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Columna: Encuentros cercanos

Mientras mis pensamientos se dirigían a Alemania, los de aquel flacucho y alto personaje estaban paralizados, cabizbajos. Algo le preocupaba y a mí me intrigaba, por lo que tras un pedido frustrado de fuego y una relajada conversación, supe que estuve con uno de los deportistas ídolos en Chile.

31 de Julio de 2000 | 18:31 | Marcelo Cabello/El Mercurio Electrónico
SANTIAGO.- Quedaba media hora para mi vuelo a Frankfurt cuando supe que esa espera en el terminal aéreo iba a resultar un mero trámite. Fácil, sin carga de demora. Todo por el semblante triste de ese muchacho que, a primera vista, frisaba los 30 años.

Se le veía apesadumbrado. Se sentó muy cerca mío, en otra mesa, mientras los garzones cuchicheaban alrededor suyo. Sin maletas, una chaqueta aire europeo y una agua mineral de compañía, más un café, me incentivaron a pedirle fuego. Tenía aspecto de "chimenea", como Joaquín Sabina.

Hola, disculpa, ¿tienes fuego?

"No. No fumo compadre... pero le puedes pedir al mozo que está allá" -dijo, al tiempo que sus dedos, largos como pianistas, y filosos como su cabellera, apuntaban a la barra de aquel sucucho en que se paga en dólares o tarjeta-.

Al parecer, no es un buen día para volar...

"Nunca es un buen día, sobre todo en este país que te ama y te odia de la noche a la mañana...no sé qué pensar".

¿Y te vas por eso?

"No. Trabajo en Europa, en Italia, pero a veces diría que tengo unos pitutos por acá ¿Y tú, qué onda, de dónde eres?".

Mi nombre es Katzle, ando de vacaciones por Sudamérica, y ahora vuelvo a mi país, Alemania, que es súper distinto a Chile. Ustedes son súper cariñosos...

"No te creas, cuando menos te lo esperas te dan la espalda. O peor: te clavan un puñal en la espalda ¿me entiendes?...".

¿Cómo es eso...cuál es tu nombre, perdón?

"Iván. Mira, días atrás, decidimos junto con mis compañeros de trabajo alejarnos de todos, por haberse metido en nuestra vida privada. Fue algo muy triste, pero la decisión fue de todos. Claro que al final el que terminó como el malo de la película fui yo. Yo acá, antes de los malos resultados, era un ídolo; ahora, el líder negativo porque defiendo la privacidad de mis compañeros".

Te entiendo, allá, le pasó en un momento a Helmut Köhl...

"De hecho estoy pensando seriamente en retirarme; me queda un año en Italia y luego quizá me vaya a Estados Unidos. Estoy algo cansado... el entorno de mi vida me tiene un poco agotado, quiero alejarme de algunos elementos que rodean lo que más amo".

No te entiendo...

"No importa. He aguantado muchos comentarios sobre mi vida privada...".

Pero no es para tanto, amigo, si piensas que la vida es sensacionalista...

"No sé -alguien se acerca a saludarlo, pero él lo rechaza de plano-. La decisión de no hablar no la tomé yo solo. La bronca venía de...".

Excúsame, la bron...

"La molestia, el enojo, venía de varios; te juro que lo decidimos una noche, entre todos... Me duele... (le brillan los ojos) porque quiero a mi país, me ha dado mucho, pero...".

¿Si estuvieron todos de acuerdo, de qué te preocupas?

"Lo que pasa es lo que jóvenes querían hablar, era su oportunidad de salir del anonimato. Sé que fue una imposición para algunos, pero esto es como Fuenteovejuna o Los tres mosqueteros, cachai"

¿Hasta cuándo va a durar ese pacto?

"Yo digo lo que siento, siempre voy de frente con la verdad, cumplo mi pacto y si los otros no lo hacen, después la vida te cobra esas cuentas éticas (...) Un periodista que escribió un libro de mi vida dijo que me salí de madre, al decirle a un reportero que era un estúpido al relacionar mi silencio con mi papel en la Unicef, institución de la soy embajador".

¿Embajador?, ¿Diplomático? Entonces eso te puede afectar.

"Creo que sí, de hecho me llamaron recién al celular para saber qué pasó. Dijeron que, al parecer, había golpeado a un camarógrafo, cuando en realidad se cayó solo, incluso lo ayudé a pararse ¡Ves como ellos cambian todo!".

No se demoren tanto en hablar, quizá no haya quienes quieran saber de ustedes.

"Sabemos cuando entrar a la cancha, tocar un balón, amagar, un dribling y, por supuesto, meter un gol ¿Sabes cuál va a ser? Le ganaremos a Brasil y chao peleas y discusiones, te apuesto lo que quieras".

¿A Brasil? ¿Goles? ¿No eres embajador?.

En eso recoge una servilleta, anota la apuesta y firma Iván Zamorano, al tiempo que por los parlantes de la terminal dicen que en la puerta seis está el vuelo rumbo a Italia y en la diez el que se dirige a la capital alemana.

Ahí nos despedimos. El sale volando. Yo pago.
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