El Mercurio (imagen referencial)
Muchas veces cuesta que los niños comiencen a comer verduras. Educarlos desde pequeños en el hábito de alimentarse de manera saludable, en ocasiones no es una tarea sencilla para los padres.
Si necesitas ayuda en este tema, a continuación te entrego algunas recomendaciones que pueden ser de utilidad para conseguir ese objetivo. ¡Toma nota!
1.- Comenzar a inculcar el hábito de consumo de verduras entre los 10 y 12 meses, entregando media ración de ensaladas frescas, blandas o cocidas y picadas, muy fino. Esta incorporación temprana favorece la aceptación de mayor variedad de alimentos y el desarrollo de costumbres saludables al respecto.
2.- Invitar a los niños a explorar con sus manos y boca las diversas texturas y olores de las verduras, esto con la intención de que las conozcan de manera activa. Cuando se puede compartir con ellos, darles los nombre y probarlos juntos. Esto puede implicar ensuciarse un poco y que al principio no haya ingesta, pero el valor está en el acercarse de manera natural a las verduras y su consumo.
3.- Ser pacientes. El rechazo a los nuevos alimentos es algo normal. Esta condición se denomina neofobia y se define como el temor a lo nuevo, lo que incluye nuevas texturas, sabores y olores de alimentos. Es una reacción instintiva de protección y sobrevivencia, y puede repetirse normalmente hasta en 10 oportunidades.
Frente a esto, las recomendaciones son ofrecer la verdura con cierta periodicidad y no retroceder ni asumir que es un alimento que no le gustó. Se debe instar al niño a probar la verdura sin obligarlo y manteniendo la calma. En este sentido, hay que tener en cuenta que los alimentos azucarados se aceptarán con mayor facilidad, mientras que habrá mayor dificultad en relación a los alimentos amargos, como las verduras verdes.
4.- Promover rutinas asociadas a acciones como poner la mesa o lavarse las manos, las cuales, al repetirse día a día, predisponen a la alimentación y favorecen su aceptación.
5.- Generar un contexto social positivo y respetuoso al momento de comer, reconociendo conductas positivas de manera moderada y eliminando retos o castigos por este motivo.
6.- Aprovechar la importancia de la imitación en el aprendizaje para favorecer el consumo de verduras. Esto implica que el niño vea a los miembros de su familia disfrutar de los alimentos que se consumen y así estará más interesado en probarlos.
7.- Evitar usar el postre como premio por consumir verduras, ya que esto puede aumentar el gusto por el "alimento recompensa", y disminuirlo por el "alimento cotidiano".
8.- Al introducir una nueva verdura, acompañarla de un alimento conocido, por ejemplo, leche o un alimento sólido que ya disfruta. Esto sin mezclar o enmascarar el alimento desconocido con otro, ya que puede generar desconfianza y rechazo general a los alimentos.
9.- Limitar el tiempo de comida a uno prudente, evitando mantener al niño comiendo por un período prolongado hasta que "se coma toda la verdura", esto para evitar una respuesta de angustia condicionada a la mala experiencia de "castigo frente al plato".
10.- Invitar a los niños a cultivar sus propias verduras en un huerto. Esto, además de desarrollar el sentido del compromiso y el cuidado, genera más significado en el niño, al ver crecer los alimentos que el mismo cultivó, para luego consumirlos.
11.- Presentar los vegetales en el plato en forma atractiva, utilizando combinaciones de colores y formas de organizarlos diversas, con una estética que "invite a probar".
María Luisa Orellana, Educadora de Párvulos y Académica de la Pontificia Universidad Católica de Chile