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Noche perfecta de Boca ante River

La fiesta para el equipo de Carlos Bianchi fue completa; el 3 a 0 se justificó en la actitud xeneize ante la especulación del rival. Volvió Palermo e hizo un gol. Boca Juniors sigue en Copa Libertadores.

25 de Mayo de 2000 | 10:07 | La Nación Online - GDA
BUENOS AIRES.- La gente de Boca no pudo haberlo soñado con más exactitud. Mejor fiesta para la orbe xeneize, imposible. Con goleada, con clasificación y consecuente eliminación de su archirrival River, con el regreso de Palermo y, como para agregarle unos ribetes dorados a la noche perfecta, con un gol del mismo Palermo, 193 días después de su último partido oficial.

Sin ofrecer una actitud avasallante, pero al menos con la inercia de ir para adelante, a Boca le alcanzó con la intención para golear a un River tan especulativo y timorato como defensivo y carente de imaginación.

Boca salió a ganar; River planteó mal el partido y prefirió arriesgarse a empatar. El resultado premió a Boca y castigó a River: 3 a 0, Boca a semifinales y River fuera de la Copa Libertadores.

Gallego quiso valerse del 2 a 1 conseguido en el partido de ida, en el Monumental. Para eso, ubicó seis defensores repartidos entre su última línea y su medio campo: Ramos actuó como lateral derecho y Lombardi, como volante por ese sector, mientras que Berizzo ofició de "5" clásico.

La maraña defensiva planteada por River adormeció a Boca durante un tiempo y medio. Si bien la pelota casi siempre estuvo en los pies de Boca, la incapacidad resolutiva de los jugadores conducidos por Bianchi hacía que el peligro brillara por su ausencia.

En ese contexto, lo de River encerraba un riesgo mucho más grande, porque su defensa se mantenía sobre la línea del área grande, demasiado cerca de Bonano para el caso de cometer un error. Y porque, además, no ofrecía variantes para una posible desventaja. River tenía la orden de defenderse y no estaba preparado para otra cosa.

Mientras Boca chocó contra sus propias imperfecciones, River respiró tranquilo. Hasta que Riquelme ensayó un cambio de frente perfecto y Delgado aprovechó una mala salida de Bonano para poner el 1 a 0. Hasta allí, había penales.

River salió un poco y Boca empezó a encontrar espacios. La imprecisión se mantenía, pero ahora, al menos, ya no jugaban asfixiados.

El transcurrir de los minutos inmediatamente posteriores resultó sintomático: en River, Aimar y Angel se mostraban cada segundo más agotados; en Boca, ante un tiro libre ejecutado en forma de centro a los 32 minutos del segundo tiempo, Bianchi puso a Palermo en lugar de Moreno. Lectura: uno ya no tenía fuerzas con lo muy poco que había plantado en ataque; el otro se reforzaba con la idea de ganar y aniquilar hasta psicológicamente a su rival.

Para colmo, Gallego volvió a jugarse por defenderse: afuera Aimar, adentro Guillermo Pereyra. Y le fue mal: tres minutos después, a los 39, Sánchez señaló penal de Trotta contra Battaglia. Le pegó muy bien Riquelme y Boca pasó a ganar la eliminatoria sin necesidad de una definición extra.

River se desesperó, fue pura impotencia (Lombardi pegó de más y se retiró expulsado) y, al final, mostró todo su desconcierto ante el gol de Palermo, que paró la pelota, la dominó, dio media vuelta y clavó un remate bajo ante la mirada de sus adversarios.

No fue un Boca espectacular ni mucho menos, pero marcó diferencias con la actitud. El resto, a su gente no le va a importar nada de nada...


Por Claudio Mauri
La Nación Online

Un arbitraje con altibajos

La actuación de Angel Sánchez tuvo algunos puntos negros. Pero, ante todo, hay que decir que su trabajo no tuve influencia en el resultado del cotejo. Tal su estilo de arbitraje tradicional, el juez permitió pegar demasiado y, además, dejó pasar algunas faltas bruscas. En contrapartida, la expulsión de Gustavo Lombardi resultó inobjetable.

En cuanto al penal favorable a Boca que determinó el segundo gol, el referí acertó al sancionar la infracción de Roberto Trotta sobre Sebastián Battaglia, ejecutada por Juan Román Riquelme.

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