Le gusta el vino, aunque no en exceso. Tito Fernández, “el Temucano” -creador de canciones que pueden hacerle un nudo en la garganta a cualquier chileno que vive en el extranjero- desde hace 30 años que se calmó con el tinto y el blanco.
Hasta los 40 años tomó hasta decir basta. Y aunque la creación de sus mejores canciones fue acompañada con el mosto fermentado, hoy apenas prueba una copa en la comida. En la actualidad, sus intereses ni se acercan a la bohemia de su juventud.
En su despacho, en una habitación de su casa en calle Zenteno, no sólo va en la página número 47 mil 688 de su diario de vida que comenzó a escribir el año 64, sino que además, entre cientos de galardones, diplomas y cds, lee los libros de Carl Jung.
A sus 67 años, el autor de “La casa nueva” va en segundo año de psicología en la UNIACC. No le exige mucho tiempo, porque estudia online, pero con su profesión, sobre todo este mes de Fiestas Patrias, se le hace imposible concentrarse en la materia.
“Reprobé los dos ramos del ciclo. Pero para mí es fantástico. Ahora, en septiembre, no tengo una hora de tiempo para estudiar. Yo estudio harto. Lo que pasa es que tengo problemas de memoria, por razones naturales. ‘Fatiga de material’, se llama. Todos los tipos, a los 70 años, ya no tienen la misma memoria. Yo ahora pongo un atril y leo las letras de las canciones, porque sino me voy a olvidar en la mitad. He grabado 760. ¿Cuántas crees que me sé? ¿Diez? En algún minuto fueron 30”, explica.
-Aún así entró a estudiar psicología. ¿No le dio miedo?
“¿Miedo? Cómo me va a dar miedo. Me fui de la casa cuando era chico, a los 14 años, y me enfrenté al mundo. Siempre me gustó la cultura porque dormía en la escalera de la Biblioteca Nacional, tapado con un Mercurio. Yo no lo leo, pero para taparse es espectacular”.
-¿Qué ha aprendido en la universidad?
“La universidad me ha enseñado que yo no sabía que sabía lo que sabía. Sé una cantidad de cosas que no sabía. Y los viejos como yo que andan por la calle no tienen idea que saben todo lo que saben”.
-¿Cómo describiría la psicología del chileno de hoy?
“No lo conozco. Yo soy de otro mundo, con otro chileno, uno que te abría la puerta, que no ponía rejas, no ponía candados ni portero electrónico, un chileno que dejaba el auto abierto en la calle. Soy de otro Chile, pero vivo en este mundo porque el destino quiso que todavía no me muriera, así que lo respeto muchísimo. Pero veo al chileno darse de cabezazos, traicionarse, tratando de vender no más. Todo se vende, las conciencias, los cuerpos, el sexo... Todo es negocio. Hace 4 años decidí no manejar más y vendí el auto. Y los taxistas me dicen: ‘Pucha, don Tito, usted debe ganar cualquier cantidad de plata’. Pero, ¡qué tiene que ver! ¿No les interesa mi poesía, mi canto, mis ideas de la vida? Todo se traduce a la plata. Ese es el mundo actual”.
-¿Le deprime eso?
“La vida es maravillosa por fea que parezca. Esos son los otros. Yo no vivo para vender nada. Yo te abro la puerta de mi casa y si quieres te quedas aquí, no importa. Nos vamos para la cocina, nos hacemos un té, un sándwich, lo que haya”.
-¿Cómo celebrará este Bicentenario?
“Yo no celebro nada si trabajo. No voy a tener ni un sólo día libre”.
-¿Pero ni un asado, un anticucho?
“Adonde llegue me van a dar vino tinto, empanada y anticucho. Al tercer día no voy a querer ni verlos. Pero me van a dar igual”.
-¿Desde hace cuántos años que no celebra el Dieciocho?
“Bueno, llevo más de 50 años como profesional, pero soy artista de antes. O sea, nunca. Yo soy el que canta la cueca. Los que bailan son otros”.
