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Un hiperkinético y salvaje que desenmascara a Irwin

No puede quedarse quieto en su casa viendo una simple película, Si no es en parapente, escalando un volcán, andando en moto, bici o buceando, este aventurero estará persiguiendo una boa o un rinoceronte en África o el Amazonas. No importa cuántos huesos se rompa en el camino.

05 de Agosto de 2009 | 08:44 |
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A Luis Andaur, el aventurero biólogo-deportista-periodista de “Annimales” (Canal 13), le daba lo mismo su doble fractura expuesta, en la que la tibia de su pierna izquierda llegó a romper su pantalón cuando su moto le cayó encima, tras saltar unas dunas.

Qué difícil se le hacía quedarse quieto. Los tres meses hospitalizado más otros tres en cama habían sido una pesadilla, pero hoy cuenta riéndose que igual se subía a su moto y andaba con la pierna enyesada en el aire y dice, como a quien le sale una alergia, que el accidente le provocó la aparición de un trombo en su pierna, que lo disolvió con medicamentos y que por eso hoy usa una venda especial.

Esa es una marca de su querido deporte. Otro de sus amores, los animales, dejaron su huella en una de sus manos, donde una cicatriz que parece una estrella enredada le recuerda una serpiente cascabel que lo mordió en la selva amazónica. “Es como una cebolla que tuvieras metida y que empieza a crecer”, dice para describir el dolor, con la tranquilidad de alguien que habla de las molestias que se sienten al ser anestesiado por el dentista.

Hoy anda entusiasmado, imaginando el viaje que hará dentro de unas semanas, cuando parta a Indonesia a buscar al dragón de Komodo, “el lagarto más largo del mundo. Son bastante peligrosos, tienen bacterias que matan al organismo. Te muerde, deja que te mueras y después te come”, cuenta.

Es que hay gente que nace para estas cosas, y Andaur lo viene demostrando desde que quiso financiarse sus estudios y partió a una empresa de bicicletas a pedir auspicio para escalar el Aconcagua y bajarlo en dos ruedas. Con eso le regalaron no sólo una, sino diez bicicletas y además fue becado en la Universidad del Desarrollo para estudiar periodismo, un ejemplo literal de que las cosas se ganan con esfuerzo.

Conciente de ello y de que ha bajado las 10 montañas más altas de América en bicicleta y de tener incluso record mundiales con su deporte, Luis rechaza toda comparación con el fallecido “Cazador de cocodrilos”, Steve Irwin.

“Él no es mi referente, todo lo contrario. Además no me gusta que me comparen. Yo soy Luis Andaur, de Chile. Hago mi trabajo de forma independiente; no me inspiro en nada. Ni siquiera veo el cable. No me gusta y nunca me ha gustado lo que hizo Irwin, porque encuentro que la forma que tenía de trabajo no iba conmigo. Grababa con equipos de diez personas, con animales que guardaban en cajas y que los cansaban para hacer las tomas”.

-¿Y tú cómo lo haces?
“Yo demoro, a veces un mes, en encontrar a un animal. La otra vez estuve en Costa Rica, donde había cocodrilos de unos seis metros, y bajé hasta donde estaban ellos. Todos los tipos estaban decepcionados de Irwin, porque él no hizo eso; pescaron una cuerda, amarraron a un cocodrilo, lo sedaron e hicieron la toma. Mula”.

-¿Quién ha sido tu referente entonces?
“La única persona a la que yo le hubiera pedido un autógrafo es a Reinhold Messner, el escalador más célebre que hay en el mundo. Es un austríaco que escaló los 14 “ocho mil” del mundo y lo hizo solo. La única oportunidad que tuve para conocerlo fue en San Pedro de Atacama. Llegué tarde a un restaurante donde había estado. A él lo admiraba y a mi papá, que murió hace tiempo ya”.

-Has viajado por casi toda América, por África... ¿Hay algún lugar en el que hayas temido por tu vida?
“Es que hay dos cosas. Con los animales, con lo que peor lo pasé fue con una cascabel que me mordió. Si no te cuidas y te entierra los colmillos, en un par de horas estás muerto. Se empiezan a morir los glóbulos rojos y, sacándola barata, puedes terminar con una amputación. Por suerte usé un antídoto para retardar el efecto y llegué a una posta donde me practicaron primeros auxilios. Después, los otros peligros los pasé en Ruanda, cuando había una guerra civil. El otro, en Nepal, cuando hubo golpe de Estado y estaban todos agolpados en el aeropuerto tratando de encontrar pasaje de salida. Otro peligro me lo he topado con los indígenas en Borneo, que están con cerbatanas y son bastante bravos”.

-Dices que no te gusta que te comparen con Irwin, pero ¿nunca te has puesto a pensar que podrías terminar muriendo como él?
“Lo de esa cascabel fue un error cien por ciento mío, porque estaba manipulando la serpiente y cometí un error básico. Lo que pasa es que la serpiente desencaja su mandíbula y saca los colmillos por el lado. Entonces, yo, el tontón, tenía dos cascabel en mi mano, solté una, la cambié de mano y ni me di cuenta mientras desencajaba su mandíbula. Sacó el colmillo y me lo enterró al lado. Pero tengo que minimizar el riesgo”.

-¿Por qué tanto interés por las serpientes?
“Es un vicio. Siempre me han gustado los reptiles y de repente empecé a encontrarme con serpientes, algunas muy bravas y venenosas, y descubrí que tenía habilidad para agarrarlas y encontrar características espectaculares de ellas. Por ejemplo, cuando estaba en India, me tocó ver una cobra que había matado a dos personas y estaba en una letrina, abajo. Y cuando la vi y me infló su capucha fue maravilloso.
“Los reptiles son animales que han sobrevivido como 130 millones de años y nosotros, como raza humana, ¿cuánto llevamos? Millón y medio, con suerte. Es un tema de supervivencia, no sé quién es más inteligente, si ellos que son capaces de subsistir todos estos años en la tierra o nosotros, que no paramos de eliminar los recursos que tenemos”.

-¿Y qué pasa que provocan tanto rechazo?
“Por las fobias. El ranking parte por las arañas. De hecho, mi camarógrafo es aracnofóbico y se metía a los pantanos conmigo. Pero lo ha superado viajando, viendo imágenes en la tele. Y después, en estado salvaje, ya la costumbre hace que con arañitas chicas no se paralice tanto”.

-¿Tienes o has tenido de mascotas serpientes o un animal parecido?
“De niño, en mi casa tuve reptiles, culebras, iguanas... Pero al final creo que fue un error. Uno quiere tener una mascota, pero no me gusta tener animales en cautiverio. En mi casa podría tener un festival de serpientes, pero no tengo animales, solamente mis dos perros (Trufita y Tambor)”.

-¿Tu perro se tiró en parapente?
“Sí. Y se tira piqueros de siete metros. Eso es único, no lo ha hecho ningún perro en el mundo. Es que es bien especial el Tambor”.

-¿Encontraste tu alma gemela en tu perro?
“Sí. Se había muerto el Tambor uno, que no era deportista, y le busqué un reemplazante, uno que tuviera ciertas características. Fui a muchos criaderos, y lo vi. Era un cachorro. Le tiré una pelotita y él empezó a jugar. Me fui caminando y solito me siguió”.

-¿Hay que ser loco para seguirte el paso?
“Claro, aventurero. Yo busqué esas características en mi mascota y el Tambor las cumplió fielmente. Viaja conmigo, y cuando salgo fuera de Chile se deprime, se le notan sus lagrimitas, baja de peso...”

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