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Salas, capítulo final

El delantero anoche volvió a ser azul en la última emisión de su novelesco retorno a la "U".

03 de Agosto de 2005 | 12:19 | Felipe Vásquez, El Mercurio en Internet
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SANTIAGO.- Usualmente los últimos capítulos de las teleseries están marcados por los clichés. Quizás uno que otro cabo suelto queda por atar en el desenlace, pero se puede anticipar a lo lejos quién se quedará con quien o cuál será el personaje que quedará en la desdicha.

No muy diferente fue el novelesco retorno de Marcelo Salas a la "U", el que nunca tuvo baja sintonía y que hasta su último episodio, emitido anoche desde el Hotel Marriott (Ver video), mantuvo a cada espectador pendiente día a día de sus giros de trama y bien elaborado guión.

La feliz pareja está clara cuál es: Salas y la U. ¿Pero quién es en esta ocasión el desdichado? Los arqueros locales que deberán sufrir de su olfato; los de River que extrañarán su rito de celebración; o quizás Nelson Acosta, por verlo jugar en una competencia "menor". Una o todas, final abierto.

Nadie puede negar, eso sí, que el último capítulo estuvo bien escrito. Las impecables alfombras de uno de los salones del Marriott, sólo ensuciadas por uno que otro colega descuidado, que deja caer migajas de los tentempiés preparados para la ocasión, se sienten en los pies casi como el mismísimo césped del Estadio Nacional.

Cuando aparece el goleador, los bulliciosos cánticos dan a entender que el centenar de personas apostadas en el lugar incluye a los tradicionales "infiltrados". No son prensa, no son ni directivos ni auspiciadotes, pero son quizás los que más merecen estar ahí, viendo cómo su ídolo de otrora regresa.

Ni siquiera los directivos se dieron la maña de hacer la "firma simbólica" en un papel en blanco, como se estila en las presentaciones oficiales de los rimbombantes fichajes del fútbol nacional (o cuando los había). Nada. El capítulo final comenzó con el clímax mismo, la imagen reveladora y que lo resume todo, a Salas quitándose su chaqueta negra y arremangándose la camisa blanca, para darle cabida a la misma dorsal "11" que dejó huérfana hace ocho años en la escuadra universitaria.

Al ponerse el uniforme, el cántico que corea su nombre ya es generalizado, tanto como para dejar en silencio al pianista que un piso más arriba interpretaba a Liszt, acompañando la velada de los pasajeros del hotel durante su cena.

La sonrisa es una aliada del legionario que regresa a casa. No la deja morir, la mantiene en su rostro y no es fotográfica, es genuina. El rictus ceñido de su rostro se relaja como si realmente fuese ocho años más joven, porque nada lo apremia. Está en su hogar, al fin.

No menos sonrientes eran dos de los que le hacían compañía en la testera preparada para el evento. Héctor Pinto y Lino Díaz, técnico y presidente de la "U", veían con sus propios ojos un sueño cumplido, el de horas de negociaciones y días de incertidumbre, pero que por fin llega a sus créditos finales.

Y vivieron muy felices... por un año (con opción de renovar por otro). Fin.
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