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Conoce los tres síntomas claves de un ataque cerebrovascular, y qué debes hacer si tú o algún cercano los presenta

Se trata de una patología que se puede prevenir, y cuyo diagnóstico y tratamiento está cubierto por el GES. Asimismo, por sus características, aplica en la denominada Ley de Urgencia.

29 de Octubre de 2017 | 09:09 | Por M. Francisca Prieto, Emol
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Fotobanco
SANTIAGO.- El ataque cerebrovascular (ACV) continúa siendo la primera causa de muerte entre los chilenos y se estima que unas nueve mil personas fallecen anualmente a causa de él. La situación no es muy diferentes en el resto del mundo y esta patología –cuyo Día Mundial se conmemora hoy- también es una de las que más decesos causa.

Hay dos tipos de ataques: el isquémico, en el que se tapa una arteria y, por lo tanto, deja de irrigarse una zona del cerebro; y el hemorrágico, en el que se produce una ruptura arterial.

"Para efectos prácticos el resultado es el mismo finalmente, en el sentido de que las células igual se mueren", explica Walter Feuerhake, médico jefe del Servicio de Neurología de Clínica Santa María.

El especialista resalta que el 80% de los ACV corresponden al de tipo isquémico, en tanto que el 20% restante es hemorrágico.

¿Por qué ocurren los ACV? Evelyn Benavides, neuróloga de Clínica Dávila, explica que los ACV isquémicos pueden producirse por tres situaciones: la formación de un coágulo dentro de un vaso sanguíneo en el cerebro (trombosis); el movimiento de un coágulo que viene desde otro lugar del cuerpo (embolia) o el estrechamiento de una arteria dentro del cerebro o que se dirige a él (estenosis).

Si bien, los ACV pueden afectar a personas de cualquier edad y sexo, Benavides sostiene que suelen presentarse con mayor frecuencia entre los hombres de entre 55 y 85 años. La predisposición genética también es un factor de riesgo importante.

Además, existen factores de riesgo modificables como la hipertensión, la diabetes, la obesidad, el tabaquismo, el consumo en exceso de alcohol, la mala alimentación, el sedentarismo y el estrés

Tres síntomas claves

Tal como ocurre con los infartos al miocardio, para que un ACV no deje secuelas es fundamental reaccionar con rapidez. “Hay que atenderse rápido, lo antes posible, en las primeras horas”, enfatiza Walter Feuerhake.

Sin embargo, para ello antes hay que reconocer los síntomas de un ACV. "Hablamos de tres principales: uno, que por cualquier razón una persona se ponga de un momento a otro a hablar raro; dos, que se le enchueque la cara al reírse, al moverse o al querer hablar; y tres, que pierda la fuerza en un brazo, que se le caiga o que se le ponga torpe el brazo", enumera el neurólogo.

Y aunque esos son lo signos de alertas claves, también hay otros como dolor de cabeza intenso y repentino; dificultad para caminar y mantener el equilibrio, y trastornos de la visión.

De esta manera, si una persona presenta estos síntomas, es fundamental que sea llevado lo antes posible a un servicio de urgencia para que sea atendido y donde los especialistas puedan determinar mediante un escáner, si sufrió un ACV de tipo isquémico o hemorrágico. Feuerhake explica que en el caso de los primeros, el objetivo es destapar la arteria lo más rápidamente posible, lo que se puede realizar con medicamentos endovenosos o de forma mecánica.

En tanto, los ACV hemorrágicos pueden tratarse médica o quirúrgicamente, dependiendo del lugar donde se produjo la ruptura de la arteria.

¿Qué puede ocurrir si no se consulta a tiempo? Mientras más se demore la atención de un ACV, más neuronas morirán. De esta manera, si la arteria afectada es importante, la persona sufrirá graves secuelas e incluso la muerte.

"De los pacientes que dejan que un ACV evolucione de manera natural, solo un 25% podrá reasumir su vida previa. El resto quedará con secuelas, tales como dificultad para hablar, para entender, para caminar o para ver, es decir, quedarán con una dependencia", indica el neurólogo.

Lo importante es saber que los ACV son prevenibles. ¿Cómo? Controlando frecuentemente la presión arterial, los niveles de colesterol y la glicemia (azúcar en sangre); realizando actividad física, manteniendo un peso adecuado, evitando el cigarrillo y el alcohol, y alimentándose de manera saludable.

Finalmente, Walter Feuerhake destaca que tanto el diagnóstico, como la hospitalización, tratamiento y control de los ACV, están cubiertos por el GES. Asimismo, recuerda que para esta patología aplica la Ley de Urgencia, por lo que si una persona sufre un ACV debe ser admitido y tratado en cualquier servicio de urgencia, ya sea de una clínica privada o de un hospital público.
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