Sergio López, El Mercurio.
“¡Nasdarovia!, ¡salud!”, dice León Popovych -uno de los jurados del programa “Psíquicos” de Chilevisión-, al hacer un brindis con té verde, sentado sobre unos cojines en lo que parece ser la oficina de su centro de yoga. Es una habitación llena de paz y de libros, la mayoría traídos por él desde su natal Ucrania.
Ya van nueve años desde que llegó para quedarse en Chile, siguiendo al pie de la letra el compromiso que hizo consigo mismo cuando era un niño: su vida no sería como la del resto de la gente.
Hace mucho tiempo, en su colegio de Ucrania, invitaron a un famoso psíquico de la ex Unión Soviética. Allí, León, cuyo verdadero nombre es Yarosláv, se asombró junto a sus compañeros, cómo este hombre hipnotizaba a otros alumnos del colegio e incluso, como cuenta, hacía visibles sus órganos internos, ante la incredulidad de los pequeños espectadores. “Él explicaba que nada es imposible de desarrollar que todo lo que él hacía no era difícil, y me hizo click en la cabeza. Comparaba eso con la vida normal de las personas y fue difícil volver a la realidad, la veía como algo fome. Así que yo no sabía cómo iba a vivir, pero sí sabía que no iba a vivir como todos”, recuerda hoy, con 40 años.
Dicho y hecho, tras estudiar en la Universidad Militar de Preparación Física y Deportes de San Petersburgo, hacer su servicio militar en Murmansk -uno de esos lugares cercanos al polo norte donde los veranos son eternos días y los inviernos, una eterna noche-, no dejó jamás de lado su interés por la conciencia, la mente y el espíritu.
Recorrió el mundo aprendiendo sobre artes marciales, específicamente el chi kung y el yoga. Tras pasar por China, Tailandia, Nepal, Italia, y varios etcéteras, decidió con tres amigos dejar su país y buscar nuevos horizontes. Probaron con Estados Unidos, pero no les dieron la visa. Así que todos terminaron en Argentina. No pasarían más de seis años, antes que León cruzara Los Andes y se quedara en Chile. Aquí, no solo es un conocido maestro de yoga (con su propio centro Neo Yoga) y chi kung, sino que tiene decenas de personas que lo buscan solo para conversar acerca de los temas más profundos del espíritu y el bienestar interno.
En los últimos meses, su rostro que apenas demuestra su edad, se ha hecho más mediático gracias a “Psíquicos” el programa cuya idea trajo él mismo desde Ucrania, donde ya van por la versión número diez de la producción. “El programa fue un primer paso de realización para un proyecto del centro como NEO, por New Energy Outlook, una nueva visión energética de las cosas de la vida. No es una filosofía. Mi idea es juntar en este centro a personas que tienen poderes extrasensoriales, psíquicos, y trabajar con ellos. El centro comenzó a funcionar y ya estamos haciendo algunos proyectos y trabajos”.
-¿Por qué empezaste a interesarte en este tema?
“Porque yo estudio esto desde hace muchos años. Estuve en dos proyectos antes, uno con el Ejército y otro que desarrolló la KGB. En el primero, se trataba de potenciar a un soldado para que desarrollara ciertas técnicas prácticas, que le permitan ser más eficiente y cumplir su misión al final. Por ejemplo, si le están hiriendo y tiene dolor, que tuviera el control mental para disminuir el malestar y seguir cumpliendo su misión”.
-¿Y el de la KGB?
“Estaba relacionado con lo que se llama arma psicotrónica, que es cuando uno puede influenciar a otra persona o a un grupo de personas o viceversa. Siempre se trata de influencias, no vivimos solos en el mundo. En la interacción siempre hay una influencia. Tú influyes al mundo y el mundo a ti, y eso lo puedes potenciar y manejar de un modo consciente”.
-Las personas con estas habilidades de las que has hablado, ¿nacen con esto o lo han desarrollado?
“Una persona normal piensa ‘esto no puedo y esto puedo’, ‘esto es fácil y esto difícil’, y ella misma se limita, eligiendo lo que cree que no es apto para ella. Imagina su vida y la que le gustaría tener, pero piensa ‘eso no es para mí’. Pero ¿quién le dice qué es para ella y qué no? ¿Dónde está escrito? En su mente. Si logra hacer cambios ahí, cambiará tu vida. Así de simple”.
