

“Incluso en las sociedades más exitosas hay diferencias”, sostuvo y manifestó que los desacuerdos permiten dar luz sobre temas importantes para la familia. En todo caso, advirtió que los desacuerdos no se pueden resolver delante de los hijos, porque ellos terminarán tomando parte por quien los apoya y se apropiaran de los argumentos.

Indicó que las discusiones sobre la formación de los hijos deben ser privadas, pero en otros temas pueden ser frente a ellos para que los niños vean en el ejemplo que las diferencias se pueden resolver conversando.

“Crear desacuerdos permanentemente quiebra la lealtad y la permanencia en el hogar”, advirtió.

Tom Hirschfeld remarcó que la familia y el trabajo se pueden complementar, no tienen porque ser competitivos y apuntó a estudios de Harvard donde se ha comprobado que existe una correlación entre los padres que tienen habilidades con el liderazgo profesional.
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