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"Soy súper frágil en materia emocional"

21 de Noviembre de 2005 | 16:59 |
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Julio César Rodríguez habla con pasión de todo lo que hace y le gusta dejar claro que sabe de lo que habla. No esquiva ninguna pregunta; al contrario, se alarga y contesta con anécdotas y da largas vueltas. Se queda pensando, entorna los ojos… conversa.

Es, sin duda un gran conversador, pero al acercarse al tema de su vida privada se pone algo más esquivo. No tiene problemas en hablar de su relación con la actriz Francisca García-Huidobro y del hijo que acaba de nacer el pasado sábado, Simón; pero con su hijo mayor, la cosa cambia… no quiere, siquiera, que se sepa su nombre.

-¿Tienes otro hijo, verdad?
"Sí, pero de mi primer hijo no hablo, porque tiene una enfermedad y lo tengo fuera de la prensa".

-¿Por qué? ¿Porque te provoca dolor o por protegerlo?
"Por todo, y porque la relación con él es muy singular. No quiero generar curiosidad".

-¡El rey de la farádula y no quieres generar curiosidad!
"No, porque la verdad es que hay temas a los que meterle el diente y a otros, no. En éste ni siquiera hay morbo, porque él no se lo merece".

No le gusta tocar el tema, pero se emociona hasta las lágrimas cuando piensa en su hijo. No parece que un hombre que todo el mundo considera fuerte y hasta soberbio, muestre su fragilidad sin ninguna vergüenza. "Soy súper estricto en términos profesionales; pero, a la vez, soy súper frágil en materia emocional, de familia… por lo que me ha tocado vivir ¿cachai?", explica.

-¿A qué te refieres?
"Toda mi experiencia de vida me ha hecho pasar por desiertos, por mares, por todo, y me ha servido para estar siempre aterrizado; para ser un globo que siempre está calando en una mano, siempre está tomado, no está volando".

-En ese sentido, el embarazo de tu pareja, Francisca García-Huidobro, también fue fuerte ¿o no?
"Sí, ha sido súper amigo. O sea, yo le quito harto tiempo a la relación por mi pega, pero con ella estuve en todas… en las ecografías, cuando se sientió mal, fuimos al doctor juntos, y he tratado de estar siempre ahí.
"Tenemos una relación, los dos, súper grande. No es como chica, no es pendeja; es súper de amigos, madura; conversamos los temas, los problemas y tratamos de ver todos los días, hacer una radiografía de cómo está lo nuestro, como va. Ha sido súper… (se queda pensando)".

-¿Están de novios?
"Nosotros estamos casados, ya; ni por la Iglesia ni nada, pero vivimos juntos, acabamos de tener un hijo, tenemos planes para futuro; o sea ..."

-¿La mujer para la vida?
"Es que sabís qué pasa, encuentro que eso es súper (busca la palabra precisa)… decir que es la mujer para la vida es desconocer cómo es la vida. Creo que es la mujer de mi vida hoy y estoy feliz de que así sea. Estoy feliz de no tener que decirte es la mujer de mi vida hasta que me muera… No".

-¿Demasiado aterrizado?
"Así no es la vida, no más. Hoy día es la mujer de mi vida y vivimos juntos y lo pasamos la raja. He encontrado en ella a una mujer generosa, cariñosa, que –a lo mejor donde trabaja en la tele- me entiende mis tiempos, que se la ha jugado por la relación en términos súper potente, más de lo que yo creo que hay en mi imaginario.
"Súper, pero eso no da pie ni para que yo sea el hombre de su vida ni viceversa".

- Me refería al presente, no a la proyección.
"Sí, hoy estamos bien y si algún día eso cambia, no va a cambiar lo felices que hemos sido hasta ahora. Así soy yo: siento que lo más importante es lo que tenemos hoy y al corto plazo y no lo que va a pasar en 20 años más".

