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“He sudado la gota gorda trabajando este tiempo”

Se decidió por la actuación, a pesar de que era un muy buen alumno y tenía excelentes notas; por eso, entre sus preferencias también estaba la ingeniería. No se arrepiente de la decisión tomada; al contrario, está feliz con lo que ha logrado hasta ahora en su carrera, a pesar de las tres teleseries seguidas que tiene en el cuerpo, y espera un rol protagónico a futuro.

11 de Abril de 2006 | 08:55 |
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Está algo cansado y se le nota, graba las últimas escenas de “Gatas y Tuercas” y viene llegando de una locación en exteriores. Sin embargo, es muy acogedor y simpático mientras conversa con Puntomujer. No tiene ni un aire de divo; es sencillo, calmado y parece tener sus ideas muy claras.

Nicolás Poblete es el menor de tres hermanos; nació el 17 de diciembre de 1982 y estudió toda su vida en el Saint George, menos un año que se fue a vivir a Rancagua con sus padres y estuvo en el Instituto Inglés.

-¿Por qué te decidiste por la actuación?
“Desde chico estaba en talleres de teatro en el colegio, me gustaba mucho y siempre quise estudiar teatro. Uno se confunde, eso sí, porque igual a mí me iba súper bien en el colegio. Era seco para la matemática, la física, la química; entonces también pensé en estudiar una ingeniería o algo así. Pero la actuación era lo que más me movía”.

-¿Por qué?
“Me hacía sentirme bien, sacar mis cosas para afuera. Mis enojos, mis penas, mis sentimientos, todo lo que quisiera entregar, lo podía hacer a través de eso. Me di cuenta, yendo al teatro, que era un lugar y una atmósfera que no iba a encontrar en ningún otro lado”.

-¿Qué atmósfera?
“Por ejemplo, cuando me encierro en una sala de teatro y estoy solo, es como estar en mi huevo (hace un gesto con la mano como de protección, como de estar dentro de algo), en mi caparazón; o sea, es un lugar como súper propio, que no lo encuentro en ninguna otra parte. Este tipo de cosas las vivo sólo actuando, así que opté por teatro y nada más”.

-¿Y te fue bien en la PAA?
“Sí, me fue bien en la prueba, me fue súper bien. Entré décimo a la Chile y ese año postularon como 480 personas y quedamos 23. Tuve suerte, también, porque hay gente que postula tres o cuatro veces antes de quedar, yo entré a la primera”.

-¿Egresaste?
“Todavía me queda el egreso. Hice tercer año en la escuela y congelé, me queda cuarto. Congelé, porque estaba la carrera súper dura, súper cansadora. Me quería ir fuera de Chile o a vivir solo a otro lado; al final, me fui a vivir a Pichilemu, a Punta de Lobos, a encontrarme conmigo mismo. Como que estaba muy encerrado en las cuatro paredes del teatro y quería ver más vida para cultivarme más como persona, pero todo enfocado hacia la actuación”.

-¿Lograste descansar?
(Se ríe) "Justo ese año me empezaron a salir las pegas en televisión y estoy aprovechando esta racha de trabajo, donde he aprendido mucho y no he echado mucho de menos la universidad, porque aquí tengo grandes maestros, que podrían ser mis profesores en cualquier universidad.
“Nada, quiero volver a terminar la carrera cuando sea como un privilegio, como un gusto. No quiero que sea como la típica exigencia de tener tu cartón, esa que te piden los mayores, que te dicen nooo, tú tení que tener tu cartoncito. Yo quiero hacerlo para darme un gusto”.

-¿Cómo llegaste a la televisión? ¿Te presentaste a un casting o te llamaron?
“Me llamaron para hacer un casting en Canal 13 y también me fueron a ver a una obra de teatro que yo estaba haciendo”.

Se trataba de “La hora del té”, escrita por uno de sus compañeros de curso y que ganó el “Festival de dramaturgia y dirección Víctor Jara”, que se hace en la Escuela de teatro de la Universidad de Chile todos los años. Con esa obra ganaron un fondo con el que pudieron itinerar por distintas facultades de esa casa de estudios. También montaron una temporada y ahí fue cuando lo descubrieron.

