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Un aprendizaje cotidiano

02 de Noviembre de 2007 | 10:07 |
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¿Conoces la teoría del huevo y del jamón que Pilar Sordo utiliza para explicar la diferencia que existe entre involucrarse y comprometerse con una persona?

Pues bien, la teoría es simple, pero demasiado gráfica, casi cruda. Para hacer una tortilla de jamón con huevos se necesitan dos ingredientes, el huevo y el jamón, obvio. El primero lo aporta la gallina y el segundo, el chancho.

El tema está en que para aportar el huevo, la gallina sólo se involucra, pero el chancho, para aportar el jamón se compromete, porque tienen que matarlo.

Bueno, esa es la diferencia entre las parejas cuyos miembros sólo están involucrados y aquellas donde están comprometidos, dice Pilar.

La psicóloga, en su exposición ”Vivir en pareja, un aprendizaje cotidiano” es categórica. Involucrarse comprende desligarse rápido y por eso existen tantas fórmulas hoy para denominar ese tipo de relación: amigos con ventajas o amigo con raspe.

Comprometerse, en cambio, son palabras mayores. Es cuando ya se habla de pololeo, que sólo con ser mencionado implica la construcción de una realidad.

En los tiempos que corren formar pareja, conseguir un pololo, pareciera ser todo un logro, pero Pilar Sordo aclara que es ahí cuando comienza el verdadero trabajo y esfuerzo. Es ahí cuando se empieza el aprendizaje que implica estar comprometido y no involucrado.

“Para hacer pareja hay que aceptar al otro y eso significa renunciar a querer cambiarlo”, dice. Para ello es importante detectar cuales fueron las características del otro que nos atrajeron y de paso, reconocer también aquellas que no nos gustaron. Y entonces tener claro que con esa realidad debemos relacionarnos.

Y cuando se acepta al otro tal cual es, entonces se puede comenzar a establecer una intimidad con él.

La profesional asegura que hoy las parejas se constituyen sabiendo, de antemano, que no van a construir un proyecto futuro común y por eso, no es difícil encontrarse con mujeres profesionales que no les importa meterse con un hombre casado y transformarse en su amante. Ellas quieren sólo involucrarse y no comprometerse.

Según señala, la pareja debe ser entendida como un proceso no como un objetivo; se debe pasar por cada etapa y para eso es necesario voluntad y decisión.

Espacios únicos

Pilar Sordo asegura que las parejas tienen que dar varios pasos en conjunto para poder mantenerse en el tiempo, de ahí el aprendizaje cotidiano.


Las parejas –señala- deben dejarse un espacio propio, inviolable, que les permita conectarse y desenchufarse de las múltiples interferencias diarias como la pega y los hijos.

“La primera crisis de una pareja es cuando la mujer deja de serlo, para ser o convertirse sólo en mamá, o sea, deja de ser la mujer de su esposo”, aclara.

Insistente, la profesional remarca que hoy las parejas se han convertido en financistas de una familia y en padres, pero han dejado de ser parejas.

Pilar cuenta que es común que las mujeres se quejen de que el marido no les reconocen que le tienen la casa limpia, le cocinan rico, cuidan a los niños, les planchan la ropa y, bueno, cuando ellos quieren sexo, a veces, ceden. Pero advierte que en esos casos, el hombre dice que para tener todo eso puede pagar (tener una nana), que lo quiere es una mujer.

Al respecto, sostiene categórica que en el plano sexual se debe tener presente que el deseo se tiene y se vive mientras se práctica.

Otro elemento importante a considerar por las parejas es la necesidad de poner límites a los hijos. Y además, la pareja debe perdonarse, o sea, pedir perdón y otorgarlo muchas veces para seguir caminando.

Dar testimonio

Quizás uno de los aspectos más importantes que Pilar Sordo resalta es que la pareja debe dar testimonio de serlo.

La psicóloga reconoce que los matrimonios enfrentan hoy una gran contaminación social que se expresa cuando uno dice que lleva 20 años de matrimonio y los otros le contestan que eso es posible sólo porque ya se acostumbraron. O cuando alguien comenta que tiene problemas y la mayoría de los consejos que recibe es que se separe.

“Tiene que haber una decisión de amar al otro y eso requiere voluntad y ésa es la estructura más débil de esta sociedad donde hacer un esfuerzo es visto como una estupidez”, afirma.

La pareja debe construir pareja todos los días y debe tener presente que el modelo que construyan es el que aprenderán sus hijos. O sea, si es una pareja sin compromiso, que sólo pelea, se queja o reclama será imposible que sus hijos vean al matrimonio como una alternativa atractiva y establecerán todas sus relaciones desde el punto de vista de involucrarse y no comprometerse.

“La voluntad debe ser testimonial frente a los hijos. No se puede llegar al final con la pareja si no hay fuerza de voluntad”, indica.
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