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Proyectando los genes

Los talentos innatos no son la única variable para desarrollar un gran deportista. El perfeccionamiento gracias a los entrenamientos y la respuesta a dichas prácticas también aportan.

13 de Mayo de 2008 | 10:08 |
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¿Cuáles son las bases del rendimiento humano? Por supuesto que la pregunta sobrepasa al ámbito deportivo, y la respuesta es atingente a todo nuestro campo de acción como hombres.

Yendo al tema del rendimiento deportivo y sus límites, estamos determinados como individuos genéticamente, heredando cualidades innatas de "entrenabilidad". También estamos determinados por factores ambientales, que en el caso del deporte se trata del entrenamiento, y que se reflejan en nuestro grado de adaptación al ejercicio y la perfección del gesto atlético.

Las cualidades innatas son las que deben ser valoradas o descubiertas tempranamente en su grado de iniciación o de selección, "el diamante en bruto", que debe ser pulido a través del camino de la educación psicofísica.

Aquí entran a tallar factores sutiles como el entrenador y cuerpo técnico del deportista como elementos educadores y motivadores, los programas de entrenamiento, y los subterfugios tecnológicos y técnicos. Con la modificación del gesto técnico para llevarlo al límite de la eficiencia biomecánica basados en el análisis del movimiento humano se han roto marcas otrora consideradas imposibles.

Con el uso de aparatos para efectuar mediciones fisiológicas, es decir, de funcionamiento del cuerpo de los deportistas, como del consumo de oxígeno, del umbral láctico, etc. se puede valorar mejor la respuesta al entrenamiento y readecuar los programas y pautas de ejercicio en relación a mediciones y resultados.

Heredamos talentos innatos que perfeccionamos con el entrenamiento, que es la variable ambiental. Pero nuestra capacidad de respuesta al entrenamiento también es hereditaria, es decir, genética.

Alguien que no ha entrenado nunca y que al hacerlo resulta muy bueno, es porque tiene condiciones genéticas para una determinada disciplina deportiva. Con entrenamiento puede haber distintas respuestas. Algunos llegan a altos niveles, y otros mantienen su nivel, con un bajo grado de "entrenabilidad". Dicho de otro modo, talento y entrenabilidad se heredan. Como también el espíritu de competencia.

En este desarrollo, dirigido a los atletas de alta competición, primero hay que evaluar si están sanos, luego saber si hay efectos negativos en su entrenamiento, y por último hay que optimizar los métodos de trabajo. Para esto es preciso hacer un diagnóstico de entrenabilidad o respuesta al entrenamiento, evaluando las condiciones psicológicas, fisiológicas y bioquímicas de los deportistas, a través de test físicos, psicológicos y mediciones de laboratorio, para determinar su momento actual. Esto nos permitirá eventualmente predecir la respuesta máxima, o dilucidar por qué no pueden superar sus límites, es decir, por qué han "tocado techo".

La capacidad genética determina el potencial que heredamos para desarrollar las cualidades físicas que se requieren para un deporte en particular. Con ese potencial nacemos. El desarrollo de ese potencial es el derrotero del deportista desde su génesis a su estrellato.

Cada deporte exige diversas cualidades. Un saltador de largo como Mike Powell (8.95 metros/1997) necesita una musculatura y una capacidad de coordinación neuromuscular extraordinarias, así como un Abebe Bikila basa su trabajo en su capacidad aeróbica.

Pero hay algo más...
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