"Todo artista, en general, es malagradecido”, dice Roberto Dueñas, el hombre emblema de la farándula, uno de los máximos representantes de la opinología y uno de los manager más controvertidos del país.
Sus dichos suenan amargos, aunque el otrora ‘Koala’ y ‘Peluche’ asegure estar curado de espanto en el mundo de las cámaras, modelos, promotoras de team y programas de cotilleo.
“Uno también es tonto; creo que no manejé muy profesionalmente las cosas, sino que me fui muy en el plano personal y si uno es manager tiene que limitarse a lo profesional. En el caso del Willy (Sabor) fui su gran amigo y en el de la Marlen (Olivari) fui su marido”.
Así es. Vida privada, pública y profesional son difíciles de separar en Roberto Dueñas. Casado antes con su representada, la ex exitosa show woman que reventó la sintonía de “Morandé con Compañía”, es imposible olvidar que la postura de argollas fue vendida a una revista y su matrimonio a un canal de televisión. No sólo eso. La decisión de separarse también fue generosamente compartida por Olivari, en un programa matutino, mientras Dueñas callaba a su lado. Claro, eso hasta ese momento, porque después pudo ser conocido el dolor del ex marido en TV. Todo después de que la actual novia del kinesiólogo del Colo-Colo, Alejandro Kock, decidiera poner toda la silicona a la parrilla y aumentar dadivosamente el tamaño de sus pechos y que apareciera en un evento de Juvenal Olmos, totalmente ida y preguntándole a Karen Doggenweiler:
¿Cómo está tu marido?.
–Bien, por ahí anda. ¿Y el tuyo? –le dijo la animadora de TVN.
–No tan bien como el tuyo –contestó una Marlen de palabras arrastradas.
Alejado, comillas varias, de la teleserie en la que se transformó su vida en un minuto y cansado, como dice, de trabajar de noche en eventos, hace 8 meses que Roberto decidió ponerse a trabajar de lleno en un proyecto al que llamó
Manager Online y que hoy tiene a cerca de 2 mil personas postulando para formar parte de la base de datos que ofrecerá el sitio, con cantantes, modelos, bailarines, animadores, DJ’s y músicos de reggaeton.
“Somos una gran vitrina. No prometemos el discurso de la fama, ni el éxito, ni la televisión. Lo que sí, la gente tendrá, por primera vez, la posibilidad de que la vean, de que la escuchen”, dice el hombre que lleva 10 años en el negocio del espectáculo, gracias a su insistencia para entrar a la televisión, buscando ser animador, pero que, según comenta, lo único que había logrado era que lo grabaran harto entre el público de “Martes 13”.
-Deben haber muchos ilusionados con Manager Online.
“Nosotros estamos encargados de sacarles las ilusiones. Hay muchos que creen que van a conseguir trabajo, pero nosotros no ofrecemos trabajo”.
-¿Toda persona tiene talento para algo?
“Toda, depende de crear un personaje que sea el adecuado. Todo el mundo puede tener una oportunidad de salir, el problema es cómo, cuándo y dónde. En Chile, los artistas lo ven por otro lado el negocio. Al manager lo ven como un tipo que tiene que sacarle pega solamente. No le dejan entrar en el ambiente de decir
mira, éste es tu discurso, comercialmente te conviene hacer esto….
“Cuando yo partí no habían manager bajo el concepto que yo he realizado. Fue algo que inventé por circunstancias de la vida, no porque se me ocurrió como Manager Online. En lo de ser manager me pegué algunos porrazos”.
-¿De qué tipo?
“Me puse demasiado en el rol del artista; defendía mucho sus intereses, más allá del límite, y así el artista nunca quedaba mal. Me eché encima una carga de que yo era el tipo pesado, el miserable, el prepotente y eso lo la llevo hasta el día de hoy. Primero fue con el Willy. Todavía hoy se me culpa de que yo lo saqué del ‘Morandé’, cuando yo nunca le dije que se fuera. Es más, le advertí lo que le iba a pasar, pero nadie me cree.
“Con la Marlen había una doble protección, porque aparte de ser mi representada era mi mujer. Con ella creo que pasé los límites. Hay algunas cosas que las asumí como mías y que no lo fueron. También se me achaca que la saqué del ‘Morandé’, cuando lo único que trataba era de retenerla. Pero nunca nadie ha dicho eso. Siempre hay que culpar a alguien y se culpa al manager. Ese es uno de los grandes temas desagradables de este trabajo”.
-Igual llegaste a la tele, a ser conocido como querías.
“A un costo altísimo. Yo tuve que buscar la manera… Me di cuenta de que no podía ser animador y que el tema estaba limitado a algunos. Después fui en una época el manager de o marido de. Más tarde creé un personaje y me funcionó. Hoy día, si alguien piensa en un manager, al tiro piensa en Roberto Dueñas”.
-En el fondo creaste una marca de ti mismo.
“Exacto, eso es lo que logré. Hoy en día los artistas no valoran ese tipo de cosas. Es como lo que le explicaba a Álvaro Ballero: tú dices chico reality… ¡Ballero! Esa es una asociación de nombre y marca que es tremenda y uno tiene que sacarle provecho. En este nuevo proyecto lo estoy haciendo. Ahora, el proceso de construcción fue súper doloroso. Insisto, no lo pasé bien”.
-¿Te dolía lo que te decía la gente?
