Prácticamente es imposible obtener una cita con él. Pero por más que duerma cuatro horas diarias y esté hasta altas horas de la noche percibiendo lo que una mezcla de sensaciones y voces le indican, Alejandro Ayún no parece cansado, al contrario.
La mezcla de los 10 cafés que se toma diariamente con una filosofía de vida de enfrentar con entereza lo que venga, hacen que a sus 45 años continúe siendo una conexión de los mortales con un desconocido mundo en el que muertos y vivos coexisten casi a la par, salvo porque los primeros están mejor que los segundos, según este numerólogo y tarotista.
Afuera de la consulta, un gato naranja de nombre Anubis, se pasea despacito, quizás como el mismísimo Anubis, el original, lo hizo en Egipto para guiar los espíritus de los faraones hasta el más allá. Mientras que en el interior de la pieza, varios ángeles y santos miran hacia el Parque Forestal y a Santa Rita de Cascia, quien vigila por los deseos imposibles al centro de la mesa central.
Ahí las cartas llevan a Ayún hasta el alma de sus clientes, quienes disponen hasta de una cajita de pañuelos que amablemente se dispuso a un costado de la santita. Por su parte, el místico prefiere conversar, mirando los reflejos en la ventana y escasamente el rostro de su interlocutor.
“Lo mío no es resolverle la vida a nadie, es entregar las herramientas y ciertos indicios de situaciones que enfrentar. Obviamente es complejo, porque aquí han habido casos súper fuertes, incluso hace poco, cuando vinieron dos papás a pedir ayuda porque no podían superar la muerte de sus dos hijos. Coincidentemente, siendo de distintas edades y por razones totalmente raras, murieron el mismo día. Ni siquiera por un accidente, sino que por una enfermedad que a ambos atacó. Enfrentar un tema tan fuerte como ese, con la emocionalidad de lo que implica, requiere que tú tengas una forma especial de abordar el tema”.
-¿Qué te pedían los papás?
“La mamá, a pesar de su dolor y de toda su tristeza tenía mucha fe en que lo que yo pudiera decir les iba a servir mucho, porque, antes de morir uno de sus hijos, él les dijo:
‘Alguna vez vayan a ver a Alejandro, él les va a explicar muchas cosas que hoy día no son explicables’.
-¿Y tú lo conocías?
“No”.
-¿Te ubicaba por la tele?
“Exacto. Y verlos irse felices, no aminorando su pena, pero tranquilos con las respuestas que se les dijo, es parte de esa confrontación emocional. Imagínate, estar 3, 4 veces al día con temas tan álgidos, tan complejos como esos. La cajita de pañuelos no está ahí por casualidad, sino que porque se ocupa mucho”.
-Es imposible no preguntar por la Selección y el Mundial. ¿Cómo le irá a Chile?
“Por el año en que esto es, todas las selecciones van a lo inesperado. En el caso de Chile, va a volver con un triunfo moral muy importante, que nos hará sentir orgullosos de ser chilenos. Si tuviésemos que dar como vencedor del Mundial al equipo con más garra, comportamiento y disciplina, Chile ganaría. Pero eso no existe. No lo veo metiendo muchos goles. Tal vez sí, pero no para que gane”.
-¿Se podría vaticinar algún ganador?
“Lo que pasa es que eso dependerá de las fechas en que las cosas sucedan. Uno mientras más cerca esté, puede ver con mayor claridad las fechas. Pero siento que el tema va a ser sorpresivo, quien menos se piense, quien menos se crea”.
-¿Supiste antes lo del terremoto del 27F?
“(Piensa) Horas antes”.
-¿Y qué hiciste?
“Nada. Le dije al conserje no más. Me dijo
‘no me digas nada, que me acabo de dar cuenta que hay luna llena’.
‘Sí’, le dije.
‘Y es nueva, en escorpión, y eso implica que va a ser fuerte y la repercusión va a ser dos horas después’.
-¿Ves la reconstrucción de Chile como algo próximo, el país logrará superar pronto esto?
“No, será gradual. Hay que entender que, de algún modo, esto aún está en período de ajuste. El respiro nuestro recién va a empezar en octubre, pero aun los efectos no pasan. Es un costo mayor de lo que uno se imagina. Por ahora, todo es a corto plazo, todo es para una semana, para mañana... Esto no nos enseñó nada. Todavía estamos aprendiendo a muchas cosas”.
-¿Cómo ves el gobierno de Piñera?
“Yo dije que quien fuera Presidente, sería la vez, en mucho tiempo más. Creo que la derecha en 4 años no puede hacer mucho, menos cuando no hay posibilidades de reelección. Ya con el terremoto no van a dar los presupuestos, no van a dar las garantías. Creo que antes de mayo del próximo año puede que exista una gran reformulación del gabinete. Y a partir de septiembre de este año, en cualquier momento, se resolverá generar un cambio por una optimización de los recursos”.
-¿Se buscará salir de alguna crisis?
