Hace meses que Cristián Arriagada asumió que para muchos quedó como “Monito”. Desde que su personaje (Rodrigo) le rompió el corazón a Cristina Moreno (Paz Bascuñán), en la primera temporada de “Soltera otra vez” y se puso a pololear con la despampanante Nicole (Josefina Montané), su rostro pasó a ser una leyenda entre las mujeres que centraron en él el rostro del hombre malvado, el infiel que tiró por la borda años de relación por otra mujer. Pero hoy, “Monito” las está pagando todas.
Después de bailar en el caño en “Las Vega’s”, sacar mucho músculo y recuperar su cuerpo a una figura “más flexible” -según dice-, Arriagada regresa a las pantallas de las nocturnas de Canal 13 con la segunda versión de “Soltera…”, pareciendo estar en un período laboral bastante bueno, tomando en cuenta su constante éxito y aparición en la pantalla, acompañado por lo bien que le fue el año pasado con su obra “Piaf”, donde interpretó al boxeador Marcel Cerdan, el gran amor de la leyenda de la música francesa.
Hoy está en conversaciones para un nuevo proyecto teatral, mientras está bastante entusiasmado con un programa de viajes que está a la espera de hacer dentro de poco, y que lo llevará a los lugares más recónditos del mundo. “Como soy de Punta Arenas, espero con esto conocer mucho, incluso partes de mi región a las que nunca he ido”, dice el magallánico, enamorado de la pampa y que está a la espera de poder participar dentro de los próximos meses en una campaña para reforestar las Torres del Paine.
Como sabe que tiene la atención de los medios, el actor no duda en aprovechar las cámaras cada vez que puede para participar en cruzadas sociales –como “
Todo mejora”, el año pasado, para evitar suicidios de jóvenes homosexuales-.
Hablando más de amores, Cristián no cree mucho en el karma que parece estar afectando en esta temporada a su personaje televisivo, a quien describe como un “Cristino”, un hombre al que ahora le toca hacer un recorrido por mujeres “pasteles”, quienes, según el actor “por cierto que las hay en la realidad”.
-¿Cuáles son?“Oh, (ríe)… Es que hay cosas que uno se tiene que reservar. Pero puedo decir que, por ejemplo, está la celópata, esa es heavy.
-Pero los celos son lindos a veces…“Está bien tener el celo justo y necesario, aunque no sé cuál es. Pero a mí, con la mujer celópata no pasa nada. Se trata de una cuestión de confianza, y si digo ‘oye, voy a salir con mis amigos’ o ‘me voy de viaje con una obra’, no quiero que nadie me pregunte ‘pero, ¿por qué? ¿A qué hora? ¿Con quién?’. Yo soy bastante independiente dentro de una relación, así que no soporto que me quieran controlar. Cada uno debe tener su mundo. Por eso he pegado un par de codazos para el lado a mujeres de ese tipo. También podría decir que en la lista está la mujer curagüilla”.
-¿No son divertidas?“Es que ahí hay un tema no menor, cuando el vicio se transforma en un problema. Probablemente, si lo reemplaza, aparecerá otro vicio”.
-¿Existe en la lista ‘la pegote’?“Puede ser, que es un poco hostigosa. También es parecida a la celópata, yéndose a meter al medio de la junta que uno tenía organizada con los amigos, marcando el territorio, como diciendo ‘te estoy vigilando para ver cómo te comportas’. Afortunadamente, a mí me dicen que vaya con mis amigos no más. Los dos tenemos que tener espacio, y hay complicidades que no se pueden conversar frente a tu pareja, cosas de amigos… Contar o escuchar la última copucha con lujo de detalle.
“Incluiría a la lista también a la eterna teenager. Esa que no cacha que creció y sigue pegada en la niñez, siendo mimada”.
-¿No es la que se viste como de 15 años?“Bueno, también hay de esas, pero se nota en una edad más adulta, como a los cincuenta y tantos. Ahí es más chocante ver a una mina con la polera de Hello Kitty. Puede ser divertido, pero si es una constante es algo raro. Pero de las de mi generación, me refería a la mimada, la caprichosa, que llega a ser un poco insoportable a ratos. Puede ser muy dependiente, porque proyecta la figura paterna en uno, y uno quiere ser el pololo, el amante, no el padre”.
-¿Qué pasa con ‘la loca’?“Sí, hay minas bien zafadas. Me acuerdo de una que tenía unas horas de llegada insólitas en la madrugada, antes de irse a la pega, o muy tarde, por la noche. Es esa mina obsesionada, que no tiene filtro, que se despierta a mitad de la noche y le da lo mismo todo, aparece en la casa de uno no más”.
-¿Y no es romántico eso?“Sí, a veces cae muy bien, pero cuando empiezas a cachar que la sorpresa que te da es una necesidad, una patología… ¡Puaj! ¡Ubícate!
“También está la bruja, la que te paquea con todo, desde la sal mal puesta en la mesa a cómo te vistes y te arregla como si uno fuera un ser de plasticina hasta que quedes como a ella le gusta. ‘¡Y partiste a ponerte lo que te dije!’...”.
-¡Y te apurái!“¡Claro! Y está muy equivocada. Al final terminas tan hostigado que el poco espacio de libertad que logras tener es como una explosión, una catarsis, que puede llevarte a tomar decisiones equivocadas. Esa también es una pastel”.
-Muchas mujeres sufren después de conocer e involucrarse sentimentalmente con un pastel. ¿Qué pasa con los hombres?“Depende de cómo terminas. Siempre va a haber una parte que sale perdiendo más que el otro; es casi una máxima dentro de la relación, más allá de que te pongas de acuerdo y ambos sepan que la cosa no da para más. Personalmente, más allá de que uno decida terminar, también hay un momento en que uno lo pasa mal, pero existe eso de hacerse el más macho, aunque en el fondo haya lágrimas, reflexión de lo que pasó y nostalgia”.
-¿Cuál es tu vicio privado?“La música es mi hobbie. Tengo una batería en la casa y un par de guitarras. También me gusta el deporte, y estoy jugando pichangas con mis amigos. Pero amo salir a comer (suspira). Soy un sibarita en potencia. Me da vergüenza decir cuán seguido salgo a comer”.
-¿Todos los días?“No tanto, pero sí, al menos, todos los fines de semana y algún día entre medio. Me gusta variar, probar nuevas cosas, conocer todo Santiago comiendo si puedo, aunque tengo mis lugares favoritos. Uno que me impactó hace unos meses fue el ‘Hanzo’, donde pruebas un bocado de comida y sientes todos los sabores que tiene. Cerca de mi casa está el ‘Rivoli’, y aplaudo a Massimo (Funari) cada vez que está”.