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Los desafíos de una pareja de políticos

20 de Diciembre de 2006 | 16:20 |
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Aunque no están legalmente casados, Romy Schmidt y Antonio Leal, actual presidente de la Cámara de Diputados, llevan más de 13 años de vida conjunta.

Se conocieron cuando él ya había dejado su militancia en el Partido Comunista y estaba en el Partido Democrático de Izquierda (PDI) y ella en el Partido Humanista, intentando quedarse dentro de la Concertación.

El flechazo no fue a primera vista. Él, separado, después de su exilio en Italia, parece que sí quedó inmediatamente atraído por la joven abogada.

-Él es mucho mayor que tú.
(Se ríe)”Sí, pero no voy a decir cuánto, pero tiene algunos años más que yo (de 41).
“Me llamó mucho la atención porque era una persona muy distinta a mi círculo de amistades; era un ciudadano del mundo que había vivido situaciones muy complejas en este país y además escribía maravillosamente. Fue una cosa muy sutil; primero me interesé en él como ser humano, nunca pensé en Antonio como pareja. Con el tiempo lo fui conociendo, me daba sus artículos para que los leyera. Así, con el tiempo, empecé a sentir que la relación era muy interesante”.

Desde comienzos de 1994 iniciaron su convivencia y tras el cambio de siglo, resolvieron agrandar a la familia, cuestión que se tradujo en el nacimiento de Lucas,que hoy tiene 6 años.

-¿Cómo fue tener a Lucas?
“Ha sido una maravilla. Estuvimos muchos años solos y lo pasamos el descueve, era súper entretenido; viajábamos harto, yo trabaja mucho y teníamos mucha actividad política, pero yo quería ser mamá y lo conversamos. Nos costó un poquito que resultara, pero después que nació Lucas me cambió la vida”.

-¿Tanto así?
“Sí, me la cambió drásticamente porque yo era una mujer muy libertaria –hoy es más común, pero yo tuve a Lucas a los 34 años- y pasar a que alguien dependa de tu pechuga fue un gran paso. Fue un poquito traumático al principio, además, Luquitas nació con una asfixia severa lo que hizo que los primeros meses fuesen complicados, pero después fue un enamoramiento total de los dos por este niño que es muy alegre.
“Lucas es divertido, echa tallas, es gozador de la vida al ciento por ciento. Normalmente es muy inquieto, agotador, con energía, pero nos conquistó y Antonio está absolutamente derretido por él”.

-¿Como se han repartidos los roles de crianza?
“La verdad es que, hasta que asumí en este cargo, casi todos me los llevaba yo. Antonio tenía presencia y de hecho es más estricto que yo, él es la bruja; tienen una relación bien de hombre y dejan a la mamá de lado.
“Hoy, desde que soy ministra, nos turnamos para poder viajar. Lamentablemente los parlamentarios tienen que pasar en sus distritos y por eso, uno de los dos se tiene que quedar en la casa. Cuando a él le toca, tiene que cumplir con todos los roles como llevarlo al colegio, acostarlo, porque la nana está hasta cierta hora”.

-¿Esta ha sido la mayor dificultad de ser una pareja de políticos?
“Sin duda. Esto tiene una cosa muy bonita, que es que no hay rutina, cada día es distinto. Con Antonio siempre hemos conversado mucho de política porque nos entretiene e interesa así que ese es un tema, más que cualquier otro, incluso los domésticos y familiares, que nos consume, pero tiene la gran dificultad que es difícil construir familia así”.

-¿Cómo compatibilizan la agenda?
“Bueno, normalmente es uno u otro el que está en política, los dos juntos es muy difícil y son pocos. Además, los dos estamos en cargos complejos lo que ha hecho las cosas más duras. Éste es el gran dolor que tengo que aminoro con la maravillosa oportunidad que tengo de estar en este cargo. Ahora... se sobrevive, se puede, pero obviamente el Lucas alega más de que su mamá sea ministra que su papá sea presidente de la Cámara”.

-¿Antonio Leal es un poquito machista?
“A ver, Antonio no es un tipo que sepa ir al supermercado, pero lo hace. Ahora, cuando lo hace llega con la mitad y muchas de ellas innecesarias.
“Sin embargo, ha sido una persona muy generosa, francamente, en mi desarrollo personal él ha sido clave, me exigió que siguiera estudiando y me apoyó para que yo fuera ministra. Él tiene muchas actividades protocolares y yo no puedo acompañarlo siempre y nunca se ha quejado. Me ha dejado el espacio para desarrollarme”.

Preocupada de que no queden dudas sobre la buena disposición de diputado, Romy Schmidt relata que los fines de semana, cuando ella está cansada, él sale con Lucas para que ella pueda dormir o juntarse con sus amigas.

-¿Cómo han manejado los problemas de protocolo? Tú vas, en orden, mucho después de él.
“Desde el primer día separé las aguas. Cuando se es pareja de una persona con agenda propia hay que hacerlo. Si voy como ‘señora de’ me siento a su lado, pero si voy como ministra y él como diputado cada uno se sienta donde le corresponde y yo lo hago con el gabinete.
“En el Te Deum evangélico a mucha gente le pareció extraño y no entendió que Antonio estuviera solo adelante y yo más atrás, pero yo ocupo el lugar que me corresponde según la ocasión”.

-Una vez dijiste que sabías que eras la segunda en la vida de Antonio, después de la política.
(Se ríe) “Es así, pero no es algo que me conflictúe; lo tuve claro des del primer momento y me he acostumbrado. Lo vivo con orgullo porque siento que Antonio se desvive por una causa muy justa. No sería así si me cambiara por hacer dinero.
“Además, me ha dejado lugar para desarrollarme. Al final del día ha sido positivo”.

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