“Es lo más probable. Yo dije, en diciembre del año pasado, que quien fuera Presidente, iba a tener que enfrentarse a algo que nunca pensó que sucedería, y fue así. Sería un orgullo vano creer que se puede hacer todo, porque no, no hay por dónde. No es un tema de recursos, es de tiempo”.
-Y en dos años más será 2012. ¿Qué pasará?
“El número en sí es importante. El 12 implica siempre la cuenta del pasado, el cómo se verifica la validez de tanto esfuerzo. Pero no va a ser mejor ni peor de lo que fue para los mayas al momento en que terminaron su ciclo. La diferencia es que ellos salieron de una etapa bastante prolífera, que casi calzó con la llegada de los españoles. Ahí, de hecho, cambió todo. Esto va a ser igual, de manera gradual, como el mundo de los aztecas que acabó poco a poco. El planeta no desaparecerá, pero sí la forma en cómo el mundo se está enfrentando, actuando, produciendo. Si resumimos todo lo que sucederá en cuanto a cambios, claro, será un cataclismo, pero no será en un sólo día”.
-La información que recibes, ¿son voces, sensaciones?
“Todo junto. Es lo que te habla, las sensaciones, el olfato, la impresión. Llega a ser hasta complejo, porque es la insistencia de algo, como que te dijera
‘no digas eso, di esto otro’. Es como cuando dije lo de la Kenita (Larraín)”.
-¿Que no se iba a casar con Zamorano?
“Claro. Después pensé, ‘¡chuta, qué dije! ¡La embarré! Cómo se me ocurre decir eso’. Pero era lo que tenía que decir y no me retracté, porque bueno, es así. A veces me dicen:
‘Alejandro, ¿cuáles son tus aciertos y tus errores?’. (Respira) Lo único que sé es que yo hablo. Habrá alguien por ahí pendiente de si lo que dije o no, finalmente ocurrió, no es mi tema. Yo hablo no más, yo digo. Como todas las personas, tengo márgenes de error, y tanta capacidad para poder acertar y no”.
-¿Cómo enfrentas cuando no aciertas y algunos opinan que eres falso?
“Primero que todo, no soy tolerante, nunca lo he sido ni lo voy a ser tampoco. Por naturaleza, mi cuerpo tampoco lo es; si le doy algo que no le corresponde, lo rechaza, me da fiebre o alergia. Así que aprendí de mi cuerpo que no tenía por qué ser tolerante, pero sí respetuoso, y eso no implica aceptar. Fíjate que me hace mella la crítica de alguien que tenga las mismas facultades mías o se acerque con sus capacidades a eso. Es como si fuera medico; a la única persona a la que le aceptará una crítica sería a otro medico, porque sino, no tiene una base.
“Siempre digo, lo que te digan no es el problema, el problema es cómo lo enfrentas. Es como dijo don Quijote:
‘Dejad que los perros ladren, es señal que estamos avanzando’. Cuando nadie diga nada, es porque desapareciste”.
-A pesar de todo, la gente cree en ti y se llena tu consulta.
“A mí, precisamente, lo que me gusta es esto de acá. Me gusta cuando, después de años, alguien se acerca en la calle y me dice
‘gracias’. Esto me importa, el contacto persona a persona. Por eso cuando en la calle la gente me dice que les diga algo, les digo que ahí soy ginecólogo y proctólogo, entonces, difícilmente le podría hacer el examen en la calle.
‘Vaya a mi consulta mejor’.
“Siempre me incomoda que la gente me pregunte que qué veo en ella. Cuando cometen ese error -que para mí lo es- responde a una ansiedad y yo no estoy para eso. Sin embargo, a mí me ha pasado que yo soy el que pido números y me largo a hablar sin que nadie me pare. Pero cuando dan el paso los demás, me siento invadido, violentado, como que a veces uno siente que no tiene que decir lo que ve a la gente, porque es parte de lo que, lamentablemente, tienen que aprender a vivir y resolver”.
-¿Viene mucha gente a pedirte trabajos de venganzas, amarres?
“Sí, llaman mucho preguntando si yo hago o no uniones de pareja, limpiezas de casa, todo eso. Comúnmente les digo que la única que hace limpieza de casa es mi nana. Creo que sí tengo la facultad, pero no encuentro el sentido de hacerlo”.
-¿Es cierto que esas cosas luego se devuelven de forma negativa?
“Generalmente no es de forma directa, sino que con lo que más le pueda doler a la persona; a veces con los hijos o cualquier cosa que le afecte más de lo que piensa”.
-¿Hay que creer cuando hablan de cargas negativas que dejan en las casas, con tierra de cementerio y esas cosas?
“Es que eso es raro, yo no sé cómo la gente sabe que es tierra de cementerio. Es como si tuviera algo especial, un color especial. O sea, ni yo que he visitado cementerios podría diferenciarla. Es extraño, como si hubiera una psicosis o un ánimo de generarse energías malas, raras”.
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