SANTIAGO.- Katmandú es la capital y puerta de entrada del turismo en Nepal. Emplazada en el fértil valle que lleva su nombre, esta ciudad está a 1.400 metros por sobre el nivel del mar y a pocos kilómetros de la frontera con India. Destaca por ser el centro neurálgico y económico de este país. Con una sociedad principalmente hinduista y budista, esta metrópolis asombra por ser muy cosmopolita y donde el inglés hace de idioma universal para comunicarse con las distintas culturas que aquí habitan.
El casco histórico de la ciudad se desarrolla en torno a la plaza Durban y de ahí surge un laberinto de calles estrechas, casas con balcones de madera, mercados y templos religiosos, y si bien esta zona parece haberse quedado detenida en el tiempo, esta ciudad también cuenta con modernos edificios de estilo europeo, al igual que las principales ciudades asiáticas.
Desde una colina que domina la ciudad se observa el templo y monasterio budista de Swayambhunath, por cuyas terrazas deambulan monjes y monos. El templo está coronado por un santuario en cuyas cuatro paredes tiene pintado un enorme ojo, que simboliza la vigilante sabiduría de Buda.
La tranquilidad del templo no tiene nada que ver con el ajetreo y sonidos de la urbe. El tráfico es caótico, así como el bullicio de sus calles y la mezcla de olores. En un principio este escenario agobia pero sólo hasta que se comienzan a descubrir los secretos de la ciudad. Quizá por eso quienes la conocen siempre recomiendan darle una oportunidad extra durante el primer acercamiento.
Al menos así lo plantea Juan Pablo Ozaki, product manager de COCHA, quien describe a Katmandú como “una ciudad que combina perfectamente el caos con la energía”. Explica que el desorden del tráfico, el smog, el bullicio, los olores y los mercados ocupando las calles van poco a poco develando una población cargada de energía espiritual con un fuerte desapego de lo material.
Ya instalado, la ciudad no deja indiferente al viajero ya que sus calles, templos y mercados permiten caminar sin destino en una aventura de conocer y asombrarse en cada vuelta de esquina.
Sitios de interés
Por eso nada mejor que internarse por los callejones del famoso y turístico barrio de Thamel considerado el más entretenido de Katmandú. Además de encontrar muy buenas ofertas de hospedaje (la gran mayoría de los viajeros se quedan en esta zona), la oferta gastronómica y de compras es interminable.
De ahí es imperdible una visita a la plaza Dubar que está muy cerca de Thamel. Su nombre oficial es Plaza Basantapur y está emplazada frente al añoso palacio real de Katmandú llamado Hanuman Dhoka. Este edificio fue declarado Patrimonio de la Humanidad y dada su belleza es uno de los más visitados de la metrópolis.
Otra atracción a visitar es el “templo del mono” llamado Swayambhunath. Tal como habíamos mencionado, se encuentra en lo alto de una colina y como lo revela su nombre es constantemente visitado por macacos considerados como sagrados. Quienes lo han recorrido aseguran que el mejor momento para visitarlo es durante el atardecer. Para llegar hasta la cima el viajero deberá subir los 365 escalones.
En esta lista de atracciones no pueden quedar fuera los templos de Boudhanath y Pashupatinath. El primero es una edificación budista ubicada a 11 kilómetros del centro de la ciudad. Es catalogado como uno de los templos más antiguos e importantes del valle.
Destaca por ser una gran y bella estupa que se recomienda visitar a muy tempranas horas del día ya que a eso de las 7:00 am se realiza un ritual en el que la gente camina tres o más veces alrededor del templo mientras se repite el famoso mantra Om Mani Padme Um.
Muy cerca de ahí está el templo hinduista Pashupatinath donde se puede presenciar las cremaciones de los difuntos, algo que sin duda genera un esperado choque cultural, propio de esta ciudad y país.