EMOLTV

“Me encuentro con un diputado y me conoce, me encuentro con una súper modelo, y no” (decepcionado)

13 de Octubre de 2005 | 15:45 |
imagen
Patricio Navia se mueve con comodidad en el mundo de la Concertación, aunque tiene amigos en todos lados. El economista Andrés Velasco, uno de sus cercanos, lo conectó a los liberales chilenos a los que no deja de tocar en sus columnas de opinión, si es necesario.

Llegó a Chicago a los 17 años, en 1982, junto a toda su familia y en esa ciudad sacó un magíster en ciencia política. Luego se trasladó a Nueva York, donde comenzó a trabajar en el Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de la NYU, fue ayudante del ex canciller mexicano Jorge Castañeda y, más tarde, obtuvo un doctorado.

Desde el 2000, pasa el ochenta del tiempo en la “gran manzana” y dos meses en Chile –para el verano americano- haciendo clases; hace algunos años, de economía política en la Universidad Andrés Bello y ahora, de ciencia política en la Diego Portales.

“Estuve trabajando con Ignacio Walker, el 2003 me compre un departamento, y ahora, desde el 2004, tengo oficina en la Portales. Ya no vengo por placer, sino por obligación”, dice con una sonrisa, que durante toda la conversación le sale fácil.

Sus ácidas e irónicas columnas comenzaron a aparecer en 1999 en la revista Capital, a la que sumó luego “La Tercera”.

-¿Todo esto es un aviso de que Navia quiere volver?
“No, mis padres están en Michigan, mis hermanos, mis fotos, mi música. Le tengo cariño a Chile, pero no veo, en mi futuro cercano, que vaya a dejar de ser residente de Nueva York buena parte del año”.

-¿Por qué tomaste la opción de hacer clases acá?
“Por un par de razones. La ciencia política en Chile está recién empezando y creo que puedo tener una influencia importante en la formación de los futuros cientistas. Siento que lo que pasó con los economistas hace 40 años atrás, donde un par de profesores de Chicago entrenó a un grupo y fueron como los padres de la economía, es una posibilidad real para los cientistas en Chile y quiero que en 20 años más, los cientistas políticos que hagan noticia entonces digan, muchos de ellos, yo estudié con Patricio Navia. Es bonito” (medio avergonzado).

-¿Algo de vanidoso?
“No, no es ser vanidoso. Es como querer construir, dejar un legado. O sea, no quiero que digan eso en sus entrevistas, si no que cuando conversen entre ellos, lo comenten. En Chile uno puede establecer un legado, al menos en ciencia política, que hace más diferencias. En cambio, en EE.UU. las cosas son tan grandes que ninguna persona puede hacer tanta diferencia.
“Ésta es una de las razones por las que me gusta Nueva York, allá yo me subo al metro y no soy nadie. La gracia en EE.UU. es el anonimato, que de repente, uno en Chile lo pierde; nadie me va a entrevistar allá.
“Eso es bueno y malo; es bueno, porque uno no se cree mucho el cuento y es malo, porque uno igual quiera hacer la diferencia y dejar un legado”.

-¿Y allá no hacen una lectura con dobles intenciones?
“No (en un tono campechano), allá también hay lecturas torcidas. En todos lados pasa eso, lo que pasa es que en Chile el mundo es más chico y como que la gente le da más vueltas a las cosas. En EE.UU., por la mayor diversidad, estas lecturas no tienen un efecto tan grande”.

-¿Ha cambiado mucho tu ADN? ¿Has tomado cosas de la vida americana que ya no podrías abandonar?
“¿Cómo un café en el Starbucks? (se ríe). Sí, soy súper gringo para muchas cosas. Me compro totalmente el cuento del sueño americano y lo que creo que necesitamos es un sueño chileno…”

Lo interrumpe una llamada desde el extranjero, lo que da tiempo para reflexionar que a medida que avanza la entrevista él comienza a relajarse y a bajar la guardia.

-Se te ve puntual, exigente con las formas…
(Empieza a reírse y no para) “Acá en Chile, siempre ando atrasado, me vuelvo chileno; voy a asados, pero me da lata porque toma mucho tiempo. Preferiría tomar desayuno los fines de semana con los amigos y así quedas libre a la 1 de la tarde”.

-¿La informalidad te incomoda?
“No, lo que me incomoda es que los chilenos, al menos los de nuestro nivel de ingreso, ven que los fines de semana son para ellos, o sea, que no hay que hacer un par de cosas de pega. Y cuando te invitan a un asado a las 2, tú llegas a esa hora, los demás a las 3 y el asado empieza a las 6… te quitan toda la tarde. Ni a mi empleador le doy ocho horas al día (entre carcajadas) y quieren que a ellos les dé seis horas el sábado”.

Navia asegura que no se ha detenido a pensar que sería de él si retorna definitivamente, si estaría dispuesto a “bancarse” las costumbres chilenas. De hecho, confiesa que ya acostumbró a sus alumnos a dedicar sólo 5 minutos, al inicio de la clase, a la conversa y después, al fondo. Qué decir de lo eficiente que es al responder el teléfono… hola, ya cuéntame, nada de rodeos.

-¿Cuáles son los costos de convertirte en cara pública?
“Es entretenido tener influencia. Ahora, es una lata ir caminando en la noche, de regreso a tu casa, y alguien dice Pato Navia (con tono de asalto) y al tipo nunca lo he visto. No sé, cuando me lo dicen así me quedo pensando dónde lo conocí o cómo se llama” (no para de reírse).

-¿Has ganado muchos amores y muchos odios?
“En general, me conocen los políticos. Me encuentro con un diputado y me conoce, me encuentro con una súper modelo, y no me conoce (decepcionado). No sé, a lo mejor me equivoqué.
“Me importa mucho más que la gente a la que le tengo respeto intelectual no diga este es un huevón chanta, o sea, que si revisa un paper, comente si está bien o mal, pero los otros me dan un poco lo mismo, a quién le ganaste tú”.

-¿Se ha violentado tu privacidad?
“Sí, por eso me encanta llegar a Nueva York”.

-Eso no es muy concordante con tener un blog.
(Entre risas) “No, allá tienes un blog y no eres nadie; allá hay 10 millones de huevones que tienen un blog”.

-¿Y qué haces con los cientos de mensajes que te mandan?
“Bueno, hay algunos lateros que no tienes porque contestar, te mandan unos textos impresionantemente largos y lo único que te nace es decir este huevón tiene mucho tiempo libre, mejor escribe tu propio blog”.

-¿Hay algo de ego en tener un blog?
“Sí, creo que sí… tú querís que te pesquen. En general, todos queremos que nos pesquen”.


EL COMENTARISTA OPINA
¿Cómo puedo ser parte del Comentarista Opina?