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La esperanza de que no sea una golondrina que no hizo verano

13 de Septiembre de 2007 | 09:57 |
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La Corporación Humanas vio la luz en 2005, cuando un grupo de mujeres consideraron que en Chile no había un seguimiento de las obligaciones del Estado con respecto a los derechos humanos de las mujeres.

Para ello, establecieron una suerte de observatorio de las normas internacionales así como del trabajo legislativo que se realiza, levantando una voz jurídica en temas de género.

-¿Bajo qué concepto se debe entender hoy el feminismo?
“Creo que efectivamente, hoy día, lo que se entiende por feminismo, si uno se atiene a una concepción súper simple, no ha cambiado en términos de sentido común; lo que ha cambiado es la percepción sobre el feminismo.
“El feminismo es un conjunto de conocimientos, de prácticas, que tienen por objeto la emancipación de la mujer, porque lo que se constata es que existe una subordinación, supresión, como quieras llamarle, frente a los varones. Esto, en general, se ha entendido como que las feministas quieren dar vuelta la tortilla y la verdad es que no. Lo que se plantea desde el feminismo es que, siendo la dominación de las mujeres la más antigua que hay en la historia, de resolverse, se van a superar otras desigualdades. Ésa ha sido siempre la lectura, ahora ¿cómo se logra eso? Hay mujeres que han planteado desde revoluciones a reconocimientos de derechos; unas han planteado hacer las mismas cosas que los hombres, otras valorizar las que hacen las mujeres. Ahí no existe un feminismo, son muchos, pero en común hay que las mujeres seamos sujetos en la sociedad, que no seamos apéndice de nada”.

-En esta mirada tan amplia, ¿no crees que se ha impuesto un discurso más confrontacional hacia los hombres que inclusivo de ellos en los cambios?
“Creo que no. Las mujeres reconocen en el feminismo un motorcito que las ha ayudado a conquistar derechos. Históricamente, uno no le pide al movimiento obrero que, cuando lucha por sus derechos, integre a los empresarios, que dialogue, sí. Esto es lo mismo, es un movimiento social que está luchando por un reconocimiento de derechos que significa, lamentablemente, que hay otros que tienen privilegios por el sólo hecho de ser hombre...”

-Y que los tienen que perder.
“Entra una mujer, sale un hombre. Eso es así en el poder; en el ámbito laboral, si no hubiera discriminación habría más competencia entre hombres y mujeres para ingresar a un puesto, pero está más garantizado que entre un varón porque las mujeres tenemos el costo de ser mamá, de las licencias; son todos elementos que juegan en contra y nosotros lo que decimos es generemos un piso de igualdad de condiciones y veamos qué pasa, porque tenemos las mismas capacidades”.

-Con todo lo que se ha avanzado, ¿cuánto ha cambiado la situación de la mujer en democracia?
“Creo que mucho y debo decir que una muestra de ello -lo que no significa que estemos en el punto final- es que hayamos elegido Presidente a esa mujer y no a otra, porque es esa mujer la que instituyó el tema de la paridad en el Gobierno. Se ha avanzado, porque durante el régimen militar el modelo que había de mujer era uno solo: subordinado... mujer en la casa, con los hijos y en ayuda social. Obviamente, en democracia se amplían los modelos de mujer y tienes a las que están en sus casas porque optan, hay otras que no tienen otra posibilidad; mujeres que combinan profesión con trabajo; mujeres que no quieren tener hijos.
“A eso se le suma que durante estos últimos 16 años has tenido un proceso de derogación de normas que discriminaban, ya quedan muy poquitas y se han establecido reglas de igualdad sobre todo en el ámbito familiar y laboral; nos faltan en el ámbito político, que no hemos logrado todavía”.

