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Las cumbres de los Velasco

06 de Enero de 2006 | 19:12 |
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Quien conoce a la familia Velasco sabe que las tres mujeres, Marilú, Pilar y Ana María, son férreas defensoras de sus dos hombres, el papá Belisario y el hermano Felipe (“un exquisito”). Con sólo verlos se descubre lo profundamente achoclonados que son y bien se puede decir que aplican la “defensa corporativa”.

Sus padres se separaron cuando eran pequeños y, entre ires y venires, todos se quedaron con Belisario. Esos tiempos, Pilar los recuerda así: “vivimos una infancia bien complicada porque mis papás, llenos de valores y otras cosas, igual fueron bien abandonadores porque cada uno se metió en su cuento político”.

La unión que se forjó entre los cuatro hermanos Velasco los ha llevado a mantener lazos en distintas áreas; las tres mujeres son socias de Extend y Felipe es el abogado de la empresa. “Periódicamente hacemos reuniones que se llaman cumbres porque nos juntamos los cuatro, nos vemos en el Sushihana y almorzamos”, cuenta entre risas.

-¿Cómo fue eso de vivir más con el papá?
“Es que mi mamá vivió fuera de Chile un tiempo, en ese tiempo no era muy maternal, ahora sí está preocupada de nosotros; no creo que tuviera conciencia de lo que me pasaba y el papá, cuando se separaron, descubrió que tenía hijos; creo que antes tampoco tenía conciencia de eso.
“De todas esas cosas uno aprende”.

-¿Has resentido ser parte de una familia sobreexpuesta? Marilú y tú periodistas conocidas, Ana María por ser la primera señora de Alberto Plaza, que decir tu padre.
“Sí, en una medida sí, pero…. Es que estoy tan madura (y lanza la carcajada); te juro, estoy tan madura que lo único que hago es dar las gracias por todas las cosas que me han pasado. No me quejo”.

-Pero te quejaste.
“Me queje, claro, me queje de muchas cosas, de mi infancia, de todo lo que me habían pelado, de lo sola que estaba, de mi ex marido (se ríe). En muchos momentos sentí que la vida era muy difícil para mí, que tenía que poner mucho esfuerzo de mi parte y hoy me doy cuenta que me hicieron lo que soy hoy día, que tengo fuerza y no tengo miedos”.

Casada con Francisco Tepper, tiene dos hijos de su primer matrimonio: Lucas de 14 años y Bautista de 8 y uno del segundo: León, de sólo un año y medio. Cuando se le pregunta si va a buscar la niñita, lo descarta apelando a la edad.

-¿Ya no te quejas de las culpas unidas a la maternidad?
“No, eso se mantiene sobre todo porque tengo uno de un año y medio y está en la casa, en este momento, con neumonía,… entonces (se quiebra). Pero como te decía, me arranco de acá en la tarde, estoy siempre ubicable para mis clientes en el celular y trabajo en el computador en la noche con mucho gusto, pero yo debo estar en mi casa.
“Tengo un poco de culpa, pero asumo que soy una buena mamá, muy cariñosa y hago lo que hacen todas las mujeres de este país que corren de un lado para otro. Además, Pancho es una persona extraordinaria…”

-¿Es de los hombres modernos, cambia pañales y todo eso?
“Pocazo, pocazo” (entre risas).

-Ahí se le acaba la modernidad.
“Sí, me dice (cuando sale y le deja los niños) pero, tú vas a llegar luego, desde esa humildad del que está maniado y no sabe cómo lo va a hacer, pero como compañero mío es genial, es súper tolerante, se traga a mis hermanas, a mi papá y a mi mamá”.

No puede identificar proyectos personales futuros, porque considera que León es uno que está recién partiendo. Reconoce que le habría gustado vivir fuera de Chile, “pero ya no fue mi vida ésa”, y aunque no se dedica a las manualidades (lo dice en broma) no abandona aún la idea de estudiar algo, más adelante, “más bien actualizarse”.

-No te veo dejando de trabajar.
“Nunca, porque es parte de mi ADN. Mi mamá es igual, es trabajólica y yo le quiero entregar a mis hijos la ética del trabajo, de que el trabajo es algo saludable, es la oportunidad de ser una persona con un mundo”.
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