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“El mínimo juego es dar el voto”

15 de Julio de 2005 | 10:17 |
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Hace ya varios años, Mónica Jiménez de la Jara se desempeña como presidenta del directorio de Corporación Participa, que en sus principios señala: “Fortalecer una democracia exige al menos dos desafíos. Por un lado, fortalecer las instituciones del sistema democrático para que gocen de la legitimidad ciudadana y por otro lado, formar ciudadanos informados, con opinión, conscientes de sus derechos y deberes y con motivación para ejercerlos”.

Una tarea nada fácil, especialmente en estos años en que la apatía se ha adueñado de los jóvenes y de otros no tanto, donde los políticos son mal mirados y la falta de compromiso parece ser la característica de nuestro tiempo.

-¿Hay grandes ideales en los jóvenes de hoy, semejantes a los de tu época?
“Hubo un período –pasó en todo el mundo, pero en Chile se juntó al tema de la dictadura- en que el poder del Estado se fue achicando y el liberalismo se posicionó del mundo; para las empresas fue muy importante la forma de sobrevivir económicamente. Esa forma de razonar se traspasó a la sociedad entera, entonces, sólo se empieza a pensar en las cosas que dan retribución económica y por ahí, claramente, no va la participación. También tiene que ver con los incentivos que da el Estado, actividades que eran de mayor compromiso social, como las de los sesenta, ya no tuvieron estímulos.
“Si a eso se le suma el tema autoritario, donde era riesgoso hablar de estas cosas, porque cualquiera que se preocupara de las causas era marxista, se corría el riesgo personal de que vieran que eras una persona con una visión más estructural o que dudaras que la economía de mercado sola, podía resolver los problemas del desarrollo. Era mal visto que quisieras ver las cosas desde un punto de vista global, porque te tachaban de comunista. La gente se empezó a quedar callada, entonces”.

-¿Y se empezó a encerrar en sí misma?
“Claro, porque además le decían no te metas en esto, te pueden tomar preso. Eso pasó en las universidades también y vino la autocensura. Si sumamos ambos factores, el interés por los temas sociales dejó de existir. Llegó un momento en que en la universidad había desaparecido el compromiso social y pasó a ser novedoso cerca de 1999”.

En esos años se contactó con el padre jesuita Fernando Montes, con el recién asumido rector de la PUC, Fernado Rosso, con Luis Riveros, rector de la U. de Chile y les explicó que en este pendular de la sociedad, las universidades se habían volcado solamente hacia ellas mismas. Había un desarrollo disciplinario, pero no interdisciplinario.

El ’99, Mónica Jiménez estaba por cumplir 60 años y se preguntaba qué iba a hacer para adelante. En ese momento apareció en su oficina Paola Verdiceschi, que pertenece a una fundación internacional que se llama Avina, que preside Stephan Schmidheiny, y le dijo que buscaba líderes que creyeran en el desarrollo sustentable, en la democracia, en la alianza de los sectores. “Le propuse nombres y ella dijo que no, que me venía a invitar a mí… ¡Casi me caí de… Me pareció impresionante que a esta edad a uno la busque alguien!”

-¿Qué buscaba Stephan Schmidheiny?
“Él es uno de los hombres más ricos del mundo y, como tiene asegurado hasta el futuro de sus nietos, decidió que el producto de todas sus empresas, que están en Iberoamérica, se iba a ir a la Fundación Avina, que busca socios con sus mismos ideales de un desarrollo mejor de la humanidad.
“El no quería ser donante, sino socio. Yo aportaba las ideas y él, el aporte económico. Acepté y, como estaba empezando con la Corporación Aprender, mi primera intención fue que me ayudara en la educación de los sectores pobres. Pero después me di cuenta que lo que andaba buscando era otra cosa, multiplicar los líderes para cambiar el mundo”.

-¿Así nació “Universidad Construye País”?
“Sí, porque aunque hoy los universitarios no sean la misma élite de antes, sino más bien una masa que va a estudiar, igual esos 600 mil jóvenes son los líderes del futuro, los que tuvieron las mejores oportunidades de desarrollo. Nos incorporamos a otras 13 universidades y de allí nacieron todos los demás proyectos que son parte del compromiso social de la Universidad Católica de Temuco. La idea es que todas las facultades se vinculen y no sólo se formen profesionales de pregrado, sino personas orientadas al desarrollo y con una presencia cultural importante”.

-Pero hablando derechamente de política ¿Qué sientes frente al descrédito del tema?
“Mucho dolor, porque siento que, con toda la imperfección que puedan tener, es totalmente necesario. Mientras no se invente un sistema mejor, el tema de que exista un Ejecutivo, un Legislativo y un Judicial, poderes independientes, Constitución, sistema de elecciones de representantes, es absolutamente imperioso. Me parece que uno tiene que jugársela porque esas sean las mejores personas y, el mínimo juego es dar el voto; el máximo es presentarse de candidato, eso es comprometerse por entero. Los que no tenemos ocasión de hacer eso, tenemos que trabajar para que la mejor gente salga”.

Enumera una larga lista de causales del desencanto por la política; asegura que la gente la siente muy lejana, preocupada de grandes temas globales, que no siente que la represente. “Por eso el Legislativo es el peor evaluado”. Los jóvenes, especialmente, dice, prefieren actuar desde lo social, en organizaciones como el Hogar de Cristo, las preocupadas de la drogadicción, etc, y no se dan cuenta que esa también es una forma de hacer política.
“Se ha perdido la interrelación entre la gente y los poderes públicos y existe tal descrédito por hechos, a veces, insignificantes, como si un parlamentario maneja a exceso de velocidad o no –que importa, pero no es lo más relevante-, que se va perdiendo el norte”.

-La queja más habitual es la falta de transparencia.
“Claro, se pone en duda las campañas, los sueldos, todo. Pero no es la misma crítica para el sector público que para el privado, porque todo lo público tiene que ser intachable… lo que es muy bueno, pero eso produce el desencanto. Incluso ahora con todo el revuelo respecto a los parientes; el otro día alguien me comentaba que Durán y Estévez son contratados porque son híper capos, no porque sean cercanos a Lagos. Además sus trabajos son anteriores a este gobierno, llevan muchos años en eso”.

-¿Cómo reencantamos a los jóvenes? ¿Inscripción obligatoria?
“Eso es lo que se ha barajado, inscripción obligatoria y voto libre. Yo he sido una de las más contrarias, pero a estas alturas ya la perdí. A mí me gusta la idea de ir a inscribirse, así como vas a sacar el carné de manejar, para probar un comportamiento, un compromiso ciudadano; me gustaba, lo encontraba simbólico, era un gesto”.

-Nuevamente generación de los sesenta… los 2000 quieren todo fácil y rápido.
“Pero si es como que te llegara en carné de conducir por el hecho de haber cumplido 18 años… ¡NO! hay que demostrar las propias competencias. Pero me di cuenta en los debates internacionales que sólo el uruguayo del servicio electoral y yo estábamos por esta opción; los demás, todos, incluyendo a mi amigo Juan Ignacio García, creen que es mejor que la ciudadanía sea automática, creo que al final eso va a triunfar. Igual va a haber que hacer campañas para que la gente se movilice a votar y tendrán que haber grupos especialmente dedicados a los jóvenes”.
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