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El fútbol, según Cela

El recientemente fallecido escritor español es el culpable de un puñado de cuentos en que el fútbol es el protagonista. Como sugiere su estilo, la pluma en la cancha habla de seres de nombres increíbles y situaciones llevadas al límite.

17 de Enero de 2002 | 12:00 | EFE
BALENCIA.- El escritor y premio Nobel de Literatura Camilo José Cela, fallecido este jueves en Madrid, dedicó una pequeña parte de su vida a combinar la literatura y el fútbol, con un libro titulado "Once cuentos de fútbol", publicado por primera vez en 1963 y reeditado en 1986.

Con lances del juego y situaciones futbolísticas como pretexto para ambientar historias, Cela completa una colección de narraciones que concluyen con un epílogo titulado "Colofón envuelto en la Hoja del Lunes".

En él se indica que "Varios cientos de miles de españoles, a lo mejor varios millares de miles, salen los lunes precipitadamente de sus casas, atropellando a los viejos y sin despedirse de la mujer ni de los niños, incluso sin desayunar siquiera y hasta sin lavarse, para cazar a tiempo el codiciado pajarito que dicen la Hoja del Lunes (con el resultado de los partidos de fútbol), el pasto espiritual que ha de servirles de sustento durante toda la semana".

Allí también escribe Cela que todos esos españoles "aplican sus energías de los lunes, los martes y los miércoles a glosar los lances del partido de fútbol que ya pasó, y sus arrestos de los jueves, los viernes y los sábados a predecir los aconteceres del partido de fútbol que está al caer. Los domingos descansan y van al fútbol: a sufrir o a solazarse, honestamente, viendo sufrir a los demás".

La colección de cuentos también se titula "El pie con bola o parábola de la juventud de por vida" y está dividida en cuatro libros llamados "La lonja", "La suerte de Juan Tarife", "El potro" y "La soledad y el azar".

En los cuentos no faltan las principales constantes de la obra de Cela, entre ellos la presencia de personajes pintorescos, inmersos en la realidad que el autor recrea y con nombres desmesurados o, al menos, poco frecuentes.

Tal es el caso de Gildarda, Memio, Drogón, Quincio, Exuperancio, los "complementarios" Teógenes y Teogenio, Fótides, Filonila, Teopempo o Minervino.

"Ni los ciempiés ni los cojos pueden jugar al fútbol (aunque sí puedan aplaudir y arrear leña en el tendido)", escribe en su cuento "El héroe", en el que narra los avatares del Asilo FC, un club que sólo existe en la mañana de los domingos, tras la misa, y cuyos hinchas son "cojos, mancos y tullidos del asilo, capitaneados por Sor Catalina, la superiora de las hermanas de la caridad".

No falta en otro cuento la historia del brigadier Sargatanas "maestro en ciencias secretas" y que maneja como nadie la suerte del 1-X-2, ni tampoco historias sórdidas como las del joven que encontró la muerte en un córner.

En los cuentos hay personajes que deben chutear para desequilibrar empates a dieciocho; futbolistas, como Estanislao, que en los descansos de los partidos difíciles beben una copita de ceregumil para mejorar su rendimiento, y delanteros que son manteados tras los partidos para que aprendan a afinar la puntería.

Además, en las narraciones está presente algún árbitro que paga con su vida la decisión de señalar un penal contra el equipo local.

"Cuando por pitar penales se corre el riesgo de terminar ahorcado, el árbitro debe abstenerse de pitar penales, castigo que puede sustituirse por el tiro libre o incluso por el disimulo, según las circunstancias", dice Cela en el cuento "El holocausto".
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