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El "samurai de lo audiovisual"

27 de Febrero de 2007 | 08:58 |
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Desde que comenzó su carrera como actor, Remigio Remedy no le a dicho a nada que no. Ha participado en múltiples obras de teatro y en una treintena de teleseries; entre ellas, “Oro Verde”, “Fácil de Amar”, “Cerro Alegre” “Marparaíso”, “Machos”, “Brujas”, "Amor en tiempo récord" y “Floribella”. Su paso por el cine fue en “Límite”, una película sin pena ni gloria, pero que, según él, le dio gratificaciones a nivel profesional.

Asegura que en los 20 años que lleva como actor jamás estuvo ni estará tras la fama y el dinero, pero tampoco le ha gustado vivir "al tres y al cuatro, sin pagar cuentas”. Por eso reconoce que una de sus falencias es no haberse preocupado de haber estudiado algo más, ya que eso le ha impedido desarrollarse mejor. Considera que le faltó orientación, a pesar de que su familia nunca se interpuso y lo apoyó.

-¿Por qué estudiaste teatro?
“Estudié teatro en la Universidad Católica. Había hecho teatro en el colegio cuando chico y llegué a cuarto medio sin aún tener nada claro. Pensé en lo que tenía sentido para mí y lo que me proporcionaba mayor satisfacción, y entonces recordé que era cuando estaba haciendo teatro.
“Tenía fotografías y resonaba mi gran personaje que fue el de San Francisco de Asís. Lo recordada con mucha satisfacción; además, no me sentía bien con ninguna otra materia. Decidí estudiar teatro, pero creo que estudié muy poco y me quedé sólo como un saltimbanqui, debí haber hecho, insisto, algo más”.

-¿Falta de estabilidad laboral?
"Sí, porque no me casé con ningún canal, pero es un riesgo que todo actor debe correr. Sin embargo, he ganado la oportunidad de conocer y trabajar con canales grandes y chicos, y con distintos elencos".

-¿Recuerdas tu primera obra?
“Como alumno hice ‘Esperando la Carroza’. Era una comedia, pero no de sexo, (se carcajea). Era un niño, entregaba flores... es que tenía cara de guagua y no me servía para actuar en muchos papeles; ahora puedo peinarme distinto y tengo cara para todo, ¡hasta para la maldad!”

-¿Y ya recibido?
“Mi primera experiencia en el teatro, ya en función, fue con una universal del poeta y dramaturgo Federico García Lorca, que escribió en 1928, llamada “El paseo de Buster Keaton”. Con esa obra fuimos a Manizales (Colombia) en el año '87 y la fueron a ver muchos compañeros; es hermosísima y se trabajó con artistas que son hoy grandes directores como Alfredo Castro, Rodrigo Pérez y Pablo Acuña”.

-¿Algún chasco que recuerdes?
“Obviamente, hay montones de historias, como los blancos, que son momentos aterradores. ¡Hoy se pueden manejar!, pero antes, uno se ponía pálido, se terminaba la magia por completo y empezabas a ver los pies del público".

-Cuéntame cuál fue el peor momento.
“En una ocasión estuve al borde del terror en 'La vida es sueño', de Calderón de la Barca, en verso. Mi mente se puso en blanco y el que hacía del personaje de Segismundo, abrió un ojo y se dio cuenta que yo decía cosas incoherentes, cualquier cosa, aunque en verso y con la medida exacta; le bastó con decirme una palabra y todo regresó a mi memoria”.

-¿El público se dio cuenta?
“No, estoy seguro que no. Además, estoy convencido de que la gente no ve toda la obra; la percepción humana no alcanza a percibir todo, porque la historia que ves te transporta a recuerdos por segundos y cuando regresas de ese viaje te pierdes de cosas mínimas”.

-¿Cómo llegaste a la televisión?
“Justamente haciendo 'La vida es sueño' me vio Sonia Fuchs -que murió junto a su marido en un accidente- y me llamó. Ella era dueña de una productora y me presentó a Ricardo Vicuña y allí empezó mi viaje televisivo”.

-¿Tenías aprensiones con la televisión?
“Sí en ese tiempo y muchas. Me sentí discriminado y muy mal en mi interior, sentí mucha rebeldía e incluso rompí cosas y la pasé muy mal”.

-¿Entonces por qué lo hiciste?
“Al principio como una experiencia, pero también como medio de vida. Sentí mucha confusión y sentí que me aparté del teatro: no fue fácil. Hoy en día, las cosas son distintas, no tengo ningún problema con ello; ahora mis problemas son económicos”.

-¿Pero la televisión también te da fama y dinero?
“Nunca he buscado la fama, pero sí el dinero (se carcajea largamente y luego guarda silencio por unos segundos)... Tengo que satisfacer mis necesidades. No me gusta estar al tres y al cuatro, sin pagar las cuentas (reitera), pero la verdad, ¡No busco ni fama ni dinero!"

-¿Hay que estudiar para hacer televisión?
“No se necesita estudiar para hacer televisión... para nada”. (Aprieta los labios y mira hacia el piso)

-¿Te has considerado galán en algún momento?
“Nunca, jamás me he considerado galán. Además creo que para ser galán se necesita tener ángel y tener características distintas. Pero hoy en día ya no me estoy resistiendo a nada”.

-¿Por qué no has hecho papeles protagónicos?
“Al principio hice. Después me gané unos al interior, con una importancia secundaria pero que pasaron a un primer plano como en ‘Cerro Alegre’, con mi personaje de Rafael Méndez. Pero más que galán, han sido personajes con cierto carácter (guarda silencio por unos segundos), me gustan los personajes medios sinvergüenzas y, hoy en día, creo que puedo hacer cualquier cosa".

-¿A qué se deben los cambios de un canal a otro?
“Algunos me dicen que soy el ‘samurai del audiovisual’, ando con mi katana y donde hay que cortar corto y luego sigo, nadie me retiene. Trabajo en todos lados, en donde me llaman; este año trabajé en el canal 11, en TVN y ahora en canal 13.
"Pero también siento que nadie me retiene. Y me han llevado en la vida a ser un samurai. Es bueno, porque adquieres experiencia y variedad, pero también es malo porque no tienes estabilidad y bueno un actor debe acostumbrarse a esto, es lo que sufre un actor siempre. ¡Simplemente se tiene que llevar su poesía y seguir caminando!"
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