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Un mal que se aprende a sufrir en silencio

Este mal afecta a un tercio de las mujeres durante su vida, pero pocas lo conocen.

30 de Mayo de 2006 | 13:10 |
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Si ante un estornudo, una tos compulsiva o un ataque de risa aparece asociada incontinencia urinaria, por leve que sea, es un signo para no dejar pasar, pues puede ser indicio de un problema mayor en las mujeres llamado prolapso genital.

Y no es una realidad de pocas: un tercio de las mujeres van a sufrir algún tipo de prolapso genital durante su vida; de éstas, un tercio requerirá cirugía y, de este último grupo, un tercio necesitará una segunda intervención.

El problema es que muchas ni siquiera saben que se trata de una enfermedad o bien creen que es el costo de haber tenido hijos.

"Es una situación común en todos los países. Una gran cantidad de mujeres no consulta porque se avergüenzan o porque creen que es algo normal que ocurra con los años", comenta el doctor Peter Dwyer, jefe de la Unidad de Uroginecología del Hospital Mercy (Australia), quien participó en las Jornadas Gineco-obstétricas que organizó la Clínica Alemana en Santiago, en el mes de octubre pasado.

El prolapso genital es un descenso de las paredes vaginales y otras estructuras internas; a veces la mujer sólo siente una incomodidad, pero en casos más severos se puede llegar a notar externamente.

El principal factor iniciador es el parto vaginal. No se ha logrado determinar por qué el parto de una paciente produce prolapso y el de otra no, pero sí se conocen ciertos factores asociados de riesgo. Por ejemplo, el peso del recién nacido (más de 4 kilos), el uso de fórceps, la realización de episiotomía (incisión en la zona perineal), períodos expulsivos de final de parto muy prolongados o número de partos.

Si bien puede existir incontinencia de orina después de un primer parto a los 30 años, el grupo grande que presenta prolapso como una patología quirúrgica bordea los cincuenta. "Y es que a lo largo de la vida se van dando otra serie de factores descompensantes, tales como obesidad, estreñimiento, menopausia, envejecimiento de los tejidos, tabaquismo, tos crónica, etc.", explica el gineco-obstetra y jefe de la Unidad de Piso Pélvico de la Clínica Alemana, César Desouvieres.


Consulta temprana

Lo esencial es partir por consultar a tiempo, por ejemplo, si detecta incontinencia de orina con los esfuerzos, urgencia incontrolable por orinar, sensación de peso en la zona genital, protrusión de masa vulvar, incontinencia anal y molestias al tener actividad sexual.

El doctor Dwyer explica que la incotinencia urinaria -principal síntoma- puede tratarse en sus niveles más leves con un programa de ejercicios específicos, los que siempre serán aconsejables como medida de prevención. "La mayoría de los programas implica efectuar unas tres veces al día una rutina con 5 a 10 contracciones breves (del sistema esfinteriano de la pelvis), seguidas de otras 5 a 10 contracciones más largas". Por su parte, la vida sexual activa, lejos de empeorar la situación, es un ejercicio indicado.

Si no resultan estas medidas, el paso siguiente es la cirugía. A su juicio, las técnicas actuales son variaciones progresivas de lo que se estaba haciendo antes. En algunos casos involucra usar tejidos artificiales o los mismos tejidos de la paciente (nativos) para tratar de reconstituir la anatomía original.

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