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Morena, pero sin sol

A juicio de los dermatólogos, el uso de autobronceantes es la alternativa más saludable para lucir una piel bronceada. A diferencia del sol y la radiación artificial de los solárium, estos cosméticos no dañan la piel y aseguran un resultado bastante natural.

19 de Enero de 2007 | 10:22 |
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Lucir una piel bronceada durante el verano es una aspiración común entre las mujeres. Y para ello las opciones tradicionales son tomar baños de sol o acudir a una cabina de solárium. Sin embargo, son tantos los daños asociados a cualquiera de estas prácticas que a estas alturas la solución cosmética de los autobronceantes resulta la alternativa más inocua sin dejar de ser efectiva.

El mecanismo de acción de los autobronceantes es el mismo, independiente de la marca o de si se trata de un producto para cara o cuerpo. La modificación del tono de la piel se produce debido a una sustancia presente en estos cosméticos, la dihidroxiacetona o DHA. Se trata de un tipo de glucosa que al combinarse con un aminoácido natural de la piel provoca la coloración mediante una acción oxidativa que ocurre en la epidermis. El resultado es visible en unas horas; sin embargo, su efecto desaparece en forma progresiva en tres o cuatro días, por el proceso de descamación natural de la piel. Razón que explica que el autobronceante deba reaplicarse constantemente para mantener el tono bronceado.

El doctor Rodrigo Loubies, dermatólogo de Clínica Orlandi, asegura que el uso de autobronceantes es la mejor forma de broncearse, pues no daña la piel y evita los riesgos de la exposición al sol. "En segundo lugar está tomar sol, siempre y cuando se haga en sesiones cortas y con la debida protección (SPF 30 en pieles blancas y SPF 20 en morenas). Y en último, los solárium, ya que tienen muchos riesgos asociados a la radiación que emiten, en especial si los tubos ya están gastados pues aumenta la posibilidad de que se emitan radiaciones cancerígenas".

El médico advierte que cuando los autobronceantes tiñen la piel no ocasionan un cambio en la melanina, pigmento natural que al activarse nos protege de la radiación solar en forma natural. "Por eso, aun cuando la piel esté morena por el producto hay que usar filtro en caso de exposición al sol a fin de evitar posibles quemaduras". El resultado de color varía según la calidad del producto y el tono natural de la piel. Por eso, explica el especialista, no siempre lo que le sirve a una persona tendrá buen resultado en otra. "El ideal es que cada quien pruebe entre distintas marcas, consciente de que no siempre el más caro es el mejor para uno".

Hoy existen autobronceantes específicos para cara y cuerpo, en distintas texturas y enriquecidos con vitamina E y emolientes para cuidar la hidratación de la piel. También hay otros que poseen activos antiedad para combatir el envejecimiento prematuro, o que incorporan efectos satinados.

Al margen de la especificidad de la fórmula, el doctor Loubies dice que es necesario tener en cuenta algunas pautas básicas de aplicación a fin de conseguir un color uniforme. "Antes de aplicar el autobronceante hay que exfoliar la piel, así se eliminan las capas más superficiales y el producto se adhiere a las más firmes y permanece por más tiempo. Tampoco hay que olvidarse de hidratar la piel inmediatamente después, porque los autobronceantes tienden a secarla. Además, en la medida en que esté mejor hidratada el color durará más pues se retrasa la descamación".
Maquillaje solar
El maquillaje también ayuda a lucir una piel bronceada. Para eso hay que acudir al llamado maquillaje solar, que busca recrear los efectos del sol en la piel. Hay bases, polvos compactos, geles y brillos cuyo objetivo es reproducir el tono que adquiere naturalmente la piel cuando se broncea. Éstos, a diferencia de los autobronceantes, no provocan un cambio en el tono natural de la tez. El resultado es momentáneo y se traduce en un acabado más dorado y luminoso.

Hay productos de cara y cuerpo, y en variados tonos, de un bronceado sutil a uno más intenso. En cuanto a la naturalidad de los resultados, depende mucho de una correcta aplicación. La maquilladora Minata Rodríguez, recomienda: "La base debe aplicarse desde el centro de la cara hacia los extremos, y para que dure más se puede fijar con polvos translúcidos, que además matifican los brillos. Los polvos bronceantes hay que ponerlos en las zonas altas de la cara. Es decir, pómulos, punta de la nariz, frente y mentón. Si se pone en toda la cara, ésta se verá más redonda".

Otros consejos son: hay que extender el producto hasta que se absorba, evitando la zona de las cejas y la línea donde nace el pelo. Es importante lavarse las manos inmediatamente después de la aplicación, sino quedarán manchadas, y esperar una hora antes de mojarse la cara, para favorecer la acción bronceadora.

Los riesgos del solarium

Hay quienes creen que el solárium es una forma saludable de broncearse. Sin embargo, es sabido que la radiación que se emite en estas cabinas tiene varias consecuencias. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dictó una resolución en la que desaconseja su uso debido al riesgo de contraer cáncer a la piel. Según la OMS, entre las principales consecuencias está el cáncer a la piel, lesiones oculares y reducción de la eficacia del sistema inmunitario. Se advierte que 20 sesiones de solárium equivalen al sol que toma una persona durante todo un año, de ahí los riesgos.

La doctora Tatiana Riveros, dermatóloga de Clínica Alemana y miembro de la Sociedad Chilena de Dermatología, explica que a corto plazo el solarium puede provocar quemaduras solares en distintos grados y daño ocular. "A largo plazo acelera el envejecimiento de la piel, ya que los rayos UVA llegan a las capas más profundas donde están las células de colágeno y el pigmento, lo que se traduce en pérdida de firmeza, manchas y arrugas prematuras. Además, se produce un importante daño sobre la información genética de las células, muchas de las cuales se vuelven malignas, aumentando el riesgo de cáncer".

La doctora dice que con 20 sesiones de solárium en un año ya aumenta el riesgo de cáncer, y que en los grandes usuarios ese riesgo se duplica. "Los solárium emiten principalmente UVA, lo que hace que la persona no sienta que se está quemando y disminuye su autoprotección. Además, no sólo reciben la radiación de cabina, sino que también se exponen al sol ambiente".

Consciente del peligro, el Ministerio de Salud, en cooperación con la Sociedad Chilena de Dermatología, elaboró un reglamento que norma el funcionamiento de los solárium y busca garantizar la seguridad de los usuarios. El documento, que aún no entra en vigencia, exige a los recintos colocar carteles con información sobre los riesgos de la radiación artificial. Además, los clientes deben tener un carné especial antes de atenderse que contenga su consentimiento antes de recibir la radiación y la calendarización de las exposiciones acumuladas. Los registros deberán estar a disposición de la autoridad sanitaria y se conservarán durante 10 años.

La norma también dice que los rayos UVB no pueden superar el 1 por ciento del total de exposición ultravioleta, ya que se sabe que desencadenan efectos más profundos. Asimismo, se consignan más de 80 medicamentos que pueden provocar una respuesta fototóxica o fotoalérgica, y que sólo pueden acceder mayores de 18 años. "Por su estilo de vida los jóvenes tienen una mayor exposición a la radiación natural. Por otra parte, ésta reduce la función inmune de la piel, capacidad que hasta antes de esa edad no está completamente desarrollada", explica la doctora Tatiana Riveros.









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