-¿Por qué?
"Porque me he rodeado siempre de gente que está preocupada de lo que va a pasar de aquí a la eternidad y cuando está viviendo los momentos, lo pasa como el hoyo, lo pasa mal y empieza a alargar las relaciones emocionales en el tiempo, porque tiene que ser así. Lo más lindo que tiene la nuestra es que ¡no tiene que ser así! Nosotros estamos juntos porque queremos, porque lo pasamos bien; estamos casados no porque tenemos papeles firmados ni porque fuimos donde los curas, sino porque queremos".

-¿Por qué la argolla que llevas en la mano?
"Forma parte de esos rituales de chochería. Un día la Francisca tenía uno de esos anillos que tienen varias argollas, y me regaló una. De ahí no me la saqué más. Es una cuestión sólo de los dos.

Llevan juntos más de un año y medio y Julio César insiste una y otra vez que "lo más bonito es que es una relación súper sana".

- Hablando de mujeres, ¿qué piensas de su rol en la sociedad actual?
"Es una pregunta muy amplia. Pero de verdad creo que la mujer está siendo un rol de equilibrio intelectual y emocional en la sociedad. Los hombres tenemos una manera de ver el mundo –y esto es una cuestión fisiológica, sorry, son mis cinco años de medicina- en el trabajo y en el diseño de sociedad; la mujer tiene otra forma, y cuando ella se integra al mundo laboral, cuando empieza a tener más voz en decisiones que tienen que ver con la sociedad y no con la casa, se genera un mundo más rico. Que vivamos hoy en una sociedad más rica, tiene que ver con la mujer, cien por ciento.
"Si estuvieran en más temas aún, sería todavía más rica, porque ellas tienen que ver con las emociones, con los diseños, con los colores; con weás muy profundas y con cuestiones muy superfluas y esta mixtura es exquisita. Ese es el rol de la mujer hoy día, equilibrar el plomo que tenían los hombres cuando estaban en casi todos los ámbitos".

-¿Qué pasa con los hombres en este nuevo escenario?
"Hemos aprendido a tener un lado femenino, adquirido y también a sacar afuera el que tenemos químicamente. Sin vergüenza, hoy día nos podemos emocionar, darnos el lujo de estar débiles.
"El rol del equilibrio sicológico y social que tienen las mujeres en la humanidad en general, es muy potente. Ponte tú, a mí me encanta la ropa de mujer…"

-Te encantaron las fotos que te tomó "Paula", supongo.
"No, porque eso tiene que ver con un rol estético. Lo que a mí me gusta de la ropa de mujer son las texturas, los colores. Los diseños de la ropa de mujer son más lindos, los de los hombres son como azul con una weá… fooome.
"También me parecen maravillosos los equipos de trabajo mixtos".

-¿Esta amplitud de criterio viene de la casa?
"Siiií, seguro. O sea, cuando mis papás se separaron, me quedé con mi vieja y tenía que hacer la cama, hacer comida, regar las plantas, lavar la loza y también cerrar la puerta con llave y con chapa. Mi vieja trabajaba, hacía cuestiones de hombre, también… manejaba el auto. La amplitud de mente es aprendida ahí, en la práctica".

-¿Y la cosa intelectual tan fuerte?
"También de mi entorno familiar. Mi familia es súper lectora, muy reflexiva; no sé si es intelectual, pero sí tiene opinión ante el mundo, es súper aterrizada. Siempre viví en una casa donde se veían más las noticias que la telenovela; podía faltar para cualquier cosa, pero no para el diario "El Sur"; nos privábamos de ir al cine, pero no de comprar la 'Apsi' o la 'Análisis'; yo no esperaba un Sahne Nuss, pero sí un libro de Cortázar o de Benedetti, también de Sábato, y no quería ni ir al colegio para terminar de leerlo.
"Para mi familia, leer, estar en el terreno social, saber en qué mundo estamos era muy importante y a mí se me quedó; después la fui integrando con la suerte que tuve de entrar a la universidad".
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