Pachuca se queda con la corona y Colo Colo con las lágrimas

SANTIAGO.- La fiesta estaba armada. Estadio lleno, confianza al tope y un buen resultado conseguido en el partido de ida, pero nada fue suficiente para que Colo Colo pudiera dar el último paso en la Copa Sudamericana, donde esta noche cayó por 2-1 ante Pachuca, el primer equipo mexicano que logra levantar un trofeo de la Conmebol.

Lo que estaba escrito para ser un día de gloria internacional para Colo Colo, se transformó en una noche para olvidar no sólo para el club albo, sino para el fútbol chileno, que deberá seguir esperando para volver a conseguir un título internacional.

Los albos simplemente no encontraron soluciones ante un rival que se destapó en el segundo tiempo, sacando desde el banco un par de ases bajo la manga -Damián Álvarez y Gerardo Rodríguez- que cambiaron radicalmente la ruta del partido.

El equipo de Claudio Borghi salió con su habitual espíritu ofensivo en los primeros minutos e incluso Matías Fernández se dio el lujo de sacar aplausos con lucidas jugadas a poco del pitazo inicial, pero poco a poco el cerebro de los albos se fue diluyendo, víctima de otra de las grandes figuras del cuadro azteca: el "sabueso" Jaime Correa, quien correteó al "14" albo por todo el campo durante todo el partido.

Tras cruzar los primeros 20 minutos, los mexicanos tuvieron sus primeras chances de anotar con un disparo desviado de Andrés Chitiva (24') y luego con un cerrado tiro de esquina que casi se cuela por el segundo poste (28').

El partido comenzaba a tornarse complicado para Colo Colo, pero los problemas parecieron solucionarse en un paréntesis de fútbol mágico de los albos. Meléndez jugó para Fernández cerca de la mitad del campo y el creador de los albos metió un pase de lujo para Alexis Sánchez. El juvenil se sacó a dos rivales, jugó al medio para Humberto Suazo, quien soportando la marca rival definió fríamente al segundo poste. Por entonces era una doble alegría para el atacante, ya que aquel fue su décimo gol en el torneo, lo que lo proclamó como máximo anotador del certamen.

Pero tras el descanso las cosas cambiaron radicalmente. El técnico Enrique Meza sacó desde la banca al veloz Gerardo Rodríguez y al talentoso argentino Damián Álvarez, quien definitivamente le dio un vuelco al partido, bien escoltado por Gabriel Caballero -ex goleador del fútbol chileno- y el resto del sólido equipo mexicano.

La influencia de los suplentes se notó de inmediato a los 52 minutos, con un pase de Álvarez para Rodríguez que el azteca transformó en un centro mortal al segundo poste, donde apareció solitario Gabriel Caballero para anotar sin dificultades el empate 1-1, que invitaba a la definición por penales. Silencio en el Nacional y las miradas acusadoras sobre Gonzalo Fierro, quien dejó solo al jugador de origen paraguayo para anotar la conquista.

Colo Colo no reaccionó de la mejor forma al empate y se desesperó en procura de lograr el segundo gol que evitara la tanda de penales, lo que significó amonestaciones consecutivas para Vidal y Meléndez.

Los mexicanos, por el contrario, fueron ganando confianza y la posesión del balón, donde jugó un rol clave el buen trabajo en la mitad del campo de los más "talentosos" del equipo. Cuando el balón pasaba por los pies de Caballero, Álvarez o Rodríguez, era un resguardo seguro ante la presión que intentaban ejecutar los dirigidos de Borghi.

La feroz y mortal segunda puñalada de los mexicanos se produjo a los 74 minutos, partiendo de una genial maniobra de Álvarez en la mitad del campo, eludiendo al menos a tres rivales antes de ceder el balón a Caballero, encargado de ceder el centro para el argentino Christian Giménez, quien definió con remate cruzado para decretar el 2-1.

La reacción tras el gol volvió a ser brusca por parte de Colo Colo. De inmediato Henríquez fue amonestado por una falta y Gonzalo Fierro resultó expulsado por pelearse con Andrés Chitiva, quien también debió abandonar el campo por orden del juez Héctor Baldassi, de buen cometido pese a la importante cantidad de jugadas dudosas especialmente en las áreas.

Sobre la recta final, Borghi intentó echar mano a la banca para buscar alternativas, pero ahí se notó la diferencia entre un conjunto más armado como Pachuca, versus las escasas opciones del conjunto chileno. Mario Cáceres entró por Ormeño y luego Miguel Caneo reemplazó a Sánchez -movedizo, aunque poco fructífero a lo largo del partido-, pero ninguno de los dos gravitó.

Los minutos pasaron como queriendo hacerle más daño a Colo Colo. Pasajes lentos y con Pachuca disfrutando del balón, paseándolo por el campo ante un cuadro albo que simplemente no supo resolver el puzzle de un rival equilibrado en todos sus sectores.

El pitazo final fue acompañado por lágrimas en los ojos de muchos jugadores del cuadro albo, que veían herido su orgullo ante unas 70 mil personas que esperaban una fiesta, pero que terminaron presenciando una escenario de pesadilla: Pachuca dando la vuelta olímpica.