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Columna: Lluvia de fe

Aunque había mucha lluvia a punto de llorar y muchas dudas a punto de brotar, la selección chilena tuvo tiempo para acercarse al monumento Cruz del Milenio. Los creyentes dirán que siempre es tiempo, que nunca es tarde, que más vale estar bien con el espíritu, pero de ahí a usar la fe como la lienza que los ata a la salvación del desesperado es un camino largo, distinto y oscuro.

27 de Junio de 2000 | 16:17 | UPI/El Mercurio Electrónico
COQUIMBO.- Se supone, sólo se supone, que en estos casos se debería apostar al trabajo en equipo, al martilleo incesante de conceptos tácticos, a la revisión de videos del rival, a estudiar hasta el color favorito de Chilavert, y con todo eso no dejar espacio a las dudas ni apoyarse en la fe como salvavidas.

Pero hay ocasiones en que ni la táctica resulta, ni el video corre ni el trabajo en equipo germina y entonces uno debe acordarse de la fe.

Aunque había mucha lluvia a punto de llorar y muchas dudas a punto de brotar, la selección chilena tuvo tiempo para acercarse al monumento Cruz del Milenio, ubicado en esta ciudad.

Los creyentes dirán que siempre es tiempo, que nunca es tarde, que más vale estar bien con el espíritu, pero de ahí a usar la fe como la lienza que los ata a la salvación del desesperado es un camino largo, distinto y oscuro.

En la base de la estructura de 93 metros de altura, que recuerda los 2.000 años del nacimiento de Jesucristo, los integrantes del plantel de futbol recibieron la bendicion del sacerdote Marcelo Gallardo.

Hasta ahí todo bien, Salvo que en un momento, Pedro Seguel, el alcalde de los coquimbanos, no pudo ocultar su corazón de hincha y les dijo: "Les deseo mucha suerte y que el papá Dios los acompañe y les dé fuerzas para superar los momentos dificiles".

Era un desahogo. Pensar demasiado en voz alta. Todos se persignaron. La fe nunca sobra, dijeron los incrédulos. Y se puso a llover.
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