-Después de todo ese tiempo trabajando en Fiestas Patrias, ¿siente que hoy hay más chilenidad?
“¡Claro! Esto ha ido creciendo de una forma increíble, menos en Santiago. Pero Santiago no es Chile, ni siquiera lo representa. Para entrar a Chile hay que salir de aquí, ir a Reumén, Parral, por decir algo ya que ahí nació Neruda. Pero él dijo que si volviera a nacer, lo haría en Temuco. Perdón a la gente de Parral, pero eso dijo. Ese es mi Chile, no me puedo sentir santiaguino.
“Yo debería estar en Temuco, no aquí. Soy de allá y cada vez que puedo paso por ahí, y me siento en casa”
-¿Hace cuanto vive acá?
“Del año ‘58, pero no me siento santiaguino. Así que si me preguntas por el Chile saliendo de la ciudad, esa es mi casa.
“El santiaguino también es chileno, pero muy distinto al de Punta Arenas o al de Chillán y al antofagastino. De partida, aquí no se toman el té con canela. En mi tierra no se come tanto arroz, y para el norte todo te lo dan con arroz, hasta el postre. (Piensa) El chileno es esto (se pone de pie). Listo, ahí quedó explicado”.
-¿Cree que nos volvemos un poquito locos en Fiestas Patrias?
“¡Santiago!”.
-¿En regiones no toman ni comen a destajo?
“Sí, pero no le dan tanto color, que el Centenario, que el Bicentenario... ¡Qué Bicentenario! Doscientos años no son nada. Es una exageración”.
-Pero todos los países de alrededor celebran. ¿Por qué quedar en menos?
“Y qué nos importa eso. Los otros países son iguales a nosotros. Hay un solo país, uno sólo. Esto es como los escritores. ¿Cuántos libros ha escrito la Isabel Allende? Uno no más, en varios tomos. Eso me lo enseñó García Márquez”.
-¿Qué hay de las Fiestas Patrias, son exageradas también?
“No, para mí, como ser humano, como chileno, son maravillosas. Se trata de mi país y lo amo, y todo lo que he hecho en mi vida ha sido en pro de él, no de los que mandan ni manejan este ‘se compra, se vende’”.
-Si pudiera celebrarlas sin trabajar, ¿qué haría?
“Creo que me quedaría en mi casa con mi mujer. Haríamos un almuerzo rico, ella cocina espectacular. Veríamos las fiestas en la televisión, porque si saliera no me dejarían tranquilo. Tendría que cantar, que bailar una cueca, firmar autógrafos, sería imposible. Estaría prohibido que algún hijo viniera, solitos los dos. Nos tomaríamos un traguito, haríamos el amor... ¡Ah, qué lindo!”.
-¿Le gusta el vino?
“Yo fui alcohólico. Tomé hasta decir basta. Tanto, que me tuve que hacer un tratamiento, pero ya salí. Los alcohólicos nunca dejan de serlo, pero yo puedo tomarme una copa de vino, no más. No bebo desde los 40 años, pero igual si en la comida hay una copa de vino, me la tomo. Si el vino es riquísimo y además, es un compañero. Alrededor del vino han nacido mis mejores canciones”
-¿Cuál es su vicio privado?
“Escribir y dar. Yo doy todo. ¿Quieres vivir una experiencia bonita? Ven para acá... (Se acomoda frente al computador). Te voy a mostrar mi cuenta bancaria”.
-¿Me va a dar plata?
“No, te voy a mostrar que en mi cuenta bancaria no tengo un peso”.
-¿No le preocupan los ahorros?
“No. Siempre hay alguien que te para y te saca adelante. Te lo digo de otra forma, si alguien habla mal de mí, siempre habrá alguien, un chileno, que me va a defender. Yo para mi pueblo significo harto. Me quieren mucho y me lo demuestran de todas maneras. Así que no me toques, porque te va a ir muy mal”.