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Al rescate de la intimidad familiar

Madres con culpa, padres con el dilema de la paternidad e hijos demasiado preocupados porque a sus papás les vaya bien y estén estables son los hitos que definen a la familia moderna según el sicoterapeuta Kurt Ludewig, con más de treinta años observando el cambio del núcleo familiar en Alemania y Europa. Ve a los padres confundidos y les aconseja: "No se preocupen tanto de las horas, sino de buscar una relación íntima con los niños; y siempre recuerden que los chicos sólo se perderán si sus padres se pierden como referencia".

09 de Julio de 2008 | 09:23 |
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"Hoy vivimos en un mundo en que nos podemos dar el lujo de elegir qué hacer. Hace un largo tiempo que ya no estamos en la misma situación en que se concibió la familia en siglos pasados, cuyo principal fin era el resguardo de sus miembros en torno a un patrimonio y a la crianza.

Hoy, las parejas están teniendo muchos menos hijos y las mujeres ya no se están quedando en la casa para criar. El estilo de vida ha cambiado, y por ende también el de hacer familia", explica el sicoterapeuta chileno-alemán Kurt Ludewig, profesor de los hospitales clínicos de las universidades de Hamburgo y Münster.

Cuando habla de este cambio en el estilo de "hacer familia" no sólo se refiere a las transformaciones demográficas que ha sufrido este núcleo -como el descenso de las tasas de natalidad, el aumento de los hijos nacidos en una relación de convivencia o el crecimiento del número de familias monoparentales-.

Se refiere especialmente a los cambios que él ha visto en los padres e hijos a través de los estudios y de su labor práctica en consulta. De partida, cree que en un escenario como el que vivimos hoy, la familia ha sufrido más cambios de forma que de fondo, y que está lejos de desaparecer:

"La familia ha traspasado todos los intentos que se han hecho por aniquilarla porque los niños siguen necesitando tener papá y mamá, poder identificarse con alguien del mismo sexo y del sexo contrario. Las personas necesitan una familia o algo equivalente, porque el tipo de intimidad que se da en ella no se da en ningún otro tipo de relación. La relación emocional es espontánea, de manera que no hay necesidad de normarla. Tenemos necesidad de estar en contacto con padres, hermanos, abuelos; es natural y bueno", argumenta.

Sin embargo, hay situaciones que han hecho que sus miembros reformulen cómo se vive esta intimidad entre ellos. Uno de ellos, explica el especialista, es que la madre haya abandonado su rol de crianza las 24 horas del día para participar del mundo del trabajo. "Eso ha acarreado muchas inseguridades para ellas en la relación con sus hijos: no se sienten lo suficientemente impregnadas de lo que les pasa, porque por su doble rol no pueden estar constantemente conociéndolos. El hijo, entonces, comienza a quedar fuera de su ámbito, más aún si sólo llegan a darles de comer y acostarlos. Se convierte en una relación rara, con poca desenvoltura. Ese es, creo yo, el gran problema de las nuevas familias, que la relación padre-hijo ya no es tan natural como en tiempos anteriores".

Madres y padres: el dilema de la paternidad

El especialista señala que la mujer que es madre y trabajadora se ve obligada a vivir el dilema conocido: ser madre por un lado, y profesional por el otro. "No creo que hasta ahora existan soluciones claras para esta problemática. Es en cierto sentido un sistema lose/lose: O pierde sus posibilidades de realización intelectual, social, cultural y profesional y se autodelimita a ser ama de hogar, o pierde su posibilidad de realizar su deseo interno de ser buena madre dedicada a su familia. Viéndolo así, nosotros, los hombres, vivimos más fácil".
Ser pareja madura: un acto emocional
"Si hoy dos jóvenes de 20 años se casan, la posibilidad de que lleguen a morir juntos es de menos de un 50%", advierte el doctor Kurt Ludewig, haciendo un panorama sobre la pareja del siglo XXI. "Muchos jóvenes están viviendo por años con sus compañeros y no piensan casarse, lo encuentran absurdo, e incluso le tienen miedo al matrimonio, porque si firman un documento, pueden pensar en divorciarse, en cambio si no están casados, ésa no es una pregunta.

Se sienten atados por algo que tiene un sentido más emocional. Casarse es exteriorizar el compromiso y que éste pase a tener una repercusión", describe para explicar las cifras.

Esto ha llevado a que los especialistas revisen no sólo los conceptos de matrimonio, divorcio y convivencia, sino también el de fidelidad y monogamia:
El secreto de una relación de pareja duradera
Según el terapeuta, depende de que dos personas se desarrollen en forma paralela. 'Pero en la práctica, se están desarrollando de una manera muy distinta. Por eso, a lo más las relaciones de hoy duran 20, 25 años o se separan muy jóvenes". En esto, dice, también tienen responsabilidad los hombres, "porque ellas son las que se llevan el trabajo pesado, por mucho que se hable y se promueva la igualdad de los sexos".

Cómo sobrellevar las crisis
El especialista dice que es esencial mantener el vínculo emocional vivo, pero esto tiene que darse espontáneamente, no se puede programar.

No sirven las recetas
"Cuando dicen quiéranse, ámense, dense espacio para compartir en pareja... eso suena bien, pero en mi experiencia eso no resuelve el problema, cuando lo que sucede es que dejaron de quererse y no encontraron otra forma de compañerismo más que la sexualidad y el amor.
Encuentro maduro de la pareja 'Sólo si un hombre y una mujer han encontrado una forma madura de encontrarse mutuamente, de ser compañeros, de ir mano en mano por la vida entonces tienen mejores chances. Pero eso no depende de si salen a bailar o pasan mucho tiempo, sino del tipo de relación. Y eso no es un acto consciente, sino emocional".