“O sea, ¿sabes lo que es prender la tele en la mañana y escuchar a gente que ni conoces hacer precisiones tuyas que son mentira? Y más encima yo era manjar; encontraron que pelearse con Roberto Dueñas era noticia, y funcionaba, le funcionaba a los canales y a los diarios. Entonces, cuando cualquier pelotudo salía diciendo cualquier cosa mía, se hacía conocido. Ese fue un costo altísimo, que hoy día tengo superado”.
-Se dijo de todo de ti, que eras un cafiche, que le pegabas, que…
“De todo. Soy el único alcohólico en este país que no ha tomado nunca. He sido pedófilo, el tipo más malo”.
-¿Has tenido que hacer muchos desmentidos?
“¿Qué saco con eso? Volver al tema, echarme encima a más gente. ¿Alguna vez me he querellado contra alguien? Nunca, y han dicho varias barbaridades de mí, pero soy de la política de que no voy a hacer perder el tiempo a la justicia chilena ni voy a perder el tiempo yo. Estoy acostumbrado a que me golpeen.
“Yo ya perdí ese ánimo de salir a explicar. El tiempo me está dando la razón, en la industria, en forma interna. Por ejemplo, la otra vez fui a una entrevista al ‘Mucho gusto’ y la Patricia Maldonado, que era mi gran detractora, me trató como que yo era un tipo inteligente. Hace un año y medio que siento que empecé a construir algo muy bueno y el medio lo empieza a reconocer. Yo no puedo seguir atacando, no me interesa seguir haciéndolo”.
-¿Qué te pasaba en S.Q.P., cuando, siendo panelista, algunos de tus compañeros te criticaban frente a las cámaras?
“Ahí hay dos instancias. Una es cuando yo era el manager de Marlen y los ataques eran los menos, pero después llegaron los ataques por envidia, porque me metí en un negocio que era de ellos… Me costó dos semanas ser el panelista del ‘Mucho gusto’ y de ahí me llevaron para el programa del Rafa Araneda como el opinólogo de moda. Entonces, para los pares de ese minuto fue como: ¡Quién es este huevón que apareció de la nada y hoy día está en la tele! No me acuerdo quién me dijo:
Yo llevo años tratando de entrar a la tele y tú, hablando mal de la gente, llegaste. Yo, en esa época, decía
yo no soy opinólogo, soy comentarista de televisión. Eso era lo que me gustaba”.
-¿Encontrabas que te bajaba el pelo ser opinólogo?
“No, quería hacer la diferencia entre alguien que ha vivido la industria en forma interna… O sea, si vamos a hablar del Festival de Viña, ok, yo he negociado dos contratos en el Festival, he estado en este tema, en los camarines… Si yo decía que alguien se equivocaba era porque yo ya me había equivocado y ése era mi enfoque. Pero no, fue duro. La primera época, la de opinólogo en ‘S.Q.P.’ fue terrible. Yo cometí el grave error de dejar los huevos en una sola canasta. Mi pega era ser el manager de la Marlen y resulta que ella, de la noche a la mañana, se separa de mí y decide no seguir trabajando. Me quedé sin mujer y sin trabajo… Y eso me golpeó en lo personal, en lo profesional y en lo económico.
Entonces, se entiende que en un minuto me tenía que aferrar a mi pega de opinólogo y ganar un sueldo, porque esto otro se me había caído. Y ahí tuve que bancarme cosas que no habría aguantado en otras circunstancias”.
-¿Con qué cara vas a trabajar a la tele, cuando el día anterior tu esposa anuncia frente a las cámaras que se va a separar de ti?
“Fue terrible. Cuando la Marlen decide contar que nos íbamos a separar, nunca estuve de acuerdo”.
-¿Lo conversaron antes?
“No, es que es un secreto de camarín. Nunca nadie me va a creer que ella fue instigada por un editor del programa que le tenía ganas. Sí, había un proceso de quiebre, pero nunca hubo interés en hacerlo público. Fue heavy... Yo me pregunto cómo fui capaz de pasar por eso”.
-¿Esto de hacer tan públicas las cosas, no es parte del producto, de la marca que crearon como pareja?
“No. Cuando yo tomaba esas decisiones (de vender la postura de argollas a una revista, etc.), no las tomaba para mí, las tomaba en base a ella. Lo que yo estaba creando era la gran diva. Cuando yo conversé la primera vez con la Marlen, en mi oficina, le dije:
Yo te voy a convertir en la Susana Giménez de Chile. Y lo logré. Pero la vida de las divas es súper expuesta. Nadie sabe que la Di Girolamo se separó, porque su talento es ser actriz y ella no necesita que se sepa más. Pero en el caso de las divas, su vida es noticia. Y ahí hay dos alternativas: o tú la manejas o te la manejan. Entonces, prefería manejarla yo”.
-Casándote con ella…
“No, no. Manejarla en el sentido de que, por ejemplo, nos íbamos a casar. Claramente iba a tener la escoba con la prensa. Y yo dije ¿para qué? ¡Hagámoslo bien! No me arrepiento de haberme casado por televisión, ni del tema del anillo. Yo estaba construyendo un personaje e igual tenía que entregar un anillo. ¿Quién se puede dar el lujo de decir que su matrimonio fue televisado para todo Chile y que marcó 25,8 puntos promedio? Fue el programa más visto ese año en el Mega. ¡Hice historia! Yo estaba creando un personaje que ha durado hasta hoy. Marlen Olivari, aunque no esté en pantalla, si alguien dice ‘la Marlen’… ¡Es la Marlen! Y ése fue mi trabajo, aunque no lo reconozcan”.
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