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Científicos encuentran el amor eterno

Años de investigaciones han hecho creer que el amor romántico, ese que nace en la primera etapa de una relación, no dura para siempre. Sin embargo, especialistas dieron a conocer esta semana que -al menos tras 20 años de pareja- aún es posible sentirse como recién casados.

16 de Enero de 2009 | 14:18 |
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“Y vivieron felices para siempre” es una frase con la que muchas mujeres se han criado a través de una infancia con cuentos de princesas encantadas, pero, entre tanta teoría que propone nuevas etapas de crisis en la pareja, el clásico final de la historia de amor parece un chiste cruel de niños.

Apenas 4 años de vida le dieron al amor los especialistas de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), liderado por Georgina Montemayor, quien en un comunicado, junto con reducir el estar enamorado a un “estado demencial temporal”, dijo que pasado este corto período de duración del amor, una de dos: o aparece otra persona que revive la pasión inicial o la relación continua debido al apego a la compañía de la pareja.

En contra de todas estas teorías, esta semana se dieron a conocer los resultados de una investigación hecha en la Universidad Stony Brook de Nueva York, que demuestra que algunas parejas mantienen la misma pasión que sintieron en la primera etapa de la relación, aún después de llevar 20 años juntas.

El equipo de científicos, encabezados por el psicólogo Arthur Aron, compararon los escáneres cerebrales realizados a parejas que llevaban 21 años de relación con aquellos de personas que recién comenzaban una historia amorosa, y descubrieron que, al menos en el 10% del primer grupo, se mantenían las reacciones químicas que se producen en el cerebro, al enseñarles a cada individuo una fotografía de su persona amada.

“Los resultados van en contra de la opinión tradicional del romance -que decae bruscamente en la primera década- pero estamos seguros de que es real”, aseguró Aron al “The Sunday Times”.


Chocolate para las penas

José Ortega y Gasset dijo que el amor es una “imbecilidad transitoria”. Para otros no es más que una serie de derivados químicos que provocan estímulos en el cerebro humano, desencadenando sensaciones que se relacionan al estar enamorado.

Por ejemplo, Donald F. Klein y Michael Lebowitz, ambos doctores del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, analizaron a aquellos pacientes que sufrían depresión tras un quiebre amoroso.

Fueron estos pacientes quienes mostraron una peculiar tendencia a comer chocolate, un alimento rico en feniletilamina, mientras duraba su duelo amoroso. ¿Suena conocido?

Según la teoría de estos médicos, aquellos pacientes deprimidos por penas de amor estaban sufriendo un síndrome de abstinencia de la feniletilamina, por lo que ingerían grandes cantidades de chocolate para satisfacer su adicción. A raíz de esto concluyeron que sería este elemento químico, el que desembocaría en el cuerpo humano aquellas sensaciones relacionadas con el amor.

En el caso de la investigación de Aron encontraron, en aquellos cerebros que reaccionaron “enamorados” a las imágenes de sus personas amadas, una importante presencia de dopanima, que producía una sensación de placer, tal como ocurre en las primeras etapas de una relación.


Te amo con “limerencia” eterna

Ya en 1979, Dorothy Tennov, una psicóloga de Estados Unidos, quiso explicar este período de mariposas e idealizaciones románticas que devuelven a toda persona a sus tiernos 15 años, mientras ve a su nueva pareja caminar rodeada de nubes y con la sonrisa más brillante que haya visto en su vida.

“Limerence”, que ha sido modificado como “limerencia” o “limeranza” al español, fue el nombre con el que Tennov bautizó este período de “estar enamorado” en su libro “Love and limerence: The experience of being in love”.

La “limerancia” estaría caracterizada por irracionales y obsesivos comportamientos que tienden a atribuirle la perfección máxima a la persona querida e incluso fantasear reciprocidad cuando no la existe, entre otras cosas.

Según el “The Sunday Times”, esta etapa debiera decaer a los 15 meses y ya, prácticamente, desaparecer en 10 años. Sin embargo, el equipo de Aron halló en sus parejas aún enamoradas elementos de una “limerencia madura”, que se traducía en un “compañerismo intensivo y vigor sexual”.

Por su parte, Aron aseguró que cuando se entrevistó por primera vez con las parejas que decían permanecer enamoradas tras 21 años de relación, pensó que sólo se engañaban a sí mismas, “pero esto es lo que los escáneres cerebrales dicen y en eso la gente no puede mentir”, comentó.
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