MANIZALES, Colombia.- Un tal Marín, colombiano de 22 años, acalló a su público cuando éste pifiaba por los cuatro minutos de descuento que había dado el árbitro ecuatoriano José Carpio. Hasta el
minuto 90, Once Caldas superaba por 1-0 a Universidad Católica por el grupo 8 de la Copa Libertadores de América, y con un hombre menos por expulsión de Hernández.
Olmos y sus hombres lo habían intentado todo. Terminaron jugando con tres delanteros (Pérez, Norambuena y Gabrich), Ramírez había desperdiciado un penal a los 70' y Carpio le había anulado un tanto legítimo a Gabrich a los 65'. Los centros iban y venían, pero el marcador, inaugurado por Leider Preciado a los 13', no se movía.
![Ramírez sale a la marca de Galván.](/noticias/deportes/futbol/copa_libertadores/2002/fotos/ocaldas_uc.jpg)
El técnico cruzado cambio de cuatro en el fondo a línea de tres antes que terminara el primer tiempo. Incluyó a Mirosevic en lugar de Ponce. Luego mandó a la cancha a Gabrich y Pérez y la UC tuvo oportunidades para equiparar la brega, incluso para pasar adelante. Pero luego se diluyó, sintió el desgaste, pese a jugar con un hombre más, y sacó el pie del acelerador.
Y ahí resurgió Once Caldas para manejar el 1-0. Galván se tiró atrás, corrió, aguantó marcas; Foronda y Viáfara le pegaron a todo y entre Marín, Hernández y Valentierra contuvieron en el medio.
La gente pifiaba los minutos de adición hasta que apareció el joven Marín para cambiarles los silbidos por aplausos. En dos minutos (91' y 92') colocó un mentiroso 3-0 que dejó a Once Caldas con la puerta abierta para avanzar a la segunda ronda de la Copa Libertadores. Y a la UC rezando.