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Experto alerta sobre riesgo de adherir a creciente tendencia antivacunas

Afirmó que es importante que los padres basen sus decisiones en evidencias científicas, y no en modas, ideologías o mitos.

04 de Octubre de 2013 | 14:57 | Por M. Francisca Prieto, Emol
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AFP
"Yo no vacuno a mis hijos. Es más sano para ellos inmunizarse naturalmente adquiriendo la enfermedad". Éste es el argumento que cada vez más padres esgrimen a la hora de explicar por qué deciden no vacunar a sus hijos, una tendencia que crece en todo el mundo y que está asociada a una filosofía más natural.

Sin embargo, se trata de un fenómeno no exento de riesgos. "Desafortunadamente hay en ciertos países grupos antivacunas que adhieren a verdades que no son realidad. Esto ha condicionado a que en muchos países se deje de vacunar y eso lleva al resurgimiento de ciertas enfermedades", señala el pediatra e infectólogo mexicano Miguel Cashat.

Claro, porque -según explica el especialista- la clave para que las vacunas sean una herramienta de prevención realmente exitosa, es que su cobertura sea amplia, es decir, que la mayoría de las personas estén vacunadas. "Las vacunas son salud pública. De nada sirve que se apliquen sólo en la consulta de un médico en forma particular, porque el porcentaje de aplicación en números es muy pequeño. Las vacunas hacen la diferencia cuando se aplican en forma masiva", sostiene quien actualmente es Director Médico Regional de Vacunas para América Latina y el Caribe de Merck/MSD. De hecho, gracias a ellas se ha logrado erradicar importantes enfermedades de varias regiones del mundo.

El especialista agrega que la creencia de que la inmunización natural es posible, no es tan así. "Para muchas enfermedades infecciosas no hay manera de inmunizar naturalmente. Ocurre, por ejemplo, con las diarreas por rotavirus. Si no hubiera vacuna contra el rotavirus, las muertes de niños serían de las más importantes en nuestra región", afirma.

"Ése es el gran tema, porque las vacunas son para salvar a los niños de morir de una enfermedad infecciosa. Aquí no estamos hablando de algo que pueda ayudar a mejorar un poco la salud, sino que hablamos de vida o muerte. Ésa es la gran diferencia", enfatiza.

Cashat también resalta que no hay que olvidar las secuelas que una enfermedad infecciosa puede dejar en un niño. "En el caso de los padres que no quieren vacunar, el problema es para su hijo, porque ellos (los padres) están vacunados. Y si ese niño llega a estar en contacto con virus o bacterias, créame que no se le va a olvidar en su vida, si es que no fallece. Un ejemplo es la poliomelitis: si los padres no quieren vacunar a su hijo, a éste nunca se le va a olvidar la parálisis que le dejó la enfermedad", ilustra.

Datos muy concluyentes

El pediatra e infectólogo subraya que lo importante es que a la hora de decidir si vacunar o no a sus hijos, los padres tomen en cuenta la evidencia científica y no las modas, ideologías o mitos que existen en torno a las vacunas. "Hay datos muy concluyentes, datos duros (…) La evidencia científica es tan contundente en términos de la eficacia de las vacunas y de sus seguridad, que no debería generar ninguna duda (…) Obviamente hay que respetar las opiniones de todos, pero si se llegan a hacer análisis o discusiones, que sea sobre la base de evidencias científicas, no de creencias o mitos", sostiene.

En este sentido, Cashat -quien expuso en el XI Seminario Latinoamericano de Periodismo en Ciencia y Salud que tuvo lugar en Boston, Estados Unidos- derribó el mito de que las vacunas introducen una infección al organismo. "Al día de hoy la tecnología que se utiliza para la elaboración de las vacunas permite que incluso éstas no tengan ningún componente genético del agente infeccioso", explica.

En el fondo, lo que ingresa al organismo es una cápsula o partícula que el cuerpo reconoce como extraña, y hace que las defensas se reactiven y queden preparadas para una eventual infección. "Si en el futuro por alguna razón la persona se expone al virus de verdad, su sistema ya estará sensibilizado, rápidamente lo reconocerá y destruirá. Eso es lo que hacen las vacunas: sensibilizar al sistema inmunológico para que en el futuro nos defienda", añade.

El especialista aclara que las vacunas antiguas que sí tienen el agente infeccioso -atenuado para no causar la enfermedad, pero sí para sensibilizar al organismo- son igual de seguras que las más modernas.  "Obviamente son de mayor riesgo para cierto tipo de población, como los pacientes que tienen alteraciones en sus defensas. Para ellos, una vacuna de esas características le puede diseminar la enfermedad, pero para la inmensa mayoría de la población es benéfica", puntualiza.

"Pero realmente no hay vacuna que al día de hoy no se considere segura, porque además pasan por un escrutinio, por un proceso de investigación muy grande", agrega Cashat. El pediatra e infectólogo explica que, al contrario de lo que ocurre en otros casos, el número de pacientes que participan en los estudios clínicos de las vacunas son varios miles. Asimismo, organismos independientes de las farmacéuticas evalúan su seguridad y eficacia, y les realizan amplios seguimientos luego de su introducción al mercado.

Por esta razón, el especialista reitera que, más allá de las presiones, lo fundamental es revisar la evidencia científica. "Pareciera algo simplista, pero es muy importante. Cuando hay grupos que cuestionan por un tema ideológico, se produce desinformación que lo único que genera es miedo e incertidumbre, y ante eso dicen 'mejor no me vacuno' (…) Pero las vacunas se consideran la intervención más costo-efectiva. No hay otra que se le compare (…) Deben ser algo permanente, de año a año, es algo en lo que nunca debemos bajar la guardia", concluye.
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