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Columna: Amanda Mundial

07 de Junio de 2002 | 13:16 | Amanda Kiran
El desayuno de hoy era con casi todas las mujeres de la oficina. Elegimos la hora y el día porque en el partido entre Argentina e Inglaterra habría duelo de titanes.

Durante la semana, cada una había hecho su ránking con el más guapetón y en este encuentro estaban dos de los que encabezaban la lista: Beckham y Batistuta.

Algunas siguen defendiendo con devoción a los alemanes; varias se inclinan aún por los ingleses; otras van por los italianos y muchas, apoyando al país vecino, eligen a los argentinos.

A la hora del partido ya estábamos todas, como nunca tan temprano y gritando fuerte, total a esa hora el jefe no había llegado. Cada una comentaba los "detalles" para defender a su candidato mientras el resto comía y comía las exquisiteces que nos encargamos de traer (bueno, yo en realidad me tuve que conformar con comer un pan de huevo muy malo que trajo una compañera...)

El partido no estuvo muy bueno, pero los griteríos de seis mujeres juntas viendo una televisión -en una sala que poco a poco se llenó de hombres- eran intensos.

El ídolo hasta el minuto era Beckham, primero en la tabla, que se robaba la hinchada cada vez que agarraba la pelota, pero por ese apoyo que ya les dije que tenemos con Argentina -o con los argentinos- cuando metió el penal nos empezó a caer mal.

Amanda KiranOwen, como no logró meter otro gol, subió puntos, pero Batistuta pasó a ser ídolo, aunque no lo suficiente, ni para nosotras, ni para el entrenador que lo cambió por Crespo, quien tampoco hizo nada y más encima es feo.

El partido terminó triste, con la ilusión de que Argentina empatara al último minuto, mientras la Susi sacaba cuentas de quién subía más en el ránking. Después de la lucha, definimos a un grupo: Zidane, Totti, Vieri, Roque Santa Cruz, Maldini, quizá un poco menos asoleado...

Hay tiempo para elegir, quedan casi tres semanas.

Cerramos el termo, guardamos los queques, y nos fuimos a nuestro trabajo de viernes, mirando la hora.

Tenía un montón de papeles en mi escritorio y al Panchito, mi compañero de oficina que se sienta al lado. Es amorosísimo, lo quiero mucho, pero todavía pensaba en Batistuta, en su pelo, en las buenas piernas, en...

-¡Amanda!- me dijo Panchito- te traje un café, ¿quieres?

Gordito y chico, lo miré dulcemente. Los chilenos no tiene nada que envidiarle a los argentinos en muchas cosas.

-Gracias, Bati- le dije, sonriéndome.

No me contestó. Claro, él hace tiempo sabe que estoy loca.

Amanda Kiran
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