-Pero es muy difícil...
“Por supuesto. Uno piensa elegir algo, pero si adentro no lo crees, vas a mantener tu vida tal cual. Si quieres un cambio, debes cambiar algo en tu mente. Para mí, una persona rica o pobre no es alguien que tiene plata y otra que no. Todo está en la programación mental. Si la plata del rico se la damos al pobre, al año, el rico volverá a ser rico y el pobre volverá a ser pobre. Por eso, si quieres cambiar algo, debes hacer un cambio en la cabeza. Tú eres la que permite o no permite que te pase algo, tú eliges”.
-¿Todo esto tiene que ver con el ‘neo yoga’?
“Totalmente. Por ejemplo, Todo el mundo leyó el famoso libro de ‘El secreto’, pero no cambió nada porque aprender no es comprender. Ahí no explicaban las cosas. Podemos saber más pero no por eso cambiar tu enfoque de las cosas, de la vida. Es como enamorarse. Puedes leer mil libros y ser una experta en amor, pero no sabrás nada hasta que lo experimentes y por lo tanto, lo comprendas”.
-Pero cuando unes eso a cosas paranormales, psíquicas, alguien puede sentirse desconfiado...
“Pero yo no quiero vender la pomada a nadie ni me interesa. No busco a nadie; no tengo el síndrome del profesor de yoga, tratando de enseñarle a todo el mundo (ríe)”.
-¿Qué esperas con el programa de la tele?
“Como vamos a hacer segunda temporada, yo les diría a los nuevos participantes que no vinieran tanto para mostrarse a sí mismos. sino para influenciar al cambio de la mente de las personas, para demostrar que hay algo más, para despertar el interés de preguntarse ‘quién soy yo’, ‘cuál es mi naturaleza, mis habilidades’, ‘por qué vivo así y me cuesta tanto cambiar’. Muchos ni saben quiénes son realmente”.
-Cuando chico te propusiste tener una vida diferente. ¿Cómo ha sido?
“Mi vida es como muchas vidas. En cada estado de mi vida he sido una persona distinta. Como hoy soy, no fui en Ucrania. Incluso si vuelvo me cambian de nombre, a Yarosláv. La imagen que tiene la gente de allá es una antigua y no tiene nada que ver con mi realidad hoy”.
-¿Carretero, con el pelo largo?
“No, pero la vida fue distinta. Hasta el colegio estuvo bien. Después trabajé con los militares y luego, la vida civil se marca en dos etapas. En ese tiempo, la vida en Ucrania era dura. Hay un dicho que dice que si quieres vivir con lobos, tienes que ser un lobo, sino, te van a comer. Así que en un momento fui un lobo. En mi karma, en mi programación pasada hay una franja negra, pero hoy soy otra persona”.
-¿Qué pasó? ¿Era muy ruda la vida en Ucrania?
“Era cuando se cayó la Unión Soviética y todavía no se armaba nada nuevo; un tiempo de ‘quilombo’, que es la palabra argentina que creo que explica justamente lo que estaba pasando, con muchos movimientos distintos... y las mafias. Si querías vivir bien, tenías que estar adentro. Y yo que era joven en ese momento, quería vivir bien y no vi otra opción. Finalmente, la única forma de alejarse era huir de Ucrania y me fui a Argentina”.
-Y luego a Chile. ¿Por qué decidiste quedarte?
“Me gustó el país. Me gustó la gente. Yo no soy una persona conflictiva, mis amigos son increíbles, la palabra vale más que en Argentina, al menos en la gente que conozco. El mar está al lado, la montaña... todo me gustó. Sentí que era algo mío. Me siento bien feliz. Aquí tengo mi familia; dos hijos (Shanti de 7, León de 2) y la tercera en camino. Va a nacer en agosto”.
-¿Qué les falta a los chilenos en términos espirituales?
“Como a cualquier persona de otros países, no juzgar, no buscar culpables y ser responsables. Mirar para adentro y no para afuera. Ocuparse y no preocuparse”.
-¿Cuál es tu vicio privado?
“El té verde es mi pasión. Tengo muchas variedades en mi casa y acá, muchas teteritas. Dicen que el té verde es remedio de cien enfermedades. Y se lo recomiendo a todo el mundo, porque tiene muchos beneficios de salud y energéticamente, es muy fuerte. Quisiera en el futuro poner una casa de té”.