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Mi loco amor de gimnasio

Cada vez es más común ver que los gimnasios no sólo son un lugar para ejercitarse, sino que son escenario de romances, que, incluso, han llegado a matrimonios. Pero, aunque parezca increíble, éste no es el mejor lugar para conseguir pareja duradera.

16 de Febrero de 2009 | 11:18 |
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Francisca es atleta. Desde que estaba en el colegio que es muy deportista e, incluso, fue campeona nacional de salto. Cuando entró a la universidad no quiso perder el “trainning” de hacer ejercicio, así que en sus horas libres iba al gimnasio de su facultad. Ahí conoció a Antonio.

“Me gustó desde que lo vi, porque además él también hacía atletismo. Nos empezamos a juntar, a entrenar juntos y de a poco empezamos a salir. Compartíamos lo de tener una vida muy sana, de salir a trotar, de ir al campo los fines de semana a subir cerros, cualquier obstáculo era motivo de competencia deportiva”.

Aunque no existe una causalidad entre asistir al gimnasio y establecer relaciones, el fenómeno es cada día más popular. Para el psicólogo deportivo Rodrigo Cauas, la razón está en que los gimnasios son puntos de encuentro, en que las personas eligen un horario de acuerdo a su disponibilidad de horarios, por lo que es más fácil que quienes tienen actividades y vidas similares se conozcan en estos lugares”.

Sin embargo, no hay explicación desde el punto de vista de la biología que diga que el hacer deporte produzca una tendencia a mayor interacción con otras personas. De hecho, lo que debería suceder es totalmente lo contrario, ya que, como señala el profesional, “el deporte produce endorfinas, que son las mismas sustancias que genera el acto sexual, por lo que través del deporte se inhibe ese apetito, es así como se podría deducir que por el ejercicio las personas tendrían menos interés en crear relaciones mientras hacen deporte”.

El horario del amor

Catalina es nutricionista y, aunque no se declara deportista, le gusta mantener una actividad física constante. Es así como se matriculó en un gimnasio de Providencia, porque era el que le quedaba cerca del trabajo. El espacio reservado diariamente era a las siete de la mañana. Ahí conoció a Javier, que iba en el mismo horario. “Empezamos a hablar y establecer una amistad, pero al tiempo me invitó a salir y terminamos pololeando, sin pensar que dos año después nos íbamos a casar”.

Como buena nutricionista, partieron porque ella le daba consejos sobre alimentación, porque Javier vivía solo. Después empezaron a juntarse y a salir, “nos dimos cuenta que teníamos muchas afinidades y que nos gustábamos”, cuenta Catalina.

Tal como Catalina y Javier, son muchas las relaciones que se han formado en estos horarios. Ana María acude generalmente muy temprano al gimnasio, porque “luego de dejar a los niños en el colegio, me voy a sesiones de máquinas”, dice que lo que más le ha llamado la atención es lo efectivo que resulta para encontrar pareja. Cuenta que “dos de mis amigas, con las que iba al gimnasio y que estaban separadas, conocieron a sus segundos maridos en estas instancias. Son matrimonios estables y felices, tal como cualquier otro”.

No obstante, para el psicólogo no es tan llamativo el fenómeno de los romances que se forjan en los gimnasios, de hecho, dice que es más común entre personas que practican deportes de manera más formal.

Es por esto que llama tanto la atención el nivel de producción de quienes van al gimnasio en estos horarios. Las mujeres gastan cifras increíbles en ropa de deporte, que, en fin de cuentas, sirve para todo menos para el ejercicio. Pantalones ajustados y poleras a la medida, parece ser la razón por la tantas marcas de elite, han decidido incursionar en el nicho de la ropa deportiva “chic”.

De hecho, él es autor del libro “Maratón y running: Claves psicológicas”, y en su experiencia cerca de este deporte, dice que “tienden a existir más de estas relaciones por medio de actividades que requieren de más tiempo, preparación y una postura frente a la vida diferente y más comprometida, es una de las consecuencias del boom de los deportes autdoors”.

Explica que lo que sucede no es tanto el tema de “te gusta trotar, a mi también”, si no que es el compartir la filosofía de vida de correr tantos días a la semana, pasar más tiempo al aire libre, que no les gusta carretear hasta las 5 de la mañana; en general tienen en común la apuesta por llevar una vida más saludable”.

Es así, como señala el psicólogo, no sólo basta estar en el mismo lugar, sino que el tema es más profundo y tiene que ver con los mismos factores que influyen en el inicio de cualquier relación, “te empiezas a conectar con personas que tienen ideas comunes, afinidades, intereses y vidas muy similares a los tuyos. Ya no sólo se trata de compartir el ejercicio, sino que todo el concepto de vivir de forma saludable”, dice el psicólogo.

Si las cosas son así de ciertas, entonces habría que pensar que los amores de gimnasio, en vez de ser perdurable, tienden a ser furtivos: No son pocas las dueñas de casa cuyo amante es el personal trainer.


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