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“Tenía la certeza de que iba a vivir siempre”

08 de Noviembre de 2005 | 11:29 |
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Paz no terminó la universidad porque se echó un ramo, Sociología, en forma reiterada. Alejarse de la escuela fue una pérdida, rápidamente desplazada por el cáncer que le detectaron a los 21 años.

“Eso te marca hasta el día de hoy. El que ha tenido cáncer, siempre va a tener cáncer. Es algo que vive contigo; es como si uno entrara al quirófano y algo se muere, porque al salir se es otro”, dice.

Extremadamente abierto en la mayoría de sus confesiones públicas llevadas al papel, este capítulo es algo que lo retrae. Su intensa energía tiende a apagarse y las palabras le salen lento.

“Me acuerdo que mi hermano, que en ese tiempo estaba estudiando en la UC, donde me interné, entró llorando a la pieza y me dijo tenís 50% de posibilidades de vivir y 50 de morir. Me abrazó, lo calme y me fui al baño… había un espejo, lo miré y ¡puff!, le di un puñetazo al vidrio y dije voy a vivir y viví”.

“La gente siempre me pregunta por qué siempre te andai riendo, como que ando sonrisal y, aunque siempre he sido un poco así, me pregunto qué es tan grave, qué tan importante”, continúa.

-Fuerte que algo así sea liberador a la vez. Tu mochila debe ser mucho más liviana que la de otros.
“Bueno y malo. Perdí mucho, pero gané harto y no podís ganar si no perdís mucho, para cualquier cosa que hagas en la vida. Con los años gané, porque perdí mucho y no puedes sólo ganar”.

-¿Qué se mantiene como pérdida?
“La normalidad, el estándar humano, soy distinto. Perdí la seguridad, recordándome del otro Sergio, tenía la certeza de que iba a vivir siempre. En ese tiempo era playa, sol, vida eterna y es muy fuerte pegarte el cachuchazo de que no es así. Perdís la inmortalidad, todo se te hace más inmediato”.

-Puede sonar brutal, pero ganaste en vivir la vida más consciente. Otros no tienen esa opción o la descubren a los 60 años, muy tarde.
“Es así. Me acaba de pasar con un primo, de 21 años, que se llama igual a mí, Sergio Paz, y le vino un cáncer a los ganglios y se va a morir. Tenía el mismo 50% que yo, pero le tocó el lado de los con más mala suerte”.

-¿Esto te inclinó a los lados más oscuros de la vida?
“Sí, el desenfreno vino inmediatamente (se ríe y retoma el ánimo). Como que al final eso es todo; creo que la gente que es más productiva lo es por eso, como que es más paranoica, tiene más conciencia del peligro y saben, más que otros, que se van quedando, como que mañana me cambio de trabajo, mañana hago eso y al final, no existe el mañana”.

-Pero, tú te proyectas, vas a armar familia.
“Sí, pero viviendo mucho más el aquí y el ahora. Igual me proyecto más que antes y trato de controlar un poco más la neurosis que provoca todo esto. Igual, hay futuro.
“Peleo mucho menos, las cosas para mí no son tan terribles, los trabajos no son tan tremendos, puedo tener uno u otro”.

-¿Necesitas esa libertad?
“No, lo que pasa es que necesito vivir mundos. Me carga estar amarrado a una cosa, que me digan te vas a quedar tres años con nosotros, ¡qué lata!”.

-Con la inseguridad de la vida, la seguridad material da lo mismo.
“Ahora me importa más, antes me importaba nada. Ahora sí, porque quiero tener una familia”.

Y a reglón seguido, confiesa que hace poco abrió cuenta corriente y está preocupado de la Isapre y la AFP.


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