Si las mujeres viven la culpa, los hombres también están viviendo su propio "dilema de la paternidad", dice Kurt Ludewig: "Acá en Alemania se está hablando bastante de eso, de que los hombres deberían ser más vinculados y más emocionales, más comprometidos con la crianza de sus hijos. Y claro que hemos logrado que se acerquen un poco a ellos: en los países nórdicos, en los '60 los padres ni siquiera tocaban a los niños. Pero es un proceso al que todavía le queda camino por recorrer; los padres todavía tienen que hacerse más responsables de sus hijos. Hoy, un papá puede ser muy comprometido, pero si el partido de fútbol comenzó, las cosas cambian, se apaga el "canal niños", dice.

Y pone otro ejemplo: "Las mujeres saben que si tienen una guagua, deberán hacerse cargo de ellas por los próximos 20 años; en cambio, para el hombre es mucho más fácil irse. Ahora, con el aumento del divorcio, se han incrementado los padres de fin de semana, y muchas veces son padres con un desgarro emocional tan grande que se llevan una o dos veces a sus hijos y después prefieren no seguir viéndolos, porque no están preparados para ser padres. No todos tienen el entrenamiento emocional, y prefieren dar un paso hacia el lado".

Los hijos, por su parte, también han cambiado su forma de ver a los padres respecto a como lo hacían antaño, observa el especialista. Hoy, se les ve excesivamente preocupados por el éxito de sus progenitores, y verlos flaquear o desestabilizarse, advierte, podría ser el origen de muchos de los trastornos que sufren durante su niñez y adolescencia: "En mi práctica clínica lo que veo mucho son niños muy preocupados de que a sus papás les vaya bien y estén estables. Para ellos es difícil aceptar ver a su mamá llorando, una mamá depresiva o un padre violento, y tratan de regular la situación a su modo, pero les faltan las herramientas; por eso reaccionan, molestando, llamando la atención o enfermándose. Eso podría explicar la gran cantidad de niñas anoréxicas o niños con trastornos emocionales que tenemos hoy día", afirma.

"Las madres no se miden por metros, sino por calidad"

Pese a este nuevo escenario, el doctor Ludewig tiene una visión optimista, donde se hace necesario que padres, madres e hijos asuman el contexto en el queviven y manejen las herramientas para construir el espacio de encuentro.

A las madres, en primer lugar, les repite que lo importante no es tanto la cantidad como la calidad del tiempo que le entregan a sus hijos. "Como se dice aquí en Alemania, las madres no se miden por los metros, sino por la calidad. Por el bien de ellas, no deberían preocuparse tanto de cuánto tiempo le entregan a sus hijos, sino por tratar de construir una relación lo más íntima posible con ellos; tanto, que el niño aprenda que, si la mamá no está cuando él llega del colegio no importa porque la siente completamente para él cuando ella llega", explica.

Asume que para las madres éste es un gran desafío, porque no sólo llegan a la casa agotadas, "sino porque ellas todavía se hacen cargo de la mayor parte de las tareas del hogar, y no tienen toda la ayuda de los hombres que necesitan", ejemplifica. Cuenta que le toca ver a muchas mamás que sufren porque no les queda toda la energía que quisieran para compartir con sus hijos y les gustaría tener una vida familiar más intensa, "pero con los tiempos que corren es casi imposible esa alternativa. Por eso, insisto en la idea de que no es más tiempo el que hay de darles, pero sí más intensidad; hay teorías sicológicas que demuestran que padres que se dedican a sus hijos medio día tienen hijos más sanos que aquellos que viven las 24 horas en función de ellos. Y esa intensidad debe durar hasta los 12, 13 años por lo menos".

Otro desafío que deben asumir los padres es no temer a hacer frente a sus hijos adolescentes. En su consulta, el sicoterapeuta les advierte que no es que los jóvenes hoy sean más rebeldes que sus antecesores, sino que absorben los cambios de una manera mucho más rápida, y por eso ellos quedan descolocados, sin pautas de acción, en un contexto donde el concepto "padre determina-adolescente obedece" muchas veces se torna impracticable: "Hay que recordar que son los adolescentes los que absorben los cambios de manera más rápida. El problema es de sus padres, que no saben cómo tratarlos.

Y aquí, el gran desafío es que los adultos acepten la responsabilidad de ser el marco de referencia de sus hijos. Los chicos pueden ser rebeldes en la forma, pero sólo se pierden en el fondo si sus padres se pierden como referencia. Ellos siempre van a tratar de combatir y pasar límites, pero van a mantener la relación intacta".

Agrega además que mucho se habla sobre los efectos de la televisión, o de los videojuegos en las conductas de riesgos de los niños, pero que lo cierto es queson los padres los principales puntos de referencia. "Mientras ellos ejerzan un buen control emocional sobre sus hijos, los harán menos víctimas de todas las cosas que están pasando. Yo creo que lo fundamental, y eso va a seguir así - a pesar de los cambios en las familias- , es la relación humana, que nos hace a nosotros lo que somos. Esas relaciones buenas, intensas, derechas, se dan especialmente en la relación familiar".

Señala que los padres deben afianzar su relación con los hijos más allá de promover espacios de conversación entre ambos. Por ejemplo, compartiendo juntos espacios domésticas como las comidas, las tareas o los juegos. A ojos de Ludewig, esta dinámica no sólo enriquece a los niños, sino también a los padres. Así lo evidencia con su propia experiencia: "Mi mujer trabaja todo el día en su consultorio, y yo durante las tardes trabajo en investigación desde mi casa. Soy yo quien se queda con nuestro hijo y lo llevo al fútboly le reviso sus tareas. Hace 20 años ni siquiera pensaba que algún día viviría así, y me gusta y me hace bien".