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La mano dura no dura

16 de Enero de 2009 | 09:34 |
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"Una buena zurra de las de antaño, y no tanto diálogo", opinaba un director escolar. Un padre de familia comentaba convencido: "Esta moda de no castigar y que los niños hagan lo que les venga en gana es lo peor para las sociedades, malea. Seré un hereje para psicólogos y abogados de los derechos de los niños, pero creo que la mano dura es la mejor educación".

¿Qué pasó - nos preguntamos los psicólogos y los que abogan por una sociedad donde los niños también tengan derechos-, que comprendieron tan mal el mensaje? Se confundió el no-castigo con el no-límites y el sí-diálogo con una permisividad desbocada. ¿Tan mal se dio el mensaje de que el buen trato es sinónimo de buen maestro, justamente para formar ciudadanos responsables, respetuosos de las normas, que cuidan el bien común, son trabajadores, cariñosos, respetuosos, creativos y justos?

La psicología infantil, junto con demostrar los efectos perversos del castigo, también lo hizo con los efectos aun más nefastos de la permisividad. Además, entregó alternativas al castigo, como el diálogo reflexivo, aparte de mostrar las consecuencias naturales de la transgresión y los durables resultados que conlleva la buena conducta.

Los que abogan por los derechos infantiles justamente pretenden disminuir el número de resentidos sociales, de violentos antisociales, de abusadores... esos adultos que de niños fueron muy castigados, violentados y abusados, por lo general con sermones de "lo hago por tu bien, para educarte".

Quizás el prisma autoritario a través del cual los chilenos miramos el mundo no nos deja entender el verdadero mensaje: "Para enseñar el respeto y el buen uso de la libertad, ponga límites, pero hágalo sin violencia ni arbitrariedades, explique y dialogue. Le va a resultar, pero hay que aprender a hacerlo".
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