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Javier Miranda: “El mayor de 50 años es un viejo”

El octogenario locutor recuerda su salida de la televisión y explica lo feliz que se siente de tener su edad y mantenerse vigente a través de su querido dial.

28 de Septiembre de 2011 | 08:37 | Por Ángela Tapia F., Emol
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María Ignacia Concha, El Mercurio.
“La radio es un medio fiel para un profesional de muchos años como yo. En cambio, la televisión, donde afortunadamente tuve una etapa muy buena, es ingrata. Pasa cualquier cosa y chao no más”, dice de entrada Javier Miranda.

El legendario locutor y ex rostro de TV (“Lo mejor del Mundial”, “Maravillozoo”, entre otros) ya tiene ochenta y un años, y da gracias a Dios por mantener su voz desde los años 50 hasta hoy, donde se puede escuchar a través de su programa en Radio Oasis, “Comunicando por la tarde”. Por eso no duda en mostrar todo su cariño a la radiofonía y a recordar con nostalgia su largo paso televisivo, que terminó antes de lo que él quería.

Todavía se acuerda cuando Sergio Riesenberg lo presentó para “El musiquero”, un programa que calzaba perfecto con su experiencia en la radio y en una disquera. “Cuando me presentó me echó tantas flores, que me puse muy nervioso. Dijo: ‘La televisión ha conquistado a uno de los más importantes elementos de la radiofonía. Con ustedes, Javier Miranda”. Y yo: ‘Muchas noches’ (ríe)”.

Luego vendrían los programas periodísticos, su trabajo por once años leyendo las noticias y su dúo con Gina Zuanic, su eterna compañera laboral con la que todo Chile pensaba que estaba casado de tanto que aparecían juntos en pantalla. Después vendrían los inolvidables “Martes 13”, bajo la dirección de Gonzalo Beltrán. Todos, programas que ya parecen ser de un ritmo de otro mundo en la actualidad.

“Ni comparación con ahora. Ya no se pueden hacer esos programas. Me acuerdo que la primera temporada la hice con la Raquel Argandoña. Después vino la Cecilia Bolocco, Viviana Nunes y Pilar Cox. Todas, unas brujas horribles (ríe)”.

-¿Cuál fue su favorita?
“La Cecilia, sin desmerecer el buen trabajo profesional de las tres restantes. La Raquel Argandoña estaba en el top en ese momento y se pensaba que era alguien difícil. Pero si había que hacer algo a las once de la noche en el Estadio Nacional, ella lo hacía. Era muy profesional. De repente salía con cosas que descolocaban, porque el programa era en directo. De ponerse de acuerdo en hacer tal cosa y al final no lo hacía, así que te dejaba un poco colgando. Pero en lo demás era súper preocupada. La Viviana Nunes igual. Y hasta el día de hoy está estupenda, mejor que antes en realidad. De la Bolocco, ni hablar. Tengo recuerdos muy buenos de los musicales que  hicimos, como ‘My fair lady’. Además, ella estaba en su punto cúlmine, porque estaba hermosísima”.

-¿Cuando todavía era morena?
“Sí, pues. Me gustaba mucho hacer ese programa porque era un desafío cada semana. Terminábamos un martes y al otro día ya estábamos en la Academia de Karen Connolly viendo las coreografías”.

-¿Y de Pilar Cox no dice nada?
“Creo que es un elemento que se farreó la televisión por haber caído en vicios y tonteras. Ella se veía preciosa en pantalla, muy fresca y tenía esa voz ronca y cálida. Improvisaba muy bien. Ella debió haber sido una gran animadora de televisión.

-En su caso, ¿por qué dejó la televisión?
“Porque el director del canal de ese momento llegó con la idea de que las noticias debían ser leídas por un periodista y no por un locutor, y ahí topamos. Yo le decía que el locutor está preparado para leer noticias, lo que no puede hacer son entrevistas. La lectura de noticias, a mi juicio, tiene que ser leída por voces cultas, preparadas, que se entienda lo que dicen. Pero hoy en día ves algunos noticiarios donde priorizan la rapidez y no se entiende nada. Lamentablemente, son los canales los que tienen la culpa también, porque el departamento de prensa debería preparar a la gente, no tirarlos así nos más. Hablan como se les ocurre, con un sonsonete, un canto y otras cosas raras; parten la frase donde no debe ser, y todos están con el mismo estilo, le pierden el sentido a la frase... Es una lectura muy extraña”.

