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“Esa basura que escondemos bajo la alfombra, algún día nos va hacer trastabillar”

23 de Noviembre de 2006 | 10:57 |
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Carlos Pinto insiste en que él es sólo la cabeza visible de un gran equipo de producción que realiza uno de los programas más difíciles de hacer en la televisión chilena, porque no resiste organización ni programación, por lo menos en las entrevistas a los reclusos o los involucrados. “Todos los sí se convierten en no y todos los no se podrían convertir en sí; así que vivimos en una constante angustia para hacer ‘Mea culpa’”.

Asegura que no es que le interese la morbosidad ni los hechos policiales porque son temas que tiene un alto rating, sino que, como es un hacedor, considera que el programa le dio la oportunidad de insertarse en un mundo que para él era muy desconocido y para el público más todavía. “Esta posibilidad de llevar las cárceles a los living de las casas me resultó muy provocativa”.

-¿Cuál es el aporte del espacio?
“Hoy, las cárceles son concesionadas, tienen algún grado mayor de dignidad y, honestamente, creo que algo tengo que ver en eso. Nosotros mostramos la indignidad, el hacinamiento, la suciedad. Creo que algo tengo que ver algo. Inquieté el ambiente al tomar esta fotografía en movimiento y llevársela al espectador y decirle que esa basura que escondemos bajo la alfombra, algún día nos va hacer trastabillar”.

-¿Basura?
“Nosotros, con un ánimo clasista, no consideramos a esa gente parte nuestra. Quizás toda la discusión que yo tuve en los inicios de ‘Mea culpa’ fue decir esta sociedad es nuestra, los delincuentes nos pertenecen y este tipo de delincuencia lo generamos nosotros. De verdad siento que, al mostrarle todas estas imágenes, la gente se dio cuenta que los delincuentes también son parte de esta sociedad. Y, en la medida que mejoren sus condiciones carcelarias, existe alguna posibilidad de rehabilitación y de menos odio hacia los que tienen más. Hoy es factible ver gente rehabilitada”.

-Hablemos de la edición, ¿esas cámaras a trasluz, esa postura un poco sobreactuada, el tono de voz, sirven para contar la historia o tú eres así en la realidad?
“Nooo, creo no ser así, pero ese personaje también es parte mía y no lo niego. Tiene que ver con un perfil de mi vida que yo atribuyo a la cosa lúdica; a mí me gusta jugar y, como en un programa tan serio no puedo hacerlo, se fue formando este personaje que la gente ayudó a crear. Ahora yo lo respeto y lo sigo y me acompaña a todas partes (se sonríe, de nuevo, como si no hablara en serio, dejando ese lugar a la duda que tanto le gusta”.

Reconoce que antes de grabar sus apariciones, manejan varias posibilidades –según él, todas muy cómicas- y se quedan, siempre, con la que más les divierte.

-Ah, o sea, juegan un poco a reírse de ustedes mismos.
“Es que no puede ser de otra manera. Tú no puedes entender que esto que es tan terrible, lo puedas hacer con amargura”.

-¿A qué le atribuyes el éxito del programa?
“Bueno, las encuestas dicen que es un espacio adictivo; la gente que lo vio, no puede dejar de verlo, se queda ahí. Es uno de los programas que menos movimiento tiene durante los comerciales. Es que es educativo, finalmente, para ciertas clases sociales. La gente humilde aprende a no hacer lo que ahí se hace y les enseña a sus hijos que eso no se debe hacer, porque si no terminarán así mismo.
“Además de otros plus que se han ido descubriendo con el tiempo: es uno de los únicos programas que provocan diálogo después de que termina. Los temas, uno los lubrica para que la gente pueda conversar. Generalmente los espacios que nos siguen tienen muy alto rating y es porque el público se queda conversando y no cambia de canal”.

-¿Has pensado dejar de hacerlo?
“Sí, claro, muchas veces, porque me cansa mucho. Lo termino y me dan ganas de irme de vacaciones. Después, la gente lo pide y vuelven las ganas de hacerlo. En el fondo, le doy el gusto más al público que a mí”.

-¿Qué te pasa cuando entrevistas a los delincuentes?
“Desde el principio del programa evité ser un justiciero de la gente; la justicia ya operó, favorable o negativamente, por lo tanto, yo no le hago promesas a los entrevistados. Mi único fin es poder contactarlos y que cuenten lo que me quieran contar. Yo ya sé lo que pasó; ellos verán.
“El programa –que es amado por los psiquiatras y psicólogos- muestra, más allá de lo que el tipo dice, sus gestos, sus movimientos, sus miradas. Hay gente que claramente te miente, pero ¡qué importa!”.

-¿Nunca has perdido la paciencia?
“La he perdido, sí, claro, pero pocas veces. Cuando la pierdo, represento a mucha gente, pero me convierto en persona, dejo de ser profesional. Para mí son señores, hayan hecho lo que hayan hecho”.

-¿Quiénes aceptan hablar contigo?
“Me he dado cuenta que los que aceptan, lo hacen en un momento que es casi mágico, porque llevan tiempo negándose a sí mismos lo que hicieron y va alguien como yo, que les golpea la espalda y les dice ¿tú quieres hablar?, y es lo que ellos querían. Tienen un talón de Aquiles y uno se los toca y dicen bueno, ya, quiero contar que no fue tan así. Tienen la necesidad de decirle a sus hijos, a su gente, que no fue tan así, que están arrepentidos y les hablan a ellos, a través de nosotros”.

-¿Hay temas que te cuestan más, como los violadores u otros?
“He luchado siempre por lo que como ser humano me llega. A mí, los crímenes que tienen que ver con niños, me duelen y me emocionan mucho. Me duele muchísimo ver a hombres que atentan contra sus propios hijos y me emociooona. Ver sus relatos y cómo llegaron a cometer un delito de esa magnitud, uf, cada vez me conmueve más, fijaté.
“Parece una frase hecha lo que te voy a decir, pero este es un programa que se tiene que hacer con mucho cariño y sentimiento. Yo no he dejado de sentir, todavía y ojalá que nunca lo haga, porque si eso sucede, va a significar que ya nada tiene sentido y que las historias van a pasar por sobre mí. Sigue siendo cautivante para mí ir a la cárcel”.

-¿Casos que te parezca que fueron mal juzgados?
“Ah, sí, a menudo me pasa eso, a menudo. Porque uno se convierte un poquito en un psicólogo y uno va entendiendo los tonos en que hablan, las miradas y sabe cuándo hay mucha verdad, cuándo hay arrepentimiento y cuando hay un grado de inocencia o no fue tan así como lo juzgaron. Gracias a ello, en nuestro historial, hay casos en los que hemos demostrado que hay gente que ha sido acusada injustamente. Suman muchos los hechos en que nuestra intromisión le dio una dirección distinta a juicios que ya estaban hechos”.

-¿Te molesta haber perdido el reinado del rating frente a “Locos por el baile”?
“Yo no sé si me esté ganando... “Mea culpa” no está compitiendo con el baile; cuando empecemos a las 10 de la noche, juntos, ahí que me comparen. El canal lo puso a otra hora y es EL programa que tiene más rating de 11 a 12 de la noche... lejos...llegamos sí o sí a los 30 puntos ¡Qué te pasa, es extraordinario! Honestamente, sin el ánimo de quitarle el bulto a nada, no estamos compitiendo”.


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