Aunque no es la primera aparición televisiva de Nicolás -ha trabajado en “Corazón rebelde”, y pronto aparecerá en “Cartas de mujer” con Manuela Martelli- la historia de Cristóbal (21) le ha traído más protagonismo mediático, al tiempo en que se relaciona de manera inevitable su rostro con los casos de los jóvenes ‘toy boys’ Jesús Luz y Ashton Kutcher, las parejas de Madonna y Demi Moore, respectivamente.
“Nunca pensé que iba a causar tanto shock en la gente esta diferencia de edad, cuando es un tema que está demasiado presente en la sociedad”, cuenta el joven actor chillanejo en el patio central de TVN.
Independiente de que la madre de Cristóbal se haya enterado ya que su cuñada engaña a su hermano con su propio hijo, Nicolás sabe que el tema etareo es un imán para la audiencia, aunque no deja de criticar el doble discurso que se puede interpretar del asombro que parece provocar una mujer, mayor de 40, enamorada de un hombre veinteañero. “Cuando es al revés, el hombre mayor y la mujer menor, es normal, está bien, dicen que él se la puede, que la lleva el súper macho. Ahí uno se da cuenta que pucha que falta harto, socialmente hablando, en este país”.
-¿Encontramos sórdido que una mujer mayor, con vida recorrida, esté con alguien menor?
“La gente está acostumbrada a llevar el doble estándar. Dicen ‘oh, qué terrible’, pero afuera andan felicitándome. Incluso, a veces, han llegado mujeres de cuarenta a una fiesta, súper coquetas, a preguntarme si de verdad me gustan las mayores. El tema está y a la gente le gusta, lo que pasa es que les da vergüenza aceptarlo”.
-En este caso, el de Cristóbal y Loreto, la diferencia es de 20 años. ¿Ves factible una relación así?
“Sí, de todas maneras. Cuando me presentaron el personaje, nunca me lo cuestioné. Claro, hay un tema que son 20 años de diferencia y llega un minuto en que el de 20 tiene que subir un poco y el de 40, lamentablemente, va a tener que bajar y encontrar un punto en común; porque no es fácil llegar con la polola de 40 al carrete de los amigos de 20, no es el mismo training ni la misma vida, uno está estudiando y el otro trabajando. Obviamente, por la edad, uno es más carretero y el otro va a estar más tranquilo o va a preferir salir a comer antes que ir a una discoteque. Ahí podría haber conflicto, pero se puede llevar totalmente”.
-¿Y qué pasa con los temas en común?
“Ahí se producen inestabilidades, pero bueno, si asumiste tener esta relación, tienes que aperrar no más. Creo que es la persona de 40 la que tiene que tratar de que suba su pareja. En el caso de Cristóbal, él es un tipo súper maduro a pesar de su edad. Y como él, ya hay gente de 20 años que tiene claro lo que quiere de su vida”.
-¿Qué te parece el término "toy boy"?
“Es divertido, pero creo que es sólo un nombre que le ponen a un tema que está de moda y que se refiere a algo más sexual, como ‘tú eres mi juguete. Yo te pago para salir, te mantengo y haces lo que yo quiera’.
“Pero las manipulaciones en una pareja pueden aparecer en relaciones de gente de la misma edad, depende de cada persona y de su carácter”.
-¿Has tenido relaciones poco convencionales como la de Cristóbal, con diferencias de edad o un parentesco lejano? Hay hombres que encuentran normal darle un beso a una prima de varios grados.
“(Ríe) Hay gente que le pasa, pero a mí, personalmente, no me ha pasado. He sido bien convencional, pero me acuerdo que cuando chico, a los 15 años, tuve una polola que tenía 23. Estuvimos juntos 2 meses no más. Fue una locura que partió como lo hacen ese tipo de relaciones. La conocí haciendo un taller de teatro, el primero que hice. Ella ya había salido de la universidad y yo estaba en 3° medio, así que era cuático”.
-¿Te iba a buscar al colegio?