-¿El primer papel fue en "Tentación"?
“Sí. Me fueron a ver a la obra y les gustó el trabajo que hice ahí, les interesé y salió la posibilidad de hacer un personaje entretenido en 'Tentación' y ahí me fui quedando aquí”.

Se ríe, tímido, como que si todavía no creyera lo bien que le ha ido en el canal católico. Lleva tres teleseries en el cuerpo, sin parar: el simpático y maduro joven campesino de Tentación, Ramón, hermano de la protagonista Sigrid Alegría; el joven y celoso pediatra Luciano, de “Brujas” que, finalmente, se casa con la estrambótica Candela (Elvira López). Hoy es Pedro, un joven radio operador enamorado de Europa (la debutante Javiera Díaz de Valdés).

-¡Tres temporadas al hilo!
“Tres teleseries seguidas, sin vacaciones, sin nada; así que he sudado la gota gorda trabajando este tiempo. Pero es algo que hay que hacer, yo creo, si es que uno quiere establecerse y ser actor. A lo que uno se quiera dedicar, hay que ponerle empeño y trabajo”.

-¿Ahora descansas?
“Sí, paro un rato. Me quiero ir de vacaciones, porque estoy súper, súper, súper cansado”.

-¿A dónde te vas?
“Me voy a México con unos amigos. He juntado mis ahorritos y no como hace un año y medio he estado puro trabajando, así que nunca me he pegado unas vacaciones tan cototas”.

Se va con un amigo de la universidad y sus respectivas pololas. Primero van a Ciudad de México; después a recorrer el sur para hacer surf y conocer lo más posible.

-¿Con los amigos del colegio te sigues viendo?
“Sí tengo a todos mis amigos del Saint George y los veo harto. Es divertido, porque, también actuando acá me encuentro con puros georgianos: el Diego Muñoz (uno de mis mejores amigos y compañero de curso es su hermano menor), Pablo Díaz, el Seba Arrau (que es el que está escribiendo la teleserie), La Claudia Burr… pucha, hay millones de georgianos que están metidos en este mundo, así que uno se encuentra con la misma gente del colegio”.

-¿Por qué crees que tanto georgiano se dedica al mundo del arte?
“Porque es un colegio en que no te imponen la educación, sino que tú mismo vas buscando tu camino. Desarrollan todos los aspectos del ser humano y en el Saint George, el teatro es muy importante. Las academias son súper buenas y ya desde el colegio empiezas a tomar esto con seriedad y a ver que es un camino importante”.

-¿Cómo así?
“Es un camino de hacer cosas grandes, de llegar a la gente. Para mí, el teatro y las artes son las formas más bellas de hacer política. De poder criticar a la sociedad, de poderle un espejo. El arte es una forma noble, sabia y madura de crecimiento para el ser humano, muy necesaria.
“En comparación, para mí tiene la misma importancia que haber estudiado leyes y haberme dedicado a la política y llegar a ser Presidente de la República, o ser un ingeniero y tener empresas y dar muchos empleos. Para mí poder hacer teatro y comunicar es algo que tiene exactamente el mismo valor… o mayor, para mí”.

-¿Tus papás qué dijeron cuando elegiste teatro?
“Sí, mira, siempre me fueron a ver al colegio, les gustaba. Ahora, no estuvieron muy contentos, porque –como te decía- me iba bien en esos otros ramos, siempre transmitía con ingeniería y ellos pensaban que podría haber dejado el teatro más como un hobby.
“Yo creo que es porque no sabían. Los papás todavía creen que estudiar teatro es ir a jugar y a divertirse, no saben cuán dedicada y sacrificada es la carrera”.

-No será que pesa la cosa económica también.
“También, también, a cómo vas a vivir y todo; pero, al final, si uno logra, como he tenido la suerte, de encontrar una pega en televisión y darme a conocer más. Yo, por lo menos, les he demostrado que puedo ser independiente y vivir muy bien de esto… hasta el momento”.


Su amor-odio por el teatro

Amante de la cueca y el golf... ¡plop!

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