-¿Cuáles son las desigualdades más graves que se mantienen?
“Un tema que no es menor es que siga existiendo el régimen de sociedad conyugal como el obligatorio para las parejas que no optan; esto no tiene sentido hoy y hay otras regimenes que no parten de la base de que las mujeres no son capaces de administrar sus bienes. Otro tema, claramente, es el de la previsión, si se sacan cuentas nosotras duramos más que los hombres y tenemos muchas lagunas previsionales que van a hacer que la población femenina envejezca más pobre y ese es un tremendo problema.
“Y el último problema es la dificultad de la mujer para acceder a espacios de poder”.

Lorena Fries ahonda señalando que es fundamental que las mujeres accedan a esos espacios porque ello cambiará la conversación del grupo; si son sólo dos, los temas los monopolizan los hombres. “Las mujeres aportan su experiencia y por lo tanto, lo más probable es que se tengan agendas que incluyan temas que son de especial atención para ellas sin que por ello sean feministas”.

Comenta, de paso, que la Presidenta Bachelet, cuando asumió, tenía una agenda de género, pero que ésta le ha costado muchísimo implementarla.

-¿Por qué?
“Partió en el programa hablando de una ley de cuotas que no ha podido sacar; partió aplicando la paridad y si bien, no la rompió con la salida de las dos ministras, se rompió en términos de la importancia de las ministras que sacó, porque eran del comité político. Está por verse qué va a pasar con la reforma previsional... no le ha sido fácil.
“¿Por qué? Porque creo que todavía hay mucha resistencia; en ámbitos más sociales, como eliminar la discriminación en la salud, es más fácil avanzar, pero en el ámbito del poder, que es como al final el reducto en el cual se deciden los grandes temas de la sociedad, ahí sí está complicado”.

-¿Crees que hay un sesgo machista en la mirada que se tiene de su gobierno?
“Sí, eso de todas maneras. Creo que tiene que esforzarse más, tiene que demostrar más, todo es el doble y la crítica también. Además, ojo, hay una vista panorámica sobre ella; no sólo importa lo que hace en público, sino que también lo que hace en privado y eso no pasa, generalmente, con los mandatarios varones”.

-¿Cuál va a ser el destino de las mujeres tras el gobierno de Bachelet?
“Las aspiraciones es que no haya, y creo que no lo va a haber, retroceso. Se abrió una expectativa que venía arrastrándose desde los ’90 -en las encuestas las mujeres decían que el 80% del país era machista-, porque había un malestar incubado. El apoyo que le dieron las mujeres que, en general, votan centroderecha, a una mujer concertacionista muestra que el voto no fue ideológico, sino que de apoyo a ella por ser mujer; en ese sentido hay un cambio que no tiene retroceso: las mujeres podemos. El tema va a ser cuánto podemos, y el test que vamos a tener que superar es que, el próximo gobierno, sea de la Concertación o la Alianza, no puede tener una política de ausencia de las mujeres en el espacio de poder. Si no, quiere decir que esto fue una golondrina que no hizo verano”.

-Por las señales dadas, no habría ley de cuotas y se privilegiaría el incentivo financiero a quienes lleven más candidatas. ¿Te da lo mismo?
“No, no me da lo mismo, incluso es más, creo que las dos cosas tienen que ir. En los países en donde ha habido ley de cuotas y sanción para las listas que no incluyen a mujeres, su participación ha subido de un 7% a un 35%. Los casos más exitosos son Argentina y Costa Rica. En donde se han dado incentivos económicos o la sanción ha sido multa, los partidos prefieren pagar las multas por no llevarlas. Podemos seguir con lo mismo. Los incentivos, efectivamente sirven, pero tienen que ser bastantes sustantivos para conseguir que las mujeres estén en las listas. Las multas deben ser bastante onerosas o la premiación, bastante gananciosa. Insisto, la ley de cuotas -que es más bien de equilibrio cuando somos el 50% de la población -es súper necesaria porque va rompiendo todos los obstáculos que tienen las mujeres que no sólo son económicos, sino también jurídicos y políticos”.

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