“No, yo no lo enfrenté como Cristóbal. Todo fue bien escondido, bien piola, bien por lo bajo, porque a los 15 años te cuestionas todo, así que no sabía si lo que hacía estaba bien. Ella tampoco me daba el apoyo de decir ‘está bien, démosle’. Era una locura no más, algo más carnal, por qué no decirlo; algo mucho más quinceañero, en una época en que uno está descubriendo cosas. Después ya tuve relaciones normales”.
-¿Nunca tuviste una relación de esas tóxicas?
“Uy, sí, y súper obsesiva. Creo que ahí está lo tóxico, cuando empieza casi como una lucha de ego. Lo cuático es que a veces esas relaciones te dejan pegado, cuesta salir de ellas. Yo estuve como un año y tanto en una relación tóxica, pero tuve a mis amigos que finalmente me agarraron. Ahí dije ‘no, esto se termina acá’, y aprendí que hay que usar harto la cabeza. No se puede usar sólo el corazón y dejarse llevar por las emociones. A esta edad uno empieza a pensar más y puede decir ‘por acá no me conviene’.
-¿Cómo te das cuenta de eso?
“Cuando empieza el show, el control, los celos hacia tu círculo de amigos; cuando quieres salir solo y te lo complican, cuando la otra persona quiere estar todo el día contigo y uno quiere tener su espacio, cuando te empiezan a cortar las alas... Ahí es cuando la relación se empieza a poner tóxica y, realmente, no hay amor”.
-Tu personaje no sólo es el menor de una relación, es el patas negras. ¿Lo has sido?
“Lo he sido, pero por pocos lapsos de tiempo. Estoy hablando de estas relaciones -cómo decirlo, para que no suene tan feo- esporádicas, puntuales, esas locuras, esos ponceos de medianoche”.
-¿Lo recomiendas?
“Es que ser patas negras es súper fome. Como que te llevas la peor parte, porque siempre va a estar el otro lado, con el que llevan tiempo, con el que tienen una relación estable. Uno, como patas negras, no puede exigir nada, ni pedir juntarse en un almuerzo. No se te dan las facilidades para hacerlo. Además, para qué serlo si hay tanta mina por la vida”.
-¿Y si te enamoras de una que está ocupada?
“Ahí trato de hacerme a un lado, es lo más correcto. Siempre he dicho que no sería infiel, porque no me gustaría que lo fueran conmigo. Tampoco sería el patas negras, porque no me gustaría que mi pareja lo tuviera”.
-Con Cristóbal, ¿has aprendido tácticas para ser “el otro”?
“¿Uno más piola, más jugado? No. Es que no me atrevo a hacer esas cosas. ¡Para qué! Sería lastimar gratuitamente a otras personas. En ese sentido soy bien pavo”.
-¿Tu relación ideal cómo sería?
“Lo más natural posible, lo más hippista, sin atados, sin caretas, sin doble estándar; poder decir que mañana nos vamos a la playa y nos vamos, sin cuestionarnos las cosas. Me carga la gente que se cuestiona todo, que no se iría a la playa porque hay que trabajar y hay un compromiso con la mamá o lo que sea. Me gusta más la locura y no preocuparse tanto”.
-¿Y en cuanto a la edad?
“No me importa para nada. Jamás tendría una relación con una niña de 17 años, no juntamos ni pegamos, sería ridículo, pero no me cuestiono la edad. Al momento de enamorarte no hay nada que hacer”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“El sexo. ¿Puede ser eso? Es que no es privado”.
-¿Lo practicas al aire libre?
“Ah, no. Entonces sí, el sexo es mi gran vicio. No es tanto como una enfermedad, es controlable, pero me gusta el tema sexual. Me encanta leer sobre sexo, conversar de sexo: me encanta la gente sin cuestionamientos sexuales. Con mi familia siempre hemos hablado abiertamente de sexo. Mi vieja compraba libros de educación sexual y los dejaba en la biblioteca. Así ella después hablaba del tema y uno ya sabía todo y podía fluir la conversación”.