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Chile y su especialidad africana

Tras superar por 4-1 a Nigeria, el actual campeón olímpico, la Selección Chilena de fútbol ya está en semifinales de Sydney 2000. Los goles fueron de Contreras, Zamorano, Navia y Tello, y que pase Camerún, que superó 2-1 a Brasil.

23 de Septiembre de 2000 | 07:50 | El Mercurio Electrónico
MELBOURNE.- Es difícil despertar del sueño. Hay que respirar hondo, pedir que a uno lo pellizquen, para darse cuenta que Chile superó 4-1 a Nigeria. Sí, el actual campeón del fútbol olímpico. Es para no creerlo. Pero es verdad.

El marcador podría llevar a error. Los tres goles de diferencia no son el fiel reflejo de la superioridad chilena. No. Los africanos fueron más rápidos, y lo demostraron desde el primer minuto, con un incisivo Ikedia y un no menos hábil Agalí. Ante eso Chile oponía facilismo en defensa -los cuatro del fondo nunca dudaron en reventarla, salvo un par de intentonas de Contreras- y derroche físico arriba. ¿Y el mediocampo? Ahí estaba la clave.

Porque mientras los nigerianos pasaban al ataque con una velocidad incontrolable, Pizarro y Tello la pisaban, tocaban y al tercer intento metían el aguijón para Zamorano, Navia o para uno de ellos mismos. Esa sociedad sería fundamental en el triunfo chileno.

Así llegó el primer gol, a los 15': tiro libre de Tello y cabezazo de Contreras ante la permisividad de los defensores rivales. Y dos minutos después se repitió la fórmula, pero esta vez de jugada: centro medido de Tello y Zamorano conecta entre dos defensas y el arquero Etafia.

Menos de 20 minutos de partido y Chile ganaba 2-0. Comenzaba el sueño. Comenzaba el camino hacia la semifinal olímpica. Pero también comenzaba la sufrida etapa de contener a los "grosne", a los campeones que querían revalidar el título conseguido en Atlanta.

Poco quedaba para irse al descanso. Jugadores, suplentes, chilenos en las graderías, todos querían descansar, tomar aire para el segundo tiempo. Es que por ahí dicen que el 2-0 es el marcador más peligroso en el fútbol: la tesis revela que el 2-1 agranda al que pierde. Pero el golazo de Navia echó por tierra todo, hasta el respiro que buscaban los que vestían de rojo en Melbourne, Santiago y en todo el mundo. Navia fue el autor, con un certero "globito"; Zamorano el cooperador, con una habilitación de cabeza. 3-0. ¿Partido cerrado? Mentira. No hay como un león herido.

Los africanos equivocaron el camino en la etapa complementaria. Ya no aprovecharon la velocidad de Ikedia ni el desmarque del que hacía gala Agalí o de las intentonas personales de Lawal, el capitán. Se pusieron a mandar centros a las espaldas de la zaga chilena, pero ésta estuvo concentradísima y si alguna vez se vieron superados o sorprendidos, ahí estaba Tapia, prenda de garantía a la hora de achicar, cortar centros o sencillamente atajar.

Y en eso estaban cuando reaparecieron los dos duendes chilenos, los dueños de la magia en Melbourne. La pared perfecta entre Tello y Pizarro dejó al primero frente al portero africano, al que liquidó con un puntazo. 4-0. Nadie lo podía creer, ni siquiera los nigerianos y su técnico, el holandés Jo Bonfrere.

El reloj avanzaba rápido. El partido se desordenó un poco. Nigeria buscó hasta que Agalí encontró el descuento a las espaldas de Reyes. Era tarde, la diferencia era demasiado amplia. El reloj avanzaba rápido. Los ingresos de Arrué y Henríquez buscaron tener más la pelota y lo consiguieron, pero a medias. No importaba. De repente el reloj se detuvo. Lo detuvo el árbitro.

Chile hizo historia en Australia. Mejoró todo lo hecho, futbolísticamente hablando, en la historia olímpica. Ya está en semifinales y en la madrugada del martes (05.00, hora chilena) buscará su paso a la final ante Camerún. ¿No será como para confirmar la especialidad africana?. Puede ser.
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