Cada año, miles de toneladas de alimentos terminan en la basura a nivel global, un fenómeno que no solo tiene consecuencias ambientales, sino también sociales y económicas. Datos apuntan a que cerca del 14% de los alimentos se pierden antes de llegar al comercio minorista, y aún más se desperdician directamente en supermercados, restaurantes y hogares, según cifras de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).
En Chile el panorama no es diferente. Daniel Durán, académico investigador de la Facultad de Ingeniería y Negocios de Universidad de Las Américas (UDLA), explicó en EmolTV que al año se pierden más de 5 millones de toneladas de alimentos, convirtiéndose en una problemática que impacta en distintos ámbitos de la sociedad.
“La pérdida y desperdicio de alimentos es un problema complejo, porque se produce en varias etapas de la cadena alimenticia: desde la producción agrícola hasta el consumo final, pasando por el almacenaje, la distribución y el procesamiento”, enfatizó Daniel Durán.
El experto advirtió que las causas varían según la etapa y el tipo de producto, por lo que entender los puntos críticos resulta clave para diseñar políticas efectivas. “El año pasado publicamos tres artículos relacionados con esta temática. Uno de ellos mostró que los alimentos se pierden principalmente en los extremos de la cadena, es decir, en la producción agrícola y en la etapa de consumo”, señala.
“Las razones son variadas, pero a grandes rasgos te podría decir que perdemos harta fruta porque somos exportadores netos de fruta. Entonces, por el volumen que producimos se genera un volumen de desperdicio de alimento importante. Si nos desplazamos al final de la cadena de alimentos, el desperdicio (…) se produce básicamente, a muy grandes rasgos, por problemas de consumidor, comportamiento del consumidor”, agregó.
Impactos ambientales, sociales y económicos
El desperdicio de alimentos tiene un efecto directo en el medio ambiente. Según Durán, “cuando pensamos en pérdida y desperdicio de alimentos, estamos hablando de un impacto negativo no solo ambiental —por los gases de efecto invernadero, la deforestación o la pérdida de biodiversidad—, sino también económico y social”.
El académico agregó que este problema también afecta a los precios y a la seguridad alimentaria. “Cuando se pierden alimentos, se reduce la oferta. Eso puede provocar un alza en los precios, y personas con menos recursos pueden caer bajo la línea de la pobreza al no poder acceder a ellos”, declaró.
En el ámbito económico, las cifras también son significativas. En una investigación reciente sobre restaurantes de Santiago, detalló Durán, “estimamos que en total se pierden alrededor de 80 millones de pesos diarios en colaciones que se proveen (y no se consumen). Es un impacto económico sumamente relevante”.
Falta de conciencia y cambio cultural
Pese a la magnitud del problema, el experto consideró que la sociedad chilena aún no dimensiona su impacto real. “Todavía no somos conscientes del impacto negativo en las dimensiones sociales, medioambientales y económicas que produce el desperdicio de alimentos”, sostuvo.
No obstante, Durán observa señales positivas de cambio y destacó que en la investigación realizada, los administradores de restaurantes mencionaban que, además del beneficio económico, uno de los principales motivos para reducir el desperdicio era el cuidado del medio ambiente.
El rol del Estado y las empresas
En la entrevista, Durán planteó que la solución requiere coordinación entre los distintos actores del ecosistema alimentario. “El Estado y las empresas deberían generar un ecosistema coordinado en pos de este objetivo final que es reducir la pérdida y desperdicio de alimentos”, recomendó.
En ese marco, valoró la Estrategia Nacional para la Reducción y Pérdida de Alimentos 2025, impulsada por el Gobierno, y aseguró que esta política busca ordenar los esfuerzos y alinear a los distintos sectores para que apunten en esa dirección, iniciativa que contribuye con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 12.3, que plantea reducir a la mitad la pérdida de alimentos para 2030.
La contribución de la academia
Desde la academia, Universidad de Las Américas ha asumido un rol activo en la investigación de este fenómeno. “Estamos levantando una base para identificar dónde se producen los focos de pérdida y desperdicio (…) Además, abordamos el tema de forma transdisciplinar”, integrando miradas económicas, sociales y ambientales, complementó el experto.
El académico también destacó el compromiso de la universidad con la formación de nuevas generaciones más conscientes. “Una de las cosas que hemos estado haciendo bien en la universidad es que se colocó el curso de Economía Circular y Desarrollo Sostenible de manera transversal a las carreras que se están impartiendo en la Facultad de Ingeniería y Negocios”, afirmó.
“Otra cosa que también se puede hacer es empezar a direccionar nuestra investigación y, por tanto, nuestros recursos hacia desafíos que son concretamente relacionados con estas problemáticas”, sentenció.
Revisa la entrevista completa: