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La UC apostó al empate y perdió

Con un cuadro plagado de defensores y quitadores en el mediocampo, la escuadra cruzada fue incapaz de mantener el empate ante Corinthians en el estadio Pacaembú. El cuadro brasileño se quedó con los pasajes para las semifinales de la Copa Mercosur tras vencer po 2-0, donde espera al vencedor del pleito entre San Lorenzo y Cerro Porteño.

31 de Octubre de 2001 | 22:57 | Arturo León Díaz, emol
SAO PAULO.- La apuesta de la UC de Juvenal Olmos fue no perder. Con ese punto se instalaba en las semifinales de la Copa Mercosur, pero no pudo. Corinthians se le fue encima, especialmente en la segunda etapa, y terminó doblegándola por 2-0.

Para otra vez será. Universidad Católica pudo pero no quiso. Casi todo el partido jugó con diez hombres, ya que Olmos ingresó con Valdebenito y luego incluyó al joven Villagra, y ninguno de los dos aportó aunque fuera algo de claridad o desahogo. Ormazábal fue otra vez el que se llevó todo el peso en un mediocampo corredor, con pierna larga y fuerte de Segovia, pero el pequeño volante no pudo. Le faltaron piernas y compañeros que lo auxiliaran.

Hasta en los choques perdieron los cruzados.El cuadro cruzado dominó los embates brasileños en la primera fracción gracias al limpio trabajo de Poli y Ramírez, y a la impericia de los atacantes rivales. A eso se sumó la lesión de Luizao, que bien pudo ser un elemento que bajara la moral de los locales, pero tuvo un efecto contrario.

Incluso la UC tuvo el gol en un cabezazo que Norambuena desperdició solo frente al arco, cuando Doni estaba descolocado, y en una patriada de Poli, quien sacó un zurdazo que se estrelló en el poste izquierdo del portero brasileño.

Pero en la segunda etapa cambió el esquema. Corinthians se cansó de "cargarle la mata" a Quiroz con la velocidad de Gil y Leandro. Y tanto fue el cántaro al agua, que los dos tantos se originaron por ese costado, pese al auxilio que Acuña intentó darle a su compañero. Gil fue determinante, Deivid y Kléber los goleadores.

Olmos intentó el descuento y el boleto para la ronda de penales con el ingreso de Díaz. El gol estuvo ahí, en las cabezas de Segovia y Poli, pero el travesaño y luego el portero Doni lo impidieron.

Era demasiado premio para el timorato de Olmos, no para los jugadores. Porque pusieron pierna fuerte y terminaron tirando toda la leña al fuego. No se pudo, bien por Garcés, por la selección chilena y por el campeonato chileno, que tendrá a otro protagonista de lujo con sólo una preocupación.

Pero mal por las arcas de la UC y el fútbol chileno.
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