Se ríe cada vez que se toca su gran guata, apretada en una polera deportiva. Y se ríe porque está feliz: después de tres niñitas que van de los 10 a los 2 años y medio, tendrá -por fin- a su primer hombre, Itán. Él vendrá a competir con Erika, Yunaira y Joslaine.
Erika Olivera asegura que para ella la maternidad y su familia siempre han sido un tema súper importante, razón por la cual se mantuvo abierta a quedar embarazada incluso antes de algún campeonato internacional importante como una olimpiada.
“Ellas fueron planificadas; cada una nació después de un Juego Olímpico, pero este embarazo me pilló de sorpresa”, dice.
Recuerda que a su primera la amamantó hasta el año, razón por la cual la acompañó a la corrida de San Silvestre. “Me preocupé todo ese año de estar cerca de ella, de criarla, pero después de ese año, me tuve que ir fuera de Chile a entrenar, hacer la pretemporada y pasaba tres meses sin llegar a la casa. Después estaba un mes y me volvía a ir de viaje y eso lo resiente”, afirma.
Para esta deportista no es tema menor. Cree que una de las razones por las que ninguna de sus hijas gusta de la actividad física es precisamente sus ausencias, de que los domingos, en vez de quedarse en la casa regaloneando, se tenga que levantar a las 7 de la mañana para ir a competir.
-¿Te reclaman?
“Sí, pero les digo que esto para mí es un trabajo y que tengo compromisos. El dedicarme a ser atleta es mi trabajo”.
-¿Eso no te alivia la culpa?
“Un poco, pero igual la siento. De repente mis amigos me dicen que he sido buena mamá y eso me lleva a pensar que es verdad, pero a veces los niños te hacen una pequeña crítica y te sientes mal, te empiezas a preguntar en qué fallé. Igualmente la Erika es bien madura y entiende”.
-¿Sale a correr contigo?
“No, porque me dijo que correr era muy cansador”.
Erika estuvo casi 13 años junto al (su) entrenador Ricardo Opazo, a quien conoció cuando empezó a correr en Puente Alto. Estuvo con él en los buenos y malos momentos de su vida deportiva, pero a comienzo del año 2007 la relación terminó.
“Como entrenador es uno de los mejores que tenemos en el país, es uno de los mejores formadores”, afirma y sólo aclara que sus últimos años como pareja fueron difíciles porque alargaron la crisis pensando en el bienestar de sus hijas.
En octubre del año pasado Erika se volvió a casar con un atleta, Leslie Encina, quien también corre, distancias más cortas (1.500 metros), en representación del Ejército.
-¿Tiene sus pro y contra estar casada con alguien también vinculado al deporte?
“Entre uno y otro hay diferencias. Con Ricardo, que era mi entrenador, él cuidaba mucho que no me enfermara y estuviera bien. Ahora, al estar con una persona que hace lo mismo, que sabe lo que se siente corriendo, que se siente angustia. A Leslie lo he acompañado estos meses y he sentido angustia por esperar el resultado de sus carreras, angustia por el dolor que se siente al correr.
“Trato de no meterme en lo que él hace, en cómo afronta la carrera, aunque a veces le digo cómo lo vi. No quiero influir”.
-¿Eso no hace que el deporte sea un tema demasiado presente en tu vida?
“Es un tema presente, pero con Leslie hemos sabido desconectarnos. No hablamos de atletismo”.
-¿Ricardo sigue siendo tu entrenador?
“En este momento no estoy entrenando, pero estamos trabajando juntos en las escuelas que tenemos acá en Recoleta. Creo que cuando vuelva a las pistas lo voy a hacer en un principio sola. ¿Por qué? Porque hay todavía cosas que superar, hay que mantener distancia”.
Explica que si bien a Leslie lo conocía del círculo deportista desde el 2003, nunca pensó en que sería su pareja. “Volví a caer en el deporte”, dice entre risas.
El año pasado, cuando ella definió que le gusta, lo recibió como una bendición. “Apareció en el momento indicado, pololeamos tres meses y nos casamos. A los pocos días de hacerlo supimos que estaba embarazada. Por algo pasan las cosas”, cuenta.
-¿Hasta cuándo vas a correr?
“Hasta que pueda, cuando el cuerpo me deje o mi cabeza diga no quiero más, pero eso es difícil. Creo que voy a correr hasta que pueda seguir ganando; siempre he sido ganadora y cuando ya no pueda subir a un podium voy a decir hasta aquí no más”.