Carlos Catalán, El Mercurio.
Prácticamente todo ser humano en algún momento de su vida, o en varios de ellos, ha tenido que lidiar con el hipo. Llega de manera inesperada, a veces avergüenza y en otras ocasiones se transforma en un molesto “espasmo” que se demora en desaparecer.
Es en ese momento donde la cultura milenaria de “recetas de la abuela” y leyendas urbanas sale a flote. Pero, ¿qué hay de cierto en esas técnicas para combatir el hipo? Descartando casos como el de Jennifer Mee -una adolescente de 15 años que sufrió hipo por cinco semanas y donde, claramente, no se trataba de la molestia común de la gente-, el hipo suele ser un espasmo involuntario del diafragma, que luego cierra las cuerdas vocales produciendo el sonido que todos conocen.
Hipo, hiccup -en inglés-, recuerda por su nombre el ruido que se hace al sufrir esta molestia, la que suele aparecer cuando tragamos un bocado muy grande de comida o engullimos muy rápido todo a nuestro paso, como lo señala la gastroenteróloga del Hospital Clínico Universidad de Chile, Ana María Madrid.
Entre los clásicos afectados suelen estar las guaguas, a quienes, se dice, hay que pegarles un pedacito de papel mojado en la frente -según la vieja creencia- para que se le pase el hipo. Las causas que provocan esta molestia en los lactantes suele asociarse a que no están tomando bien la leche, ya sea por un mal chupete de la mamadera o porque no agarran de manera correcta el pezón de la madre, lo que hace que traguen mucho aire en el proceso. Otro motivo es el reflujo.
Al igual que en el caso de los adultos, el hipo no debiera durar más que unos cuantos minutos. De lo contrario, es imprescindible que se acuda a un especialista, ya que se puede tratar desde tumores en la cavidad abdominal, como explica Madrid, hasta trastornos que irritan los nervios que controlan el diafragma o un accidente cerebrovascular, como indican en el Instituto Nacional de Salud de EE.UU.
La leyenda y lo que avalan los expertos
De boca en boca y por siglos, la gente se ha traspasado el remedio en el que más confiaron para sacar el hipo. Además de la medida, antes mencionada, que se hace con las guaguas, está pasar un susto, beber sorbos de agua, tomar agua al revés, aguantar la respiración e incluso se menciona la rebuscada medida de recordar qué es lo que se cenó anoche, como una forma de distraer la mente de la molestia actual y hacer así que desaparezca.
“Tampoco hay medicamentos puntuales. Aunque, generalmente, cuando la gente deja de respirar un ratito corto, el hipo se frena”, comenta, dando una luz de esperanza, la gastroenteróloga.
Asimismo, el organismo estadounidense de salud también menciona esa técnica para combatir la molestia, pero, además, agrega “tomar un vaso de agua fría”, “comer una cucharadita de azúcar” y “respirar repetitivamente dentro de una bolsa de papel”. Demás está decir que esta última medida se debe hacer solo por un par de segundos.
Y como internet no podía quedarse atrás en cuando a creaciones de mitos cibernéticos para solucionar un mal tan común como el hipo, ya existen videos en los que se enseña a
quitarlo con jugo de limón, a
estirarse mientras se aguanta la respiración y a
comer un pedazo de pan o hacer gárgaras.