El infierno sonoro de Estambul: Los estadios turcos que desafían los límites del ruido
Con registros que superan los 108 decibeles, el ambiente en estos recintos se convirtió en una experiencia casi física. Entrenadores y jugadores sufren de dolores de cabeza y mareos.
Con tapones para los oídos, auriculares aislantes y hasta analgésicos, enfrentaron el reciente partido de la Liga de Campeones entre Galatasaray y Bodo/Glimt los protagonistas de una noche en la que el ruido fue tan intenso como el juego.
El entrenador noruego Kjetil Knutsen confesó haber sufrido "un enorme dolor de cabeza" pese a intentar protegerse del estruendo de una hinchada que llevó los decibeles hasta niveles cercanos al umbral del dolor humano.
El fenómeno no es nuevo, pero alcanza dimensiones cada vez más extremas. En Turquía, el fervor futbolero se mide en decibeles y orgullo. Los hinchas de Galatasaray, Fenerbahçe y Besiktascompiten por quién genera el ambiente más ensordecedor, un rasgo que hace célebres a los estadios de Estambul tanto por su pasión como por su brutal intensidad acústica.
El ruido forma parte del partido
Kjetil Knutsen admite que tuvo "un enorme dolor de cabeza" mientras dirigía al Bodo/Glimt noruego en la derrota 3-1 ante el Galatasaray el miércoles en la Liga de Campeones a pesar de haber llevado tapones para los oídos para protegerse del ambiente de la grada.
Entrenador del Bodo/Glimt, Kjetil Knutsen. | AFP
"El ruido era demasiado fuerte, así que los terminé quitando", explicó el entrenador noruego al término de un partido disputado con el volcánico ambiente que los hinchas turcos aportan a los partidos de sus clubes.
"Silbar cuando el adversario tiene el balón forma parte del partido: es esencial para ponerles bajo presión", expuso en la grada Ali Kemal Kayis, vestido con la camiseta roja y amarilla del Galatasaray, junto a su hijo de siete años.
Cada dos minutos, el pequeño aficionado imita a sus mayores poniendo sus dedos anular e índice entre sus labios, aunque a menudo sin gran éxito.
"Intenta silbar, pero no lo hace bien", admite su padre, orgulloso en cualquier caso del ambiente de lo que a menudo la prensa denomina "el infierno de Estambul", en el que el Liverpool inglés se abrasó a finales de septiembre al caer 1-0 ante el Galatasaray.
Fanáticos del Galatasaray. | AFP
"Es el ambiente más hostil que recuerdo (...) Un lugar lleno de locos furiosos", había comentado aquella noche en la red social X Lewis Steele, un enviado especial británico acostumbrado a los partidos en Anfield, otro estadio célebre por su gran ambiente en la grada.
Al término del partido, el mediocampista del Galatasaray Ilkay Gündogan afirmó que un jugador del Liverpool se le había acercado para saber "si el ambiente es siempre tan increíble".
Pueden alcanzar hasta los 108,5 decibeles
Como medida de precaución, varios periodistas noruegos presentes en la tribuna de prensa el miércoles cubrieron sus oídos con auriculares inalámbricos para tratar de aislarse lo máximo posible del sonido de los aficionados.
Uno de ellos abrió en su celular una aplicación para medir el ruido y la aguja llegó a la zona roja: 108.5 decibeles, un nivel casi tan doloroso como un grito al oído (110 dB), según una tabla de estimación de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El Galatasaray ironizó en X, pidiendo a futuros visitantes a su estadio que traigan tapones para los oídos.
Publicación que alude al ruido en el Rams Park. | Captura de X @GalatasaraySK
"He estado en muchos estadios, pero este es claramente el más ruidoso", dijo a la AFP Joerund Wessel Carlsen, periodista de la televisión pública noruega NRK.
Calificando los silbidos de "insoportables", su colega y vecino de tribuna Carl-Erik Trop, exfutbolista profesional, tomó incluso analgésicos al término del partido para combatir el dolor de cabeza, afirmó la cadena NRK.
"Afectar al rival"
"Siempre se quiere en Turquía afectar al rival y al árbitro", explicó a la AFP el periodista deportivo Alp Ulagay, que afirma que la tradición de los silbidos se dio primero en las canchas de baloncesto de Estambul, también con gran reputación por su ambiente.
La construcción en el inicio de este siglo de los nuevos estadios de Fenerbahçe, Galatasaray y Besiktas, los tres grandes clubes de Estambul, popularizó esos silbidos entre los ultras.
Hinchada del Fenerbahçe. | AFP
"Antes, los estadios turcos eran muy abiertos. Con los nuevos recintos, más cubiertos, todo el ruido hecho por los espectadores tiene mucho más impacto", analiza.
Alp Ulagay se acuerda de un Besiktas-Leipzig de septiembre de 2017 en la Liga de Campeones: el alemán Timo Werner pidió ser sustituido en el minuto 32, víctima de un aturdimiento general debido al ruido ensordecedor.
En los últimos años, los aficionados de los tres grandes de Estambul reivindicaron haber llegado a récords de decibeles.
El Fenerbahçe asegura que en su galería se llegó a 154.9 dB en agosto cuando se celebraba un tanto, un nivel superior al ruido que provoca un avión en el despegue.
En las tribunas del Rams Park del Galatasaray, Ali Kemel Kayis no está preocupado por los tímpanos de su hijo. "A veces le tapo las orejas cuando son demasiado fuertes. Pero no es algo que le moleste", sonríe.