Once mil 176 divorcios se efectuaron en Chile el año pasado, junto con quinientos setenta y tres nulidades, según el Registro Civil, representando cifras considerables de parejas que decidieron tirar la toalla y recomenzar una nueva vida, dejando atrás su proyecto familiar.
Ricardo Viteri, director de Separados de Chile, asegura que de estos quiebres, seis de cada diez son por infidelidades, aunque “la mayoría no se presenta en tribunales como tales, pues son difíciles de probar. Pero esa causal gatilla la problemática de convivencia y posterior separación”. Por otro lado, un 20% da como motivo de su ruptura los conflictos económicos o diferencias de proyectos en la pareja, y el otro 20, tal vez el argumento que menos se discute, la violencia intrafamiliar en su relación.
En el caso de la infidelidad, Viteri subraya el hecho de que “la víctima presenta la causa judicial y no está dispuesto a perdonar. Sin embargo, hay casos -curiosamente cada vez más de hombres que de mujeres-, en que sí están dispuestos a perdonar a su esposa infiel pero es la mujer adúltera la que no desea otra oportunidad pues se siente mejor en la nueva relación”.
Sea la infidelidad o las famosas “diferencias irreconciliables”, que suelen aparecer en las demandas de divorcio de personajes como Nicole Kidman con Tom Cruise o Britney Spears con Kevin Federline, lo cierto es que el psicólogo, terapeuta familiar y de parejas, Marco Aurelio Barrientos, asegura que, más que eventos específicos que provoquen el quiebre, “el motivo de separación en una pareja es siempre uno solo: el desamor o, si se quiere, la falta de fortaleza del vínculo que une a la pareja (…) Por lo menos un miembro (de ésta) sucumbe a la emoción de la decepción, al desencanto, a la distancia, en una especie de camino en espiral que finalmente llega a un punto sin retorno, esto es, al reconocimiento personal de que el cariño se acabó, de que ya no se siente amor por el otro y por lo tanto, el deseo de permanecer en pareja se extingue”.
| ¿Cómo se comporta el amor? |
El libro más vendido de todos los tiempos, la Biblia (se estima que anualmente se venden unos 20 millones de ejemplares en el mundo) explica que “el amor es paciente, es afable; el amor no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero ni busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con la injusticia, simpatiza con la verdad. Disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre”. 1 Corintios 13:4-8
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Barrientos explica que casos como los de la infidelidad hacen que un matrimonio se replantee la calidad de la relación que lo une, “empujándolos a tomar decisiones respecto de su futuro. Aunque muchas veces esas decisiones no son claramente predecibles, y es bastante común escuchar en terapia frases del tipo
‘siempre dije que jamás aceptaría una situación como ésta… y sin embargo, aquí estoy tratando de componer las cosas”.
¿Se acaba el amor?
Como nunca, la Real Academia explica de una manera casi inspiradora el significado de una palabra. En este caso, el amor: “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión,
nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”.
Es algo parecido a lo que el terapeuta llama
“el goce en la convivencia”, y lo explica como “la emoción original que nos lleva a estar en pareja: el gozar en la convivencia con el otro. (…) Cuando nos acercamos a otra persona para formar una pareja, lo hacemos porque nos gusta, porque lo pasamos bien con ella, porque nos hace reír, porque la sola compañía de esa persona nos resulta placentera”.
Barrientos asegura que son los mismos motivos antes descritos, que explican su término de “el goce de la convivencia”, los que incitan a tomar la decisión de casarse, “como una forma de perpetuar el placer de la compañía con esa persona”, a menos que las razones hayan sido por causas de fuerza mayor, como podría suceder con un embarazo.
Todo suena lindo, pero se acaba. Desde su sitio web, Viteri puede decir que con los casos que se acercan a su comunidad virtual, está seguro de que el fin de ese sentimiento es absolutamente factible.
No sólo él. Barrientos parece coincidir con la idea, diciendo que el amor se puede acabar si no se cuida. “Love is a flower”, cantaba Lennon. Y para que esa flor crezca, el terapeuta aconseja darse “el espacio para la intimidad, el goce y las cosquillas con el otro”. Esto significa sumarse al “exquisito desafío” de redescubrir a la pareja, que con los años y la convivencia ha cambiado al igual que uno.
Llegar al minuto en que un matrimonio se cuestiona si vale la pena o no luchar porque la relación sobreviva a diversos factores que provocan una crisis, “resulta una vivencia muy dolorosa que, contrariamente a lo que algunos piensan, es la última de las alternativas que una pareja se plantea”. La historia de los dos, en este escenario, “estará plagada de situaciones que han quedado inconclusas o mal resueltas. Es importante que la pareja observe cómo está resolviendo sus problemas (y hay que) pedir ayuda cuando no se encuentra salida a la situación. En estas condiciones, la terapia de pareja siempre es una buena idea”, aconseja el terapeuta.