-¿Es por eso que dice que la TV es ingrata? ¿No valoraron lo suyo?
“Lo digo en el sentido de que cuando le sirves a la televisión, porque el programa marca puntos, estás muy bien. Pero si el rating empieza a bajar, el personaje ya no sirve y lo primero que dicen es que estás muy viejo. Eso pasa en todas partes, en todas las empresas. El mayor de 50 años es un viejo. Pero uno debería estar al lado de la gente joven. Uno se retroalimenta y lo digo por experiencia”.

-¿Tienen buena recepción sus consejos a los más jóvenes?
“Cuando entré a leer las noticias en La Red, los cabros jóvenes estaban asustadísimos por este viejo mañoso que venía del Canal 13. Pero a mí me gusta estar con gente joven porque aprendo. Eso sí, tienen que aprovechar la experiencia del que está al lado y aceptar las sugerencias. Me pasó de decirle a uno: ‘Oye, tienes muchas condiciones pero tienes un defecto cuando dices tal cosa’. Y me respondió: ‘¡Pero cómo, si vengo saliendo de la Escuela de Periodismo!’. Bueno, son distintos criterios, pero muchas veces no te atreves a sugerirles nada”.

-¿Su salida se debió a que creyeron que estaba muy viejo?
“No creo que la gente lo haya pensado, porque me lo demuestran hasta el día de hoy con la frase que ya es tan típica: ‘¡Don Javier, por qué no está usted en la televisión!’”.

-¿Y los ejecutivos?
“Ellos sí, y sobre todo si en el canal se van cambiando ejecutivos cada cierto tiempo. No van a adoptar nunca una línea definitiva.
“Yo tomé mi salida con mucha calma porque uno se apoya en otras cosas, como esto (la radio).  Yo estuve más de once años en El Conquistador, haciendo un programa diario con Eduardo Palacios que tuvo mucho éxito. Siempre nos dicen que volvamos. Uno se acuerda de la radio, del cariño y agradecimiento que uno le tiene...Y agradecido de la televisión también, pero tiene el problema que es un espejo, la radio no. Si tienes tus condiciones, la voz perfecta, la cabeza bien, no importa que seas canoso, que se te haya caído el pelo, la cara... Nadie te está mirando. Por eso la radio es muy tranquila; no estás pendiente de si estás más viejo. En la tele sí, y para las mujeres es peor”.

-Hace unos meses dio una entrevista que dio que hablar, donde aseguró que la televisión es “una mierda”. ¿Se arrepintió de sus palabras?
“No. Además, todo el mundo está de acuerdo con lo que dije. Quizás fue un poquito fuerte y me salí de madre, algo que no es mi costumbre y menos entrar en polémica. Pero me dio mucha risa la reacción de la gente. Después de eso, con mi familia fuimos a almorzar a un restaurante de Bellavista y cuando entré, me gritaron: ‘¡Bien tío Javier! ¡Es cierto, la televisión es una mierda!’.
“El televidente y el auditor de radio son muy cariñosos, muy cordiales, por todo el tiempo que estuve en pantalla, metido en la casa todas las noches, funcionando como parte de la familia. Es muy grato el recuerdo que uno ha dejado”.

-¿Le molesta que la gente diga que se parece a un búho?
“Para nada, si hasta tengo una colección de chunchos. Tengo sobre ciento veinte. Algunos están en el la terraza, otros en una vitrina y los más grandes en la bodega. Uno que me mandaron de Rancagua lo tuve que tirar porque venía embalsamado. Lo tenía frente a mí en mi oficina y nos hablábamos (ríe). ‘¿Qué te parece esto?, ¿qué debemos hacer?’. Pero como fue embalsamado de forma casera, de repente empezaron a salir unos olores medios extraños.
“(Que me parezco) me lo dijeron desde el primer día que entré a clases en el Liceo Alemán, cuando tenía unos 8 años. Apenas entré dijeron: ‘¡Mira, el ‘chuncho’ Miranda!’”.

-¿Usted es de la U?
“¡No! Y con esta cara que tengo, generalmente el día lunes, en la calle me preguntan por el partido del domingo. Pero yo no estoy ni ahí con esa cuestión”.

-¿Cuál es su vicio privado?
“Hago pilates y formo parte del coro de Vita Mayor. Tenemos presentaciones en distintas partes. También está la colección de chunchos que ya paré. Porque todo el mundo, si estaba yo de cumpleaños, llegaban con uno. Iban a mi casa, y traían un chunchito. Ya no sabía dónde meterlos”.
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