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“Me gusta ganarme bien la plata”

22 de Noviembre de 2006 | 16:16 |
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Sus padres le enseñaron de pequeña a moverse en el mundo de los negocios y trámites. La mandaban a los 10 años a comprar o al banco a depositar. A esto se sumó el hecho de que su padre le regaló una máquina de escribir Olivetti para una Navidad, cuestión que la hizo una experta.

Quizás por eso, cuando término el colegio, en vez de seguir estudiando, decidió ingresar directamente al mundo laboral. Fue contratada como telefonista-dactilógrafa en la empresa FrigiChile, dedicada a la refrigeración. Al año la nombraron jefa de ventas, en señal de que atributos tenía.

“Siempre he trabajado en rubros de hombres”, cuenta. Después de trabajar muchos años en FrigiChile y cuando esperaba a su tercer hijo, decidió ayudar a su marido en el negocio de la venta de repuestos de frenos que él importaba.

-¿Cómo fueron tus inicios en este negocio?
“La importadora atendía a todos los repuesteros y garaje y yo quise conocer el negocio, por lo tanto, salí a repartir, a cobrar, cuestión que no voy a decir que me gusto, porque en ese época, el sector donde estaba este negocio era 10 de julio, barrio complicado para mujeres.
“Igual me las arreglé y fue así como me di cuenta que nosotros perdíamos porque había un intermediario. Le dije a mi marido que llegáramos al usuario final con nuestro propio negocio directo al público que abrimos en Lira, en 1983. Después la gente nos dijo que éramos los que más sabíamos de frenos, que por qué no hacíamos el servicio y fue así como comenzamos. Hoy somos la cadena más grande en este tipo de servicio rápido llamado ‘serviteca’”.

De ese primer taller a hoy, Central Frenos cuenta con 14 locales, incluido uno en Viña del Mar, tiene 200 empleados, una base de datos de 25 mil clientes fidelizados y factura cerca de US$ 8 millones anuales; en diciembre inauguran otro en Estoril. A esto se suma la importadora de repuestos y de maquinaria para servicio de automóviles.

-¿Qué te llevó a tomar la gerencia general de la empresa?
“Somos una empresa familiar y a mi marido le gustó la idea. Era un desafío, pero para mí fue como innato. Lo que pasa es que mi marido es el tuerca, él es el que sabe de técnica, el que tiene contacto con los proveedores en el extranjero porque el tema de frenos es sumamente especializado. En este país, donde hay tantas marcas de autos, comprar un stock errado de frenos puede significar que te quedes con ellos por años.
“Todo eso le demanda bastante tiempo, tiene que estudiar mucho, en cambio, yo me dedico a la parte financiera. Asumí la gerencia en 1986, al poco tiempo de lanzarnos al negocio del servicio. Lo hice cuando ya conocía del negocio, cuánto se demora un vehículo en repartir, cómo se hacen las facturas, todo”.

-¿Fuiste autodidacta?
“Sí, aunque he hecho unos cursos de administración; acabo de terminar un diplomado en la Universidad de Los Andes.
“De la familia soy la única que no fui a la universidad”.

-¿Pero no fue un impedimento?
“No. Creo que en la vida uno debe ponerse desafíos, sin importar los problemas que se presenten. Yo los he tenido, no creas que se me ha dado todo fácil; he tenido que lidiar con bancos, proveedores nacionales, con extranjeros, con los mismos clientes… hoy que somos la cadena más grande, no falta el que quiere sacar algún partido al asunto argumentando un mal trabajo. Además, siempre me he asesorado con buena gente, creo que eso es importante, tener la humildad de preguntar cuando uno no sabe; así como no decaer al primer obstáculo.
“Es un espíritu de saber luchar”.

-¿Ser mujer en este mundo tan masculino te puso trabas?
“Creo que hay un rechazo innato en un principio; ir a una reunión de puros hombres…”

-Y donde se va a hablar de temas de hombres.
“Claro, hay un rechazo. Me ven entrar y me miran como diciendo qué va a hacer esta señora en esta reunión”.

-¿Te han negado cosas por ser mujer?
“No, creo que he sabido aprovechar las ventajas de ser mujer porque se pueden decir las cosas más directamente. En dos ocasiones me ha pasado algo diferente; en una ocasión una persona muy mal educada no me miró en toda la reunión a la que fui acompañada de mi hijo y eso que estaba sentada a su lado. En otra, cuando quisimos abrir nuevos locales, el gerente de riesgo de un banco no quería visitarme; la ejecutiva lo tuvo que convencer y cuando llegó al local me hizo que le explicara para que servía cada máquina, porque creía que iba a perder tiempo si hablaba con una mujer de frenos”.

-¿Te queda mucho por hacer?
“Mira, el servicio que damos es bueno, fundamentalmente en el tema honradez. Los garajes están muy desprestigiados, la gente cree que no le van a hacer las cosas que dicen. Nosotros, de siempre, hemos luchado por lo contrario y por eso capacitamos a la gente. A mí me interesa vender, desde luego, esto es un negocio, pero me gusta ganarme bien la plata.
“Los chilenos tenemos una viveza mal entendida, pero en los talleres no me gusta que según la cara del cliente o según el auto le peguen el palo. No, yo quiero hacer negocio para futuro, quiero mantener a la clientela. Hay que hacer el negocio de hoy día pensando en el negocio